La planta baja del proyecto desarrollado por HEMAA está pensada para que su actividad comercial contribuya a la dinámica del entorno, mientras que los niveles tipo este programa se simplifican, conservando únicamente los núcleos de servicio y comunicaciones. En la planta 13, el espacio interior libre y continuo queda interrumpido una terraza que se abre hacia la ciudad.
La flexibilidad y libertad de los espacios interiores está condicionada por la fachada estructural de acero del edificio, que libera el espacio interior de particiones y estructura, buscando obtener la mayor cantidad de iluminación y promover la conexión del edificio con su entorno cercano mediante sus grandes ventanales.
Una contemporánea estructura «miesianica», donde la sinceridad estructural, composición formal y desarrollo modular, nos muestra una de esas arquitecturas calladas, elegantes y extremadamente atractivas que equilibran la ciudad en la que emergen, la ordenan y tranquilizan en medio del ruido de tantos gritos formales.
Ferrocarril de Cuernavaca 780 por HEMAA. Fotografía por Rory Gardiner.
Ferrocarril de Cuernavaca 780 por HEMAA. Fotografía por César Béjar.
Descripción del proyecto por HEMAA
Parecía indicar que este predio tan estrecho estaba destinado a ser un espacio sobrante en la ciudad. Atrapado entre una angosta calle y las antiguas vías del Ferrocarril de Cuernavaca, era difícil imaginar que se edificaría ahí una torre esbelta, capaz de adaptarse a las limitantes del terreno con agilidad, como una de esas plantas que crecen en las condiciones más adversas y de la manera más inesperada.
Formalmente hablando, el edificio es resultado del análisis y la reinterpretación del ensamblaje de la arquitectura clásica, el estudio de sus proporciones estéticas y la incorporación de secciones áureas, del entendimiento constructivo del acero, el concreto y el cristal en la arquitectura moderna, y la respuesta a las condicionantes propias del terreno. Su volumetría se configura por basamento, fuste y capitel, evidenciando su carácter a partir de las distintas modulaciones y tamaños de cancelerías, y su fachada estructural, aparece como la respuesta evidente para solucionar la necesidad de liberar las plantas de obstrucciones interiores. Este planteamiento constructivo genera a su vez módulos que otorgan eficiencia al uso del espacio y ordenan sus fachadas, las cuales, delimitadas por un contexto meramente urbano, se muestran casi en su totalidad acristaladas con la intención de captar la mayor cantidad de iluminación natural y conectar el edificio con su entorno.
Arquitectónicamente, el edificio cuenta en planta baja con dos accesos simétricos en las fachadas Norte y Sur, distribución que otorga continuidad al flujo peatonal y conecta visualmente la calle con el recientemente terminado parque lineal, dos cabinas de estacionamiento que son asistidas mediante un robot con sistema de pallets, dos núcleos de servicios en los que se concentran elevadores, escaleras, baños e instalaciones, y un espacio de uso comercial con terrazas. En los niveles tipo este programa se simplifica conservando únicamente los núcleos de servicios y en el nivel 13 se reduce el área interior y se incluye una terraza cuya vista se abre y nos muestra el skyline de la ciudad hasta el Parque de Chapultepec. Bajo banqueta existen bodegas para todos los inquilinos, cuartos de limpieza, mantenimiento y los espacios necesarios para el correcto funcionamiento y operación del edificio, incluyendo el panal de estacionamiento robotizado con capacidad para 126 cajones distribuidos en 13 niveles, solución empleada debido a las limitadas condiciones del predio y los requerimientos y normativas locales.
Su pesada materialidad de acero nos recuerda el pasado industrial de esta zona que alguna vez fue periférica, hoy en día renovada y convertida en uno de los distritos con mayor desarrollo cultural, económico y de infraestructura de los últimos años dentro de la Ciudad de México. Este mismo pasado resuena en el nombre del edificio, que con su fuerza sonora emplaza la torre a un costado de las antiguas vías del tren. La racionalidad, el orden y el cuidado de las proporciones son considerados como los principios que rigen este proyecto.
Además de su importancia histórica, la elección del acero como material predominante en la estructura del edificio tiene una gran importancia para abordar los desafíos planteados por las regulaciones de la Ciudad de México. Siendo una región sísmicamente activa, los códigos de construcción de la ciudad requieren que las estructuras tengan sistemas robustos capaces de resistir temblores de escalas considerables. Para abordar este desafío y garantizar el más alto nivel de integridad, el proyecto se desarrolló en un esfuerzo colaborativo con destacados diseñadores estructurales reconocidos por su experiencia en proyectos de esta escala.
Sin desentonar con su alrededor, la edificación presenta una forma irrepetible. Forma que, dependiendo de dónde y cuándo se mire, cambia para el observador, adquiriendo lecturas diferentes entre sí. Su fuerte identidad ofrece un ambiente óptimo para que la torre desarrolle vida propia una vez que sea habitada. Tecnología y arquitectura se entrelazan para componer un sistema flexible, capaz de garantizar un uso eficiente de energía y recursos.
Ferrocarril de Cuernavaca 780 está en proceso de obtener certificación LEED. Medidas de eficiencia energética como cristales con cámara de aire, iluminación de alta eficiencia y sistemas de climatización avanzados aseguran un uso óptimo de la energía y una reducción de las emisiones de carbono. Estrategias como la recolección de agua de lluvia y muebles sanitarios de bajo consumo contribuyen a una reducción significativa del uso de agua potable.
La calidad ambiental interior es una prioridad, espacios iluminados naturalmente y una efectiva renovación del aire promueven la salud y el bienestar de sus ocupantes. De igual manera, el diseño del edificio fomenta una conexión con su entorno al incorporar grandes ventanales, una terraza ajardinada en el ultimo nivel y áreas de reunión en exteriores que mejoran la experiencia general del usuario.
Ferrocarril de Cuernavaca 780 no sólo se adapta, sino que participa en la regeneración del ecosistema urbano a su alrededor. Asume su responsabilidad con el espacio público y establece un diálogo con las vías del ferrocarril, las cuales, reutilizando la infraestructura existente, se han convertido en un parque lineal que ha traído consigo nueva vida al barrio. De ahí que parte del predio se haya utilizado no para erigir más metros de construcción, sino para ampliar el espacio público, conectando y generando flujos de circulación. De ahí también que se piense en un local comercial en la planta baja que contribuya a la dinámica del entorno. Así, al igual que parques y museos a su alrededor, el edificio asume la tarea de contribuir a la creación de un tejido urbano resiliente, donde pasado y presente se encuentran en la generación de una imagen propia del futuro de la ciudad.