La iglesia de S. Tiago de Antas, diseñada por Hugo Correia, está construida en un lugar privilegiado con vistas al paisaje natural y al centro de la ciudad local. El edificio está integrado y en armonía con el pasado, lo que le da un carácter distintivo y una referencia para la comunidad, especialmente para todos los que cultivan la fe.
La elaboración de la propuesta fue precedida de un estudio de la ubicación de los espacios circundantes y la integración del edificio en la ubicación del sitio. No se limitó simplemente al estudio de una implantación organizada en el sitio de la tierra, sino también un estudio intenso de la historia y las actividades religiosas asociadas a la localidad.
Su implantación funciona como un elemento unificador de los espacios existentes en los alrededores, como la iglesia románica (clasificada como Propiedad de interés público desde 1958), la capilla mortuoria y el cementerio.
La planta de la iglesia es simple, sin monumentalidad notable, y la volumetría se estudió con el objetivo de no tener un impacto visual en el paisaje. El volumen se desarrolla en dos pisos, separando claramente el espacio sagrado de los otros espacios con funciones culturales y educativas para niños y jóvenes. En la planta principal, nivel 0, se desarrolla el espacio para celebraciones, con capacidad para más de 500 personas.
En la parte posterior del altar se encuentran todos los puntos relacionados con el pastor y el sacristán. En la planta baja, nivel -1, se encuentran 5 espacios para la catequesis, uno de los cuales tiene capacidad para albergar a unas 200 personas, y se puede utilizar para espectáculos o conferencias.
El proyecto incorpora una gran importancia simbólica, ya que varios elementos litúrgicos están presentes para crear una narrativa. La forma elíptica de la iglesia emerge del cáliz y la cruz de la pasión, y los anillos que rodean el templo simbolizan la corona de espinas, un instrumento de tortura utilizado por los romanos durante la crucifixión de Jesús. En el piso de madera hay dos líneas de mármol que conectan el exterior del edificio con el altar.
Una de las líneas representa el río Jordán, el lugar de los bautismos de Cristo, que conecta el exterior de la iglesia con la fuente bautismal y luego con el retablo principal. El otro representa la sangre que proviene de la espada de Santiago, y se conecta desde el exterior al púlpito donde se realizan las lecturas de los textos sagrados.
El volumen materializa su forma a través de las muros exteriores de hormigón casi sin aberturas, que incorpora una imagen misteriosa y austera, a pesar de los arcos suspendidos que la rodean. Por otro lado, las paredes interiores blancas de la nave están iluminadas por una luz difusa, creada por claraboyas ocultas que transmiten al lugar una atmósfera serena y poética que evoca la oración y la reflexión.
La iluminación juega un papel importante en la intervención. Durante la noche hay un efecto de luz cuidadosa y articulada, tanto dentro como fuera, que se desarrolló con el objetivo de enfatizar la iglesia.
En el interior, los únicos adornos presentes se colocan en el retablo, que consta de dos paneles que fueron construidos en cerámica y decorados con hojas de oro y plata, con imágenes de Santiago y Nuestra Señora de la Concepción. Los muebles de madera existentes fueron diseñados por el equipo, específicamente para este proyecto.
La simplicidad del espacio y el lenguaje arquitectónico presente en el proyecto apunta a crear un espacio en el que los protagonistas son esencialmente las personas y los eventos.
La elaboración de la propuesta fue precedida de un estudio de la ubicación de los espacios circundantes y la integración del edificio en la ubicación del sitio. No se limitó simplemente al estudio de una implantación organizada en el sitio de la tierra, sino también un estudio intenso de la historia y las actividades religiosas asociadas a la localidad.
Su implantación funciona como un elemento unificador de los espacios existentes en los alrededores, como la iglesia románica (clasificada como Propiedad de interés público desde 1958), la capilla mortuoria y el cementerio.
La planta de la iglesia es simple, sin monumentalidad notable, y la volumetría se estudió con el objetivo de no tener un impacto visual en el paisaje. El volumen se desarrolla en dos pisos, separando claramente el espacio sagrado de los otros espacios con funciones culturales y educativas para niños y jóvenes. En la planta principal, nivel 0, se desarrolla el espacio para celebraciones, con capacidad para más de 500 personas.
En la parte posterior del altar se encuentran todos los puntos relacionados con el pastor y el sacristán. En la planta baja, nivel -1, se encuentran 5 espacios para la catequesis, uno de los cuales tiene capacidad para albergar a unas 200 personas, y se puede utilizar para espectáculos o conferencias.
El proyecto incorpora una gran importancia simbólica, ya que varios elementos litúrgicos están presentes para crear una narrativa. La forma elíptica de la iglesia emerge del cáliz y la cruz de la pasión, y los anillos que rodean el templo simbolizan la corona de espinas, un instrumento de tortura utilizado por los romanos durante la crucifixión de Jesús. En el piso de madera hay dos líneas de mármol que conectan el exterior del edificio con el altar.
Una de las líneas representa el río Jordán, el lugar de los bautismos de Cristo, que conecta el exterior de la iglesia con la fuente bautismal y luego con el retablo principal. El otro representa la sangre que proviene de la espada de Santiago, y se conecta desde el exterior al púlpito donde se realizan las lecturas de los textos sagrados.
El volumen materializa su forma a través de las muros exteriores de hormigón casi sin aberturas, que incorpora una imagen misteriosa y austera, a pesar de los arcos suspendidos que la rodean. Por otro lado, las paredes interiores blancas de la nave están iluminadas por una luz difusa, creada por claraboyas ocultas que transmiten al lugar una atmósfera serena y poética que evoca la oración y la reflexión.
La iluminación juega un papel importante en la intervención. Durante la noche hay un efecto de luz cuidadosa y articulada, tanto dentro como fuera, que se desarrolló con el objetivo de enfatizar la iglesia.
En el interior, los únicos adornos presentes se colocan en el retablo, que consta de dos paneles que fueron construidos en cerámica y decorados con hojas de oro y plata, con imágenes de Santiago y Nuestra Señora de la Concepción. Los muebles de madera existentes fueron diseñados por el equipo, específicamente para este proyecto.
La simplicidad del espacio y el lenguaje arquitectónico presente en el proyecto apunta a crear un espacio en el que los protagonistas son esencialmente las personas y los eventos.