
La intervención de MCH Estudio se concibe como un viaje a través del proceso que va desde la elaboración del café hasta su degustación. Las sillas y mesas se orientan hacia el tostador y el espacio de trabajo de los baristas, de modo que los visitantes puedan disfrutar del proceso de preparación de su bebida como si se tratara de un espectáculo.
A través de la restauración de elementos de madera y piedra, y la incorporación de mobiliario artesanal con detalles en madera, metal y textiles, se genera un diálogo entre pasado y presente. Gracias a la variedad en la edad de los materiales, el edificio adquiere un nuevo significado sin opacar su antigua identidad.

Espacio cafetero por MCH Estudio. Fotografía por César Belio.
Descripción del proyecto por MCH Estudio
Ubicado en un inmueble patrimonial de inicios del siglo XX, este proyecto representa un puente entre el pasado y el presente, una fusión excepcional entre la historia y la modernidad. La restauración del edificio, catalogado como patrimonio histórico, se llevó a cabo con un enfoque en la preservación de sus elementos arquitectónicos originales, rescatando detalles que cuentan historias de épocas pasadas y permitiendo que su esencia siga viva.
En el corazón de la ciudad, este espacio ha sido transformado en un lugar donde el café no solo se degusta, sino que se experimenta y se vive. Más que una simple cafetería, es un homenaje a la tradición y la contemporaneidad, un punto de encuentro donde el aroma de los granos tostados se funde con la riqueza histórica del inmueble y la calidez de su diseño. Concebido para devolver vitalidad al centro urbano y desafiar la creciente desconexión con estos espacios, el estudio diseñó una reforma que reinterpreta el pasado sin perder su autenticidad, ofreciendo un ambiente de introspección, convivencia y descubrimiento.

El recorrido inicia en el alma del proyecto: un tostador de café que, además de ser una pieza clave en la producción, se convierte en un símbolo del proceso artesanal que define el carácter del espacio. A su lado, el laboratorio de experimentación se presenta como un escenario de alquimia, donde baristas y expertos perfeccionan recetas y exploran nuevas formas de extraer la esencia del café. Finalmente, la experiencia se completa en el área de degustación, un ambiente cálido y envolvente donde los visitantes pueden saborear el resultado de este meticuloso proceso. Cada uno de estos espacios se entrelaza de manera armónica, permitiendo que los clientes no solo disfruten de una bebida, sino que sean testigos del viaje que sigue cada grano, desde su tueste hasta la taza.
En lugar de imponerse sobre su historia, el diseño abraza el pasado, restaurando cuidadosamente elementos originales como los lambrines de madera y los marcos de piedra. Estos detalles, combinados con mobiliario contemporáneo de fabricación artesanal y materiales como madera, metal y textiles, generan un diálogo armonioso entre lo antiguo y lo nuevo. La intervención no busca simplemente renovar un edificio, sino resignificarlo, integrando elementos modernos sin perder su identidad.

Más allá de su valor estético, esta transformación representa una apuesta por la revitalización del centro urbano, fomentando la apropiación del espacio y fortaleciendo el sentido de comunidad. En un momento en el que las ciudades han privilegiado la movilidad sobre la habitabilidad, este proyecto demuestra que el diseño puede ser una herramienta poderosa para reconectar a las personas con su entorno. Aquí, entre el aroma del café recién tostado y la calidez de un espacio cuidadosamente restaurado, los visitantes encuentran un refugio donde el tiempo se desacelera y la historia se saborea en cada sorbo.