La galería CarrerasMugica cuenta con cerca de dos décadas de historia en el mundo del arte contemporáneo. Fundada por Pedro Carreras e Ignacio Múgica, la galería ha desarrollado una activa presencia en ferias nacionales e internacionales, desde ARCOmadrid hasta sp_arte pasando por Fiac Paris, Art Cologne o MACO. Desde esta base apuesta por la creación de un nuevo espacio, único en la escena galerística española, desde el que busca liderar la escena vasca en un entorno internacional con una especial vocación por la escultura.
La primera exposición del nuevo espacio, que se inaugurará el próximo 3 de octubre, será una individual de Asier Mendizábal como exponente de una generación de artistas excepcional que están trabajando en el País Vasco y que son herederos de la tradición escultórica vasca. CarrerasMúgica representa también a otros exponentes de esta generación como Txomin Badiola, Pello Irazu, Itziar Okariz o Xabier Salaberria. Además desde sus inicios como galería en 1996 trabaja con Eduardo Chillida y, actualmente, representa a sus herederos. También representa a artistas de relevancia internacional como Rita McBride o Jessica Stockholder, así como Richard Serra.
Con el proyecto elaborado por Juan Herreros, la galería se translada a la calle Heros nº 2 (junto al Museo Guggenheim Bilbao). CarrerasMugica inicia una nueva etapa. Unas instalaciones de casi 1.000 metros cuadrados que les permitirán promover una galería potente y abierta, un nuevo enclave dentro del panorama cultural y artístico de la ciudad de Bilbao.
Descripción del proyecto por Estudio Herreros
El proyecto para la galería de arte CarrerasMugica en Bilbao diseñado por Estudio Herreros asume simultáneamente tres compromisos: la preservación y puesta en valor de la memoria histórica de un contenedor industrial surgido de un patio de manzana del ensanche; la neutralidad necesaria de la arquitectura para exponer arte que deviene el verdadero protagonista del espacio; y la construcción de un enclave que va más allá de su actividad como galería privada para instalarse en la vida de la ciudad como punto de encuentro de todas las personas interesadas en la cultura contemporánea.
La arquitectura se acoge a lo que le ofrecen unos pocos materiales –estructuras vistas de hormigón, suelos industriales continuos, paredes blancas levitando sobre unos zócalos rehundidos, algunos muebles– para construir los ingredientes elementales de un espacio expositivo –suelos, paredes y techos– en el que se otorga a las obras de arte la responsabilidad de cualificarlo. Básicamente es un trabajo de reciclaje en el sentido literal de re-ubicar un espacio obsoleto en el ciclo vital de la ciudad.
El recurso aglutinador de todos los ingredientes es la luz. Tanto en su versión artificial como en la natural, la luz construye el espacio en tanto que recurso riguroso adaptado a cada exposición, pero también como recurso escenográfico responsable de la personalidad específica del proyecto.
Un portón de acero en el que se adivina un mensaje cifrado en código morse y tres cajas de luz mural acompañadas por la prolongación del pavimento de la calle en el interior, invitan y suscitan la curiosidad por atravesar ese túnel entregado a los artistas para sus experimentos y descubrir lo que pueda ocurrir al fondo.
Un proyecto así solo es posible con la complicidad intelectual y generosa de unos clientes como Pedro Carreras e Ignacio Múgica.
"Con ellos y con la participación permanente de sus artistas se ha mantenido durante meses una conversación apasionada en la que desde el principio nada se daba por seguro, de manera que guiados por la duda y la búsqueda de una coherencia entre arquitectura, arte y proyecto personal de sus propietarios ha surgido este emocionante enclave cultural".