Los Orígenes
La Bauhaus estuvo alojada en tres sedes- Weimar, Dessau y Berlín- y tuvo como directores a tres arquitectos: Walter Gropius, Hannes Meyer y Mies van der Rohe. Pero antes de que se fraguara esta poderosa y potente idea, ya existía una escuela de Artes y Oficios dirigida por el arquitecto Henry van de Velde.
Henry van de Velde se estableció en Weimar y había conseguido algo que más tarde perseguiría la Bauhaus a toda costa: hacer de mediador entre los artesanos y fabricantes de Turingia para producir unos diseños útiles, y modernos.
El director belga se vio forzado a dimitir y abandonó Alemania por la fuerte presión. Debido a la inminente guerra, se le consideró un enemigo de la patria, pero, antes de renunciar a su puesto, ya había mantenido contacto epistolar con W. Gropius y le había propuesto como posible sucesor junto con Hermann Obrist y August Endell.
Una vez acabada la I Guerra Mundial, Gropius reinicia los contactos con Weimar aunque los interlocutores y los propósitos habían cambiado.
La revolución de noviembre de 1918 conlleva el nacimiento de la República. Los cuatro años de contienda rompen vidas y truncan expectativas, pero también hacen tabla rasa con el pasado y crean un nuevo sentimiento donde arte y sociedad deben ir unidas. Artista y artesano deben unificar fuerzas porque el pueblo no debe quedar exento de la experiencia artística y la arquitectura será la mayor expresión que compilará el resto de manifestaciones, por tanto, los arquitectos serán los principales precursores y motores de esta nueva época.
En abril de 1919 la Bauhaus abría sus puertas a una juventud deseosa de participar en esta nueva era, una juventud que confiaba en que la cultura era la libertad del pueblo y donde 84 mujeres y 79 hombres, la primera remesa de alumnos, escucharon por primera vez que el arte no podía ser enseñado, pero sí el aprendizaje artesanal a través de los talleres que ofrecía la escuela.
Edificio de la Escuela de Arte de Weimar, arquitecto: Henry van de Velde / fotografía Louis Held, c. 1911.
Arte y técnica, una nueva unidad
En el verano de 1923 se realizó la gran exhibición donde la Bauhaus debía mostrar al exterior sus logros: exposiciones, conferencias, reuniones, representaciones teatrales, fiestas… todo ello iba dirigido al numeroso público que asistió y al que no solo le hacían imaginar una nueva forma de vida con la casa experimental Haus am Horn, también hacían suya, bajo pabellón de la Bauhaus, una nueva forma de entender la arquitectura.
Era necesario contar con ayuda exterior y Gropius no tuvo ningún inconveniente en llamar a Le Corbusier, J.J.P. Oud, G.T. Rietveld, Frank Lloyd Wright y varios arquitectos rusos y checos así como a sus compatriotas Erich Mendelsohn, Mies van der Rohe, Hans Poelzig, Bruno y Max Taut para demostrar a las autoridades locales y al público en general que la Bauhaus abanderaba, como si fuese suyo, el lenguaje de la nueva arquitectura que se estaba creando, no solo en Alemania.
Estas mujeres y hombres, con una conciencia innovadora en sus experiencias con tejidos, metales, cerámica, pintura mural, pero también a través de la literatura, pintura, el teatro y la música, sin olvidar las matemáticas, el dibujo técnico y la física, consiguieron dar un nuevo enfoque integrador en el que se experimentó la modernidad en todas sus facetas, incluida una forma de convivencia asociativa y mixta que condujo a un nuevo resultado arquitectónico.
La fulminante retirada de subvenciones obligó a la Bauhaus a mudarse. El resultado de los años vividos en Weimar hay que interpretarlo como un laboratorio de ideas que cristalizaron en la nueva sede para la escuela en Dessau, el nuevo edificio que representará La nueva objetividad y la buena forma a la que deben tender todos los objetos diseñados por la escuela.
