HUMA restauró la sede motivados por el objetivo de la compañía de aguas de crear un nuevo sistema de gestión basado en la atención y servicio al ciudadano, en un espacio más integrador y agradable. Los materiales utilizados, buscan representar el agua como nexo de unión, y el vidrio se convierte en uno de los protagonistas al representar el agua por su transparencia
Este recurso es usado para la creación de pozos de luz, que generan espacios abiertos, fluidos y dinámicos en sus transiciones, donde crece la vegetación, aliviando la sensación de espacio interior cerrado. El vidrio también es usado para crear el mobiliario, y es escenografiado con algunos recursos técnicos como el uso de una triple capa de vidrio templado, a la que se le rompe in situ la luna intermedia, con el fin de provocar ese efecto mojado de gota de agua sostenida en el tiempo.
Casa de la Aguas por HUMA. Fotografía por David Frutos.
El resto de los materiales son utilizados siguiendo una narrativa visual similar y así el terrazo representa del agua su resiliencia en su adaptación a la forma, el aluminio representando del agua el reflejo o la lona tensada que sirve para representar su inmaterialidad.
El agua misma también es usada como material y la fachada utiliza cascadas continuas que bañan los cristales de los ventanales a la calle, para poder publicitar la empresa sin afectar la estética de la fachada con carteles publicitarios.
Casa de la Aguas por HUMA. Fotografía por David Frutos.
Casa de la Aguas por HUMA. Fotografía por David Frutos.
Descripción del proyecto por HUMA
Se trata de la restauración de Casa Dorda, un antiguo convento del siglo XVIII construido para las carmelitas descalzas; que fue utilizado como casa de misericordias y trasformado en el siglo XIX por el arquitecto Victor Veltrí.
El proyecto se centra en la revalorización del palacio justificado por su valía como patrimonio de la ciudad, desde su condición de bien de interés cultural. La restauración viene motivada para dar cabida a la nueva sede de la compañía de aguas de la ciudad, que tras la pandemia, se ve motivada en crear un nuevo sistema de gestión basado en la atención y servicio al ciudadano, donde se sienta seguro y acompañado; querido y respetado, mediante la creación de lugares de remanso que apacigüen; y propicien una nueva comunicación en lo cotidiano, basada en las relaciones humanas, desde donde poder hablar y ser escuchado.
El agua justifica el sentido del proyecto. Es desde el agua, desde donde el palacio toma hoy su nueva vida, en la férrea voluntad por reflejar su espíritu yacente. Así los nuevos materiales utilizados, buscan representar el agua como nexo de unión.
Casa de la Aguas por HUMA. Fotografía por David Frutos.
El vidrio representa del agua su trasparencia. Usado como recurso para compartimentar los distintos espacios de uso, mediante la creación de pozos de luz; dando como resultado un espacio abierto, fluido y dinámico en sus transiciones. Estos patios, ejecutados con esta piel trasparente luminosa, definen un espacio donde crece la vegetación, aliviando la sensación de espacio interior cerrado y fomentando el bienestar del trabajo, desde un espacio aireado rodeado de naturaleza. El vidrio es usado para crear el mobiliario; en las mesas de trabajo, en el mostrador de atención al público y en el office de los empleados; ejecutados mediante una triple capa de vidrio templado, a la que se le rompe in situ la luna intermedia, con el fin de provocar ese efecto mojado de gota de agua sostenida en el tiempo.
El terrazo representa del agua su resiliencia en su adaptación a la forma. Usado como suelo y ejecutado in situ mediante una masa de cemento blanco y arena mezclada con árido seleccionado y teñido en su alma de un pigmento azulado como guiño sutil al agua.
El aluminio representa del agua el reflejo. El espejo que todo lo muestra, dispuesto en techo, paredes y pilares existentes. Creando un espacio infinito desde donde la luz en su reflejo hace del espacio un continuo calidoscopio.
Casa de la Aguas por HUMA. Fotografía por David Frutos.
La lona tensada representa del agua la inmaterialidad. Creándose un espejo continuo sin juntas, que devuelve en su semblante todo lo que a ella se le acerca. El vacío que todo lo refleja, desde donde el espacio queda amplificado.
Y finalmente la presencia del agua, con la intención de hacer de él un material que también construya; bajo el lema de construir con agua. Así el agua construye las fachadas, mediante cascadas continuas que bañan los cristales en sus ventanales a la calle. Bajo la imposibilidad de colocar carteles publicitarios en el exterior al ser un edificio protegido, es el agua en su movimiento el que anuncia al exterior a los ciudadanos, el uso que alberga en su interior. El agua construye los baños en sus chorros y cascadas; también presentes en los pasillos del claustro. Construye en el sonido de su caída como presencia. Ese agua que justifica esta nueva vida y que alimenta nuestras emociones convertida en exponente máximo de la vida.