- Como directores de la Bienal, propusimos el tema de ‘Alternativas’ bajo el concepto de ‘Alternativas’ como respuesta a una situación desde muchos puntos de vista. ‘Alternativas’ como un cambio que hay en la profesión, como nuevas estrategias de trabajo para los arquitectos, como la forma de entender una profesión afectada por una época de crisis que viene ya desde hace un tiempo y cómo la crisis ya se ha convertido en un asunto que no es problemático para ejercer, sobre todo para arquitectos jóvenes: una generación que ya ha nacido y ha surgido dentro de la crisis, y para la que la crisis no es sino un argumento para proyectar y construir.
En lugar de hacer la clasificación de las temáticas como antiguamente se hacía en las bienales, "es la mejor obra de vivienda unifamiliar, la mejor obra de vivienda colectiva, el mejor equipamiento"... Nosotros proponíamos temas que no tienen que ver ni con la escala ni con los programas, sino con varios conceptos, como por ejemplo el patrimonio y el paisaje.
Nos interesaba que este año se cumple el 30 aniversario de la Ley de Patrimonio Español. La idea que nosotros planteamos fue en esta línea. Se trataba de ver qué hacemos los arquitectos españoles en torno, o qué respuesta damos, al patrimonio. Y daba igual que saliera de la intervención de un local comercial en un edificio histórico, la remodelación de un teatro, o un conjunto histórico de una manzana de la ciudad.
Hicimos una selección de proyectos, que estaban cualificados, sobre cómo abordar la intervención en el patrimonio, nos daba igual la escala y el programa, lo importante era saber cómo se afrontaba el problema. Respecto a las categorías de paisaje y ciudad, totalmente igual. Esos eran los criterios.
Y luego, ¿qué ha supuesto? Nosotros somos cuatro: tres directores y un coordinador de bienales. También ha habido un jurado que creo recordar que está formado por trece o catorce personas, algunos del mundo del arte, de la ingeniería... invitados externos, no arquitectos, para lanzar una mirada que no fuera sólo disciplinar ni endogámica, sino una mirada desde otras perspectiva.
España estaba fuerte, y por tanto era un lugar donde pasaban muchas cosas. Por eso al final Riley decide hacer esa exposición sobre España, porque se convierte en un foco de atención, más allá de la intervención de arquitectos individuales. Algo pasa que España se convierte en un lugar de ensayo y experimentación para el campo de la arquitectura.
Esta exposición es muy distinta, es una reflexión que hacemos internamente los arquitectos, el jurado y nosotros como directores, para ver cómo se está enfrentando la arquitectura española con estos temas. Y veréis que la selección de proyectos, excepto casos muy particulares, son proyectos de escala reducida, donde no aparece nadie del ‘Star System’.
Hay una generación de gente joven que está haciendo proyectos muy interesantes. Lo que hace también muy distinta esta exposición de la de ‘On site’, donde muchos de ellos eran arquitectos muy consagrados y grandes estudios. Y cuando digo joven no digo sólo de edad, sino también de espíritu, una arquitectura que hace cosas que están muy bien con pocos medios.
- Hace poco estuve en Miami para dar unas conferencias en la escuela de Arquitectura. Ellos decían que les atraía la manera en que la arquitectura española afrontaba cuestiones relacionadas con el patrimonio o con el paisaje; una sensibilidad hacia la manera de tratar temas que ellos no es que no compartiesen, pero no lo llegaban a entender.
Y les llamaba mucho la atención esa sensibilidad que tiene el arquitecto español hacia cosas cotidianas, hacia la preexistencia, hacia la historia, esa idea de proyectar con la memoria. La sensibilidad para juntar cosas muy diversas frente al proyecto grande, al programa, la sustitución.
Nosotros tenemos una cultura del reciclaje, una cultura basada en la historia. Estudiamos historia en las escuelas de Arquitectura, y nuestras ciudades son muy patrimoniales y eso supone una sensibilidad por parte de la sociedad. Ellos no tienen esos problemas porque no tienen un patrimonio como el nuestro, y la base de todo su progreso está en el invento. Nuestro progreso está en el reconocimiento de la historia para mirar al futuro.
> Revisando tu trayectoria como arquitecto, uno advierte que todas tus obras se localizan en nuestro país, y sin embargo eres reconocido y has sido invitado por numerosas escuelas de arquitectura de todo el mundo. Se percibe un intento por trascender desde lo local hacia afuera ¿Cómo es posible tener un discurso tan internacional y a la vez una actividad tan centrada en España?
> ¿Qué valores crees que tenemos los arquitectos españoles que debemos cuidar, y cuáles deberíamos importar?
