
La vivienda de Ignacio Urquiza Arquitectos cuenta con un programa agrupado y distribuido por niveles, donde el sótano alberga los servicios y usos complementarios, como pueden ser el gimnasio o la oficina, y el primer nivel distribuye las principales áreas públicas, conectadas directamente con el jardín perimetral, destinando así una mayor privacidad al segundo piso, el cual, compuesto por los dormitorios, conduce a la azotea, que vuelve a servir de espacio común donde reunir a los habitantes y disfrutar de la naturaleza y el entorno.
Cárpatos es un proyecto que reúne capas y texturas para deconstruir la uniformidad de la caja que lo conforma y fundirse con los tonos de la vegetación y del paisaje. Es mediante la tonalidad azul de la estructure metálica y del cerramiento de vidrio que envuelve la vivienda que esta se une con el cielo, reflejando tanto el color como el paisaje, así como las construcciones vecinas, mimetizándose con el contexto más inmediato y dirigiendo la mirada a su alrededor.

Cárpatos por Ignacio Urquiza Arquitectos. Fotografía por Arturo Arrieta.
Descripción del proyecto por Ignacio Urquiza Arquitectos
El proyecto se ubica en un área residencial de poca densidad en la Ciudad de México, en donde hoy se permite la construcción de una vivienda por cada 1.000 m² de terreno. En esta zona, existen algunos predios que fueron subdivididos con anterioridad a esta norma, pero son pocos y tienen características particulares. En este caso, trabajamos en un terreno de 400 m² compuesto por 10 m de frente y 40 de profundidad.
La cualidad angosta y alargada del terreno —junto con la normatividad estricta del lugar— fueron los primeros componentes externos que nos llevaron a dar forma a la casa. Las restricciones frontales y posteriores, de 5 m, y la restricción lateral de 3 m marcan el perímetro exacto de la construcción.
La estrategia de proyecto apuntó hacia la mayor amplitud espacial posible en el interior, buscando una sensación de apertura y de relación continua con el exterior, es por eso que un jardín perimetral —proyectado como un bosque de niebla— rodea la estructura de acero y cristal en sus tres lados. Al centro del proyecto, donde se ubican las circulaciones verticales, el jardín se inserta para generar un vacío que multiplica la relación interior-exterior y la amplitud, al mismo tiempo que funciona como núcleo de control de temperatura del proyecto.

La rigidez del volumen se suaviza con gestos e intervenciones particulares; la estricta modulación se adapta al uso y al programa que alberga, mientras que el perímetro del espacio exterior es continuamente interrumpido por vegetación. Los vacíos del sótano sugieren una circulación interior y exterior del volumen; la fachada reflejante le da una cualidad cambiante que la vuelve distinta, nueva con cada hora del día y con las condiciones del clima que refleja.
El interior de este volumen es dinámico: dobles alturas, puentes y terrazas exteriores techadas se entrelazan con la estructura y generan una sensación espacial que fluye con el exterior y el habitar de la caja.
El programa se encuentra agrupado y distribuido por nivel; un sótano alberga los servicios y usos complementarios, como gimnasio, ludoteca, oficina y cava. El primer nivel distribuye las áreas públicas de la casa y las pone en relación directa con el jardín perimetral. El segundo piso está compuesto por tres habitaciones, mientras que la azotea, entre jardines colindantes y cubiertas de barro e impermeabilizante, acomoda una extensión del espacio público de la vivienda y propone un uso del 100% de su cubierta con un jardín para niños y una terraza abierta. Estos cuatro niveles se encuentran articulados por las circulaciones verticales y los distintos vacíos que deconstruyen la uniformidad de la caja.

El color de la estructura fue tomado del Pantone de Le Corbusier, y escogido como el que más se funde con los tonos verdes de la vegetación y el paisaje.
Los cristales con tinte azul/verde son espejos en el exterior, por lo que reflejan los cielos, el paisaje y las construcciones vecinas. La intención es mimetizar la casa con el contexto inmediato; esta cancelería, junto con el aplanado de estuco gris claro, apaciguan la luz en el interior y dotan al volumen frío y rígido de una sensación de calidez inesperada.
El amueblado de Lorena Vieyra y las diferentes capas y texturas de las cortinas seleccionadas para los interiores de la casa juegan con las transparencias y arropan el conjunto. Todos estos elementos refuerzan, junto con la vegetación existente y el paisaje de Thalia Davidoff, la sensación de habitar un bosque de niebla en donde se pierde la claridad que marca una división entre el interior, el exterior y los límites físicos de la propiedad.