Sin embargo, hay veces que no ocurre así, no se llega a la broma, ni se llega al chiste y algunos prefieren utilizar la agresividad y actitudes insultantes, con un lenguaje que solo puede ser calificado de zafio y soez, como ocurrió el pasado jueves con un artículo firmado por Stephen Bayley.
Recuerdo que hace un par de años trajeron, allende los mares, a un conferenciante para clausurar una de las exposiciones más interesantes que se habían realizado sobre Constant en el Museo Reina Sofía. Ya iniciada la conferencia, y tras 15 minutos de derivas inconexas, aquel conferenciante balbuceó y reconoció que se había equivocado y que los papeles que estaba leyendo no eran los que supuestamente había preparado para hablar sobre la figura de Constant. Lejos de parar aquel bochornoso espectáculo continuó impertérrito hasta terminar su surrealista charla.
En aquel caso era un inglés, aunque vive en Estados Unidos, en el del artículo del pasado jueves también un inglés, una triste coincidencia. En una sociedad como la británica dominada por el pensamiento Brexit y post-brexit, una situación a la que según muchos de sus ciudadanos se llegó mediante una ingente artillería de mentiras, o como gusta decir ahora “fake news”, no debería sorprender la aparición de personajes más propios de tabloide amarillista. A los muy morbosos les sugiero una visita a su página web para que vean la ególatra presentación de Stephen Bayley como "la segunda persona más inteligente de Gran Bretaña", o como “gurú del diseño”.
En este sorprendente papanatismo cultural de idolatría a la colonizante cultura anglosajona, uno al menos en su ámbito cultural, espera un mínimo rigor en el lenguaje, en la cultura y en su discurso.
No voy a entrar en las absurdas comparaciones ni en los estereotipados ejemplos utilizados para hacer una crítica tan poco inteligente. La incultura mostrada, adjetivando Torres Blancas de Sáenz de Oiza como un lugar imposible de amueblar, es tan absurda como fácilmente rebatible y lo han hecho brillantemente algunos lectores con herramientas tan sencillas como un “hilo de Twitter”.
El que Stephen Bayley utilice un medio de gran difusión como es El País, al que muchos leemos desde hace años, para agrandar su propio ego en detrimento de un gran conjunto de buenos profesionales, es realmente sorprendente y absurdo al mismo tiempo. Considero que todos los medios deberían cuidar su credibilidad.
Estoy de acuerdo con el Consejo Superior de Arquitectos de España al salir en defensa de la profesión, pero el pedir una rectificación del mencionado artículo quizá supondría agrandar la repercusión del mismo.
Hace muchos años, un presentador de radio retó a sus oyentes a que si no les gustaba lo que decía dejasen de oír su programa. El locutor y el programa hace ya muchos años que desaparecieron de las ondas. Así que siempre considero lo mismo, lo mejor es ser críticos y en su caso dejar de leer los medios que con tan poco rigor se expresen.