Eso es lo que me pasó con la Fábrica. Yo iba cuando era estudiante de Granada hasta Sevilla en tren, y pasaba delante de la torre donde ahora tengo el estudio. La veía y decía “qué sitio tan maravilloso, un día será mi estudio de arquitectura”, y a partir de ahí hice todo lo posible para conseguir que fuese mi estudio. Lo logré y llevo allí muchos años.
Por supuesto, esto también me ha supuesto una guerra enorme de juicios con especuladores urbanísticos que quieren intervenir allí. Y en el fondo yo sólo soy una persona que defiende unos valores patrimoniales de un lugar que está abandonado y que quiere poner en marcha la ciudad. Estoy desarrollando unos proyectos, unos foros de encuentro que con la Bienal organicé ya allí, en los que pretendo concienciar a la gente del valor histórico de aquel sitio, abrir ese espacio a la ciudad.
O sea, que ahora mismo como arquitecto estoy trabajando no ya en proyectos de arquitectura sino en proyectos de energía, de cómo conseguir que la gente se interese por aquel lugar. Yo actúo como mediador de todos. Todo esto es mi proyecto ahora en la Fábrica, conseguir que es este sitio maravilloso elegido como lugar ahora se incorpore a la ciudad.
Generalmente, los arquitectos hoy día estamos muy preocupados solo por la funcionalidad, los programas, los metros cuadrados, la certificación, etc. Y hemos olvidado estas otras cuestiones. Yo creo que la geometría no es un valor para la arquitectura, estrictamente. Prefiero entender la arquitectura como hechos y acciones vitales.
A mí me gusta salir a pasear, visitar el lugar, hablar con la gente, fijarme en cosas, oír, escuchar... ahí surge el proyecto. Luego lo que hago es en mi estudio es dibujar eso, las cosas que he visto. Espero que ellos me regalen el argumento del proyecto y lo que yo pongo en marcha es la actividad de la disciplina.
No intento imponer un dibujo de una idea previa y lo que tiene que pasar en el lugar. Los condicionantes del proyecto son los pretextos para hacerlo, y hay que conseguir que todo proyecto alcance un cierto grado de naturalidad en su proceso, para que tenga un discurso más allá de sí mismo.
> ¿Cuál de tus proyectos crees que ha tenido más relevancia en tu trayectoria como arquitecto?
También hay otros proyectos relevantes vinculados con la Alhambra, porque mi historia está relacionada con ella. Yo de pequeño iba a jugar a la Alhambra. Jugaba al fútbol en el patio de Leones del Palacio de Carlos V. Y ciertas cosas que he hecho depués, me he dado cuenta que vienen de ahí, de esos juegos tontos de pequeño cuando no eres consciente de lo que estás haciendo, y que al tiempo aparecen, como por ejemplo la relación con los materiales, con la luz. La idea de que lo opaco es pesado y lo transparente es ligero en la Alhambra se disuelve, allí puede haber una cosa opaca que sea transparente... Todo eso a mí me fascinaba.
Para mí Siza era un maestro, fui a buscarlo y lo conocí. Habrás visto que los proyectos de Siza y los míos no se parecen formalmente ni en la manera de actuar, pero yo aprendo mucho de él.
Aprendo su sensibilidad, cómo mira, su honestidad, su ética, el esfuerzo por el trabajo y el valor que él le da a las cosas. Él entiende la arquitectura como una relación de cosas y el proyecto empieza con relacionar y establecer un conjunto de conexiones entre ellas.
Eso lo he aprendido de él, fijándome no tanto en su arquitectura formal, que es maravillosa... Me he dado cuenta que en Portugal hay muchos seguidores de Siza que ahora son como clones, hacen proyectos muy parecidos, y yo no quería quedar atrapado por él. Siempre me muevo asomándome a su mundo para descubrir ciertas cosas, pero luego intento hacer mi propia historia.
Cuando surgió el concurso para el Atrio de la Alhambra, yo sabía que a él le gustaba la Alhambra y es uno de sus lugares míticos, y le dije "vamos a presentarnos a este concurso, es la oportunidad de que puedas realizar tu sueño, de que tú puedas llegar a hacer una propuesta en este lugar con todo lo que me has contado de la Alhambra". Y fue eso, surgió. Yo sabía que si había alguien que podía hacer bien ese proyecto en el mundo era Álvaro Siza.
Una salida posible sería convertirse en empresa, porque así se puede organizar una estructura más amplia que va desde plantear esas ideas hasta poder organizar un planning de trabajo, construcción, etcétera. ¿Opciones? Ocupar otras posiciones que ahora van a estar en mano de personas que no son arquitecto y que no van a tener esa sensibilidad.
- Efectivamente, me refería más a una política de poder establecido que está preocupado por unos temas que no son muy legítimos, y que hoy le interesa decir esto y mañana totalmente lo contrario, por motivos que tú desconoces y que además ni te interesan ni tienen nada que ver con la ciudadanía. Esto me parece que hace muy vulnerable la arquitectura y no debería ser así.