Al igual que en el resto de su trabajo artístico Boudry / Lorenz con planteamientos que difuminan los límites entre cine, danza, instalación, escultura social o performance, cuestionan las narrativas históricas, revisitando escenarios habituales para recuperar lecturas marginadas o ignoradas, creando instalaciones que redescrubren y dan visibilidad a temás y situaciones desdibujadas, olvidadas u opacas ante el prisma habitual de la cultura dominante.
El intervención da voz al edificio, que habla de su historia y de su uso inicial, a través de una canción de Aérea Negrot. Inspirándose en los clubes queer, el dúo artístico ha creado además una serie de plataformas o escenarios hechos con espejos.
El Palacio de Cristal, con sus muros transparentes, se construyó para la Exposición General de las Islas Filipinas de 1887 con el objetivo de conocer mejor la vida y cultura de los habitantes de Filipinas, colonia española desde el siglo XVI durante más de trescientos años.
Vista de la exposición Pauline Boudry / Renate Lorenz. El cristal es mi piel, 2022. Fotografía por Annik Wetter.
Inspirándose en los clubes queer, el dúo artístico ha creado además una serie de plataformas o escenarios hechos con espejos. Reflejado en estas superficies, el Palacio se convierte en intérprete, y entra en escena de maneras diferentes, múltiples y dispersas. En determinados momentos, las plataformas exhalan humo y el edificio transparente se vuelve completamente opaco.
En la instalación, el humo se utiliza como una herramienta estética para cuestionar la transparencia del Palacio como régimen de visualidad. Se puede asociar además con la densidad del club queer, donde los cuerpos individuales se transforman en un único cuerpo mientras bailan. Las plataformas o escenarios no están hechos para nosotros, no podemos acceder a ellos, sus escaleras están suspendidas en el aire. Es como si hubieran quedado atrapados en un momento de calma, antes de que el baile se reanude. Los escenarios transforman al propio Palacio de Cristal en un intérprete. El edificio sale a escena, ligeramente distorsionado, reflejado en los espejos.
Vista de la exposición Pauline Boudry / Renate Lorenz. El cristal es mi piel, 2022. Fotografía por Annik Wetter.
El intervención da voz al edificio, que habla de su historia y de su uso inicial, a través de una canción de Aérea Negrot. Inspirándose en los clubes queer, el dúo artístico ha creado además una serie de plataformas o escenarios hechos con espejos.
El Palacio de Cristal, con sus muros transparentes, se construyó para la Exposición General de las Islas Filipinas de 1887 con el objetivo de conocer mejor la vida y cultura de los habitantes de Filipinas, colonia española desde el siglo XVI durante más de trescientos años.
Vista de la exposición Pauline Boudry / Renate Lorenz. El cristal es mi piel, 2022. Fotografía por Annik Wetter.
Inspirándose en los clubes queer, el dúo artístico ha creado además una serie de plataformas o escenarios hechos con espejos. Reflejado en estas superficies, el Palacio se convierte en intérprete, y entra en escena de maneras diferentes, múltiples y dispersas. En determinados momentos, las plataformas exhalan humo y el edificio transparente se vuelve completamente opaco.
En la instalación, el humo se utiliza como una herramienta estética para cuestionar la transparencia del Palacio como régimen de visualidad. Se puede asociar además con la densidad del club queer, donde los cuerpos individuales se transforman en un único cuerpo mientras bailan. Las plataformas o escenarios no están hechos para nosotros, no podemos acceder a ellos, sus escaleras están suspendidas en el aire. Es como si hubieran quedado atrapados en un momento de calma, antes de que el baile se reanude. Los escenarios transforman al propio Palacio de Cristal en un intérprete. El edificio sale a escena, ligeramente distorsionado, reflejado en los espejos.
Vista de la exposición Pauline Boudry / Renate Lorenz. El cristal es mi piel, 2022. Fotografía por Annik Wetter.