“Para su construcción reuní a todo el cuerpo de profesores y estudiantes en un verdadero trabajo en equipo. La dura tarea de coordinar las múltiples facetas del diseño en la construcción real de un edificio fue un éxito rotundo y ninguno de los colaboradores se sintió herido en su amor propio. Por el contrario, el hecho de convertir la escuela en una obra de construcción aumentó la moral del alumnado, que se sentía directamente responsable del trabajo que realizaba. El equipo con el que había soñado, formado con personas inspiradas por una misma voluntad y propósito común, se había convertido en una realidad”. (2)
Walter Gropius, recordando aquella época.
Bauhaus edificio Dessau desde el noroeste, arquitectura: Walter Gropius. Fotografía de Lucia Moholy, 1926.
La Bauhaus de Dessau
La nueva construcción, asimétrica, con un equilibrio de volúmenes que dotaban al conjunto de un gran dinamismo, ofrecía un nuevo concepto espacio-temporal. Se percibía el edificio como algo cambiante, en continuo movimiento.
El 4 y 5 de diciembre de 1926 se inauguró el complejo edificatorio que ofrecía a los estudiantes talleres, aulas, una cantina y salón de actos, además de unos apartamentos para estudiantes y viviendas para maestros.
Así recordaba el estudiante Arieh Sharon aquel estreno:
“Al día siguiente empezó el Vorkurs (curso preliminar). Éramos en total veinticinco chicos y chicas de diferentes ciudades y países (ni uno solo de Dessau). Con distintos orígenes y conceptos sobre nuestro futuro. Algunos con la intención de continuar con las bellas artes en los estudios de los maestros Klee, Kandinsky y Feininger, o en el taller de teatro de Schlemmer, otros atraídos por el diseño industrial o de interiores de los talleres; sólo unos pocos queríamos ser arquitectos.” (3)
La Bauhaus seguía sin tener un taller propio de arquitectura por lo que la contratación de Hannes Meyer fue importante, con él llegaba finalmente la sección de construcción. La escuela de la federación de sindicatos ADGB, edificada en Bernau, fue de nuevo una oportunidad para que el alumnado materializase las ideas de Meyer y Hans Wittwer, ganadores del concurso.
Simplicidad, honestidad en los materiales y en la estructura, limpieza de ornatos para llegar a la esencia de las cosas. Un voto de pobreza y humildad, este edificio se convertiría en el icono de la era Meyer, ascendido a director al poco tiempo de ejercer como profesor y cesado fulminantemente en el verano de 1930.
Mies van der Rohe le sustituiría, siendo el último director que tuvo la escuela. Llegó a Dessau tras su exitoso pabellón alemán en la exposición de Barcelona, edificio considerado como uno de los más bellos y sublimes del siglo XX.
Apenas dos años pudo ejercer en su puesto. En el verano de 1932, el pleno municipal acordaba el cierre de la Bauhaus.
Edificio Bauhaus en Berlín, Birkbuschstrasse en Berlín-Steglitz. Fotogrpah by Howard Dearstyne, 1932.
La Bauhaus de Berlín
A medida que la Escuela se iba reduciendo de tamaño, su nombre se iba haciendo más grande. De Estatal en Weimar pasó a Provincial en Dessau y acabó como una academia particular en una antigua fábrica de teléfonos a las afueras de Berlín.
Los escasos meses transcurridos en la capital alemana debido al traslado forzoso desde Dessau tuvieron un abrupto final. La Bauhaus terminó precintada, como una metáfora de la mordaza que le impusieron a miles de personas que ya no pudieron volver a articular palabra. La República de Weimar se agotó y un nuevo régimen, el de Adolf Hitler, acabó con la Bauhaus. Acabó con la escuela, pero no con sus ideas, porque como dijo Mies, solamente una idea tiene la fuerza de propagarse con tal intensidad.
Sello "nueva bauhaus", autor: László Moholy-Nagy, 1937.
NOTAS.-
(1). Sigfried Giedion, Walter Gropius. New York: Dover Publications, 1992, p.18. Reedición del libro original de 1954.
(2). Walter Gropius, La nueva arquitectura y la Bauhaus. Barcelona: Editorial Lumen, 1966, p.104.
(3). Arieh Sharon, Kibbutz+Bauhaus, an architect’s way in a new land. Stuttgart: Karl Krämer Verlag, 1976, p.28.