A medida que el distanciamiento social, la automatización y las actitudes antiurbanas parecen reverdecer, las ideas allí planteadas por el arquitecto holandés Rem Koolhaas, ahora se nos presentan como una de las previsiones más interesantes de cómo la arquitectura como disciplina podría cambiar en la era posterior a la COVID-19.
La relación campo-ciudad fue uno de los temas de su reciente exposición "Countryside" en el Guggenheim, que examinó el curioso desprecio y el abandono de las partes más rurales del planeta. Un tema tan vigente como el de "la España vaciada", que tanta atención provocó el pasado otoño en nuestro país.
Debido a la pandemia el museo cerró en marzo, menos de un mes después de la inauguración de la exposición, aproximadamente al mismo tiempo que las personas, en las ciudades, comenzaban a desear vivir en un lugar más vacío y de repente empezaban a preguntarse de dónde provenía su comida.
Así que, aunque él no quisiera, es obvio el comentario que Koolhaas realizó a la entrevistadora de TIME Belinda Luscombe:
Desde el estudio de la ciudad de Nueva York, pasando por las investigaciones sobre Lagos o sus investigaciones sobre las ciudades asiaticas y americanas, Koolhaas tiene un largo recorrido en los procesos de transformación e investigación urbana. Por ello, resulta lógico entender su visión sobre estas estructuras urbanas contemporáneas cuando añade que las ciudades, que tanto hemos tomado como referencia y modelos de urbanidad, en los últimos han años han sufrido una profunda transformación y desfiguración con respecto a su papel de modelos socialmente deseables.
Sus reflexiones vertidas a la periodista de TIME, desde el teléfono fijo de la sede de su estudio de arquitectura en Rotterdam, siguen siendo igualmente lúcidas, como cuando recuerda que la creatividad es mucho más difícil en completa soledad:
Con su inagotable capacidad para sorprenderse Koolhaas termina la entrevista asombrandose por
"Me ha sorprendido enormemente los increíbles medios financieros que se han lanzado", dice, especialmente si se compara con lo difícil que es conseguir recursos dirigidos a resolver el cambio climático. E igualmente se sorprende por "la increíble flexibilidad que la gente ha demostrado en términos de cambiar su comportamiento de la manera más radical".