Materiales y formas están estratégicamente pensados para exprimir al máximo sus prestaciones, tanto estéticas como climáticas. El uso de poliuretano proyectado provoca que la radiación solar sea reflejada, ayudando y proporcionando una temperatura ideal en el interior del edificio. El ventanal romboidal en el centro del espacio de fermentación permite el paso de luz natural utilizando a su favor el descenso del faldón de cubierta y su ventajosa orientación norte.
Un panel sandwich dibuja la silueta del barco y la chapa utilizada nos evoca los surcos del arado de la tierra. El suelo interior de hormigón destaca con su llamativo color celeste, hace ilusión al extenso mar y etiquetado del vino de esta bodega.
Descripción del proyecto por Buho Arquitectos
Barco del Corneta es una pequeña bodega artesanal, conocida por su vino blanco madurado en barricas de roble, cuya imagen de marca es un barco de papel. Desde hace tiempo sus dueños buscaban un espacio donde poder elaborar y cuidar sus vinos, y lo encontraron en pleno casco urbano del vallisoletano municipio de La Seca: una parcela con una vivienda para vivir en ella, un lagar donde hacer el vino y una antigua bodega subterránea donde criarlo. Pero faltaba la nave de elaboración.
El principal problema a resolver era integrar un gran volumen, como es una nave industrial, en un entorno urbano, en pleno centro histórico, que diese cabida a todas las labores a realizar en la bodega: recepción de la uva, prensado, fermentación, maduración, embotellado y almacenaje, además de zona de catas, oficina, aseos y laboratorio, todo ello en apenas 300 m².
La maduración en barrica estaba claro que se iba a realizar en la bodega enterrada. Tan solo había que conectar la nave de elaboración con la cueva existente. Para ello se insertó un cubo de hormigón que desciende 5 m hasta alcanzar la boca de la cueva, alojando la escalera de acceso y el amplio montacargas necesario para el trasiego de barricas.
Para todo lo demás estaba la nueva nave, condicionada por la ubicación del lagar (que se mantenía) y la conexión con la bodega enterrada. El interior de la nave es espacioso, ya que apenas hay compartimentaciones, a excepción de las necesarias: los aseos y el cuarto de instalaciones. El resto de funciones se cualifican con la cubierta, que se convierte en la protagonista del proyecto, ya que al ser una construcción interior, rodeada de tapias, no presenta fachadas.
Los faldones de la cubierta se fragmentan en varios planos inclinados de menor tamaño jugando con diferentes inclinaciones y pendientes con tres finalidades: una, funcional, de manera que defina y caracterice al interior las diferentes zonas de trabajo, pero sin compartimentar, permitiendo la entrada de luz natural donde se necesita y con la orientación requerida; dos, urbanística, de manera que integre volumétricamente el edificio en la trama de pequeños tejados, evitando un volumen rotundo que rompa la armonía del entorno urbano: y tres, simbólica, ya que el logotipo e imagen comercial de la bodega es un barco de papel, y esta forma es apreciable desde los viñedos circundantes y la carretera de acceso al pueblo, que al estar rehundido permite advertir el juego de cubiertas blancas de la bodega entre las del caserío, destacando como un objeto insertado pero a la vez integrándo en el conjunto.
Desde el patio de carga se accede al interior a través de un gran portón corredero. El centro de la nave es donde se ubicarán los fermentadores de acero inoxidable, que debido a su tamaño necesitan del espacio de mayor altura. El lagar pierde su función original, pero se mantiene su solado y su volumen como la zona más representativa de la bodega, la zona de catas, iluminada con un gran panel de policarbonato orientado al sur pero protegido por la sombra del amplio porche del patio de carga. Encima del lagar, ocupando la mitad del volumen, se asienta la oficina, en una posición elevada, desde donde se controla todo el espacio.
Los aseos y vestuarios se encierran en una pequeña caja de madera, bajo el tramo más bajo de la cubierta ya que no requiere altura libre. Este descenso de la cubierta, frente a la zona central de los fermentadores, permite abrir otro gran ventanal de forma romboidal que introduce luz natural justo al centro del espacio, y al estar orientado al norte no interfiere en la temperatura del interior.
Constructivamente se han utilizado materiales muy económicos, intentado aprovechar al máximo sus prestaciones. Para una bodega es importante que la temperatura interior no sufra grandes variaciones de temperatura. Esto es sencillo en la cueva enterrada, donde el vino va a madurar a una temperatura casi constante durante todo el año. En la nave de elaboración se ha resuelto con cerramientos de bloques de termoarcilla, vistos al interior. Este material proporciona la suficiente inercia térmica necesaria para controlar las alteraciones térmicas interiores. Al exterior se recubre con aislamiento de poliuretano proyectado recubierto con una chapa minionda blanca, de manera que refleje el exceso de radiación solar. La cubierta se resuelve con un panel sandwich elaborado in situ, con 20 cms de lana de roca, acabado al interior con la misma chapa minionda blanca y con tablero de madera OSB marcando el perfil de la silueta del barco de papel, haciéndolo reconocible desde el interior. A su vez, la chapa minionda recuerda los surcos de las tierras aradas que rodean el municipio. El suelo de hormigón se recubre con resina continua, necesaria por higiene debido al frecuente lavado del solado, eligiéndose un color celeste en referencia a la etiqueta del vino, donde el barco de papel flota en un ondulante mar azul.