El proyecto desarrollado por Alejandro Muñoz Miranda se ordena en torno a un corredor que une dos bloques lineales de una crujía, donde se desarrollan las comunicaciones entre los diferentes niveles del edificio. Cada vivienda cuenta con una gran terraza volada, la cual no queda limitada por el techo de la terraza inmediatamente superior mediante un juego de volúmenes en la fachada.
En busca de una baja demanda energética para el edificio, las terrazas voladas alternan su posición buscando captar la máxima luz natural posible en las zonas de día de las viviendas, mientras que las fachadas en sus lados cortos al norte y al sur se ciegan para hacerse más herméticas y protegerse del calor y frío.
Edificio Residencial Alborada en Granada por Alejandro Muñoz Miranda. Fotografía por Javier Callejas Sevilla.
Descripción del proyecto por Alejandro Muñoz Miranda
En la ampliación de la ciudad de Granada hacia el oeste, el planeamiento ha desarrollado un crecimiento urbano basado en parcelas edificadas mediante bloques aislados. La continuidad de la ciudad en crecimiento, contenida por el anillo de la circunvalación, plantea bloques en altura sobre parcelas con espacios verdes de esparcimiento comunitarios. Todos los edificios vecinos se configuran como volúmenes compactos en donde las crujías se aprovechan al máximo sin disponer de espacios intermedios de encuentro y con distribuidores de acceso a las viviendas sin iluminación exterior. El reto de este proyecto está en optimizar al máximo la superficie construida e introducir la máxima intencionalidad espacial en los recorridos comunitarios. De esta manera, la primera operación estratégica de diseño consiste en agrupar a las viviendas en dos crujías esbeltas, separándolas entre sí transversalmente y desplazándolas longitudinalmente para introducir en su posición intermedia los pasillos de distribución de acceso a las mismas.
Éstos aparecen como espacios contenidos entre las dos piezas longitudinales de vivienda fugando siempre con la mirada hacia el horizonte, al sur hacia la vega granadina y al norte hacia la ciudad. Además, estos corredores se van ahuecando longitudinalmente generando dobles alturas cruzadas transversalmente, lo que añade una condición de ingravidez en este recorrido de acceso a cada vivienda. En sus extremos, estos corredores reconocen la espacialidad de la doble altura y se manifiestan al exterior mediante una celosía de doble planta que cambia la escala doméstica del edificio. Para aumentar la sensación de amplitud espacial en estas fisuras-corredores, éstas se revisten con un empanelado de madera blanco lacado en brillo que actúa de espejo, ampliando el espacio horizontalmente y donde se intercalan un ritmo de paneles mate en los que se incorporan las puertas de acceso a las viviendas.
La segunda estrategia consiste en que cada vivienda posea una gran terraza volada, la cual no queda limitada por el techo de la terraza inmediatamente superior. Esta condición vino fijada tras la experiencia del COVID, en donde escaseaban los espacios exteriores de las terrazas privativas en un bloque de viviendas. Es por esto que este proyecto propone el alternar tipológicamente las viviendas en plantas pares e impares para poder generar terrazas con una cubrición en doble altura creando una fachada alterna a tresbolillo. Esta operación volumétrica de los vuelos de las terrazas alternas genera una vibración mediante las sombras y el movimiento de los vuelos con sus petos frontales, introduciendo un carácter de abstracción volumétrica sobre el plano de fondo del edificio.
La idea tipológica de la vivienda consiste en que el hall de acceso a la misma separa la zona de día de la de noche. La zona de día gira en torno a la terraza exterior que tiene acceso desde el salón-comedor y la cocina, actuando la terraza de catalizador de los movimientos hacia el exterior. La zona de noche se organiza con distribuidor central que separa dos bandas, la de dormitorios con huecos en fachada verticales y la banda de baños y cuartos de limpieza que se queda al interior. En la banda interior de aseos, el cuarto de limpieza aparece como espacio comodín ya que, el cual, mediante un sistema de puertas plegables, hace que este espacio se amplie, apropiándose del pasillo.
Las fachadas principales de las viviendas recogen luz de este y de oeste, quedando el bloque orientado longitudinalmente prácticamente norte-sur. De esta manera, las viviendas poseen casi las mismas horas de sol a lo largo del día. Los huecos de los salones aparecen rehundidos un metro y medio al interior, creando un espacio de protección para la lluvia y del sol previo a la salida al exterior del plano de fachada. Este hueco hace que se potencien las terrazas y los huecos verticales de los dormitorios y cocinas generando un ritmo y abstracción que se aleja del bloque de viviendas convencional. Por otro lado, las dos piezas del programa residencial de este y oeste se ciegan rotundamente en sus testeros de norte y sur, potenciando así la fisura de los corredores de acceso a las viviendas y generando una imagen intencionada y ficticia de dos edificios independientes, esbeltos, desplazados.
El espacio comunitario de acceso a la parcela se plantea mediante un pórtico con una marquesina liviana metálica. Las cancelas se configuran con una trama diagonal de perfiles en L que añaden una vibración a la visión y a las sombras de las mismas. Dichas zonas comunitarias se completan con el acceso al garaje bajo rasante y unos jardines aparatados hacia una piscina. El diseño del aparcamiento subterráneo se desarrolla mediante forjados contrapeados longitudinales comunicados con medias rampas en los extremos. Así el garaje aparece como un espacio en continuidad que mejora la visibilidad, la orientación y la ventilación.
Desde el punto de vista bioclimático se propone un edificio con una buena inercia térmica. El revestimiento exterior de sate envuelve a todo el edificio evitando los puentes térmicos. Las terrazas voladas se contrapean para captar la máxima luz en las zonas de día de las viviendas (salones y cocinas) y las fachadas en sus lados cortos al norte y al sur se ciegan para hacerse más herméticas y protegerse del calor y frío. Con estas estrategias se crea una baja demanda energética calorífica y se mejora la certificación energética introduciendo un sistema de agua caliente sanitaria por aerotermia.
