Acabo de narrar brevemente el inicio de una de las películas sobre arquitectura contemporánea más popular y exitosa de la última década, la conocida “Koolhaas Houselife". Es una película documental, rodada por el italiano Ila Bêka y la francesa Louise Lemoîne, sobre la Casa de Burdeos diseñada por Rem Koolhaas.
Desde la veneración que muestran a la casa sus visitantes, quitándose los zapatos, hasta el recuerdo de ser una de las casas que más rápido han contado con la protección patrimonial, la distancia que marca esta película con la apreciación de la recién demolida Casa Guzmán de Alejandro de la Sota, por todos los responsables administrativos e institucionales, es abismal.
La popular Pagoda de Fisac ya fue un ejemplo de lamentable despropósito que muestra descatalogaciones en las que sus responsables hicieron prevalecer sus opiniones personales sobre su conocimiento.
Este nuevo derribo viene a demostrar la tremenda distancia que nos separa de algunos países ( y no me vale que en otros similares se hayan hecho despropósitos parecidos). En el caso de Francia, donde se ambienta la película citada, no es distancia física, somos vecinos, pero sí cultural, en este sentido la distancia es oceánica.
La única relación que se puede encontrar con el documental es la peregrinación, en este caso la de esos profesores mandando a sus jóvenes alumnos a que visiten y dibujen la Casa Guzmán, como primer ejercicio de iniciación en sus estudios. La diferencia es que al llegar los alumnos en lugar de creer que forman parte de esa comitiva de admiradores que van a visitar la casa de Koolhaas, ahora de Alejandro de la Sota, la visión les da una bofetada de realidad, les parece estar en una penosa pesadilla, y lo digo literalmente, porque como el lector puede ver en la imagen facilitada por la Fundación de Alejandro de la Sota, lo que se encuentran en su lugar se parece más a la casa de una película de terror, quizás… por ejemplo la de Psicosis, de Alfred Hitchcock. Lo único que se oye es el grito despavorido en la ducha de realidad de los alumnos que iban a dibujar… pero hablamos solo de películas no de realidades, porque la película era una ficción y la Casa Guzmán ahora también lo es.
En palabras de Juan Domingo Santos, en la entrevista que publicamos a continuación, la última Bienal de Arquitectura Española tenía como una de sus ideas principales aprovechar la celebración del 30 aniversario de la Ley de Patrimonio Español. ¿No resulta un poco eufemístico recordar esta ley ahora? Hace tiempo que es obvio su obsolescencia, aquí hay trabajo pendiente con el que se podrían poner las instituciones.
¿No es el papel de las instituciones colegiales el velar e insistir para que se mantenga ese patrimonio? Y ¿no es el de las instituciones públicas el de velar por su patrimonio como hacen nuestros vecinos?
Demasiadas preguntas sin respuesta… demasiada impostura y poca acción real y sino… a los hechos me remito.