La sencillez formal y organizativa del interior contrasta con la yuxtaposición de materiales de naturaleza distinta, que permiten generar la transición entre el mar y la ciudad, creando una vivienda relacionada con su entorno.
Descripción del proyecto por Raum 41-42
El proyecto se trata de una reforma integral en un apartamento ubicado en la planta quinta de un edificio a escasos metros del mar.
La distancia a la playa y la ubicación en altura del mismo, lo ubican en una posición privilegiada desde la cual solo percibe, frontalmente, en su orientación este, los tonos ocres y beiges de la arena, y los turquesas del agua del Mar Mediterráneo.
En su parte posterior, al oeste, se desarrolla el espacio urbano formado en su mayoría por bloques repetitivos propios de urbanizaciones costeras de los años 70.
La vivienda se organiza en planta a partir de dos bandas programáticas longitudinales, que contienen el ámbito de los dormitorios y el estar-cocina (mirando al mar) respectivamente.
La sencillez organizativa contrasta con la complejidad en cuanto al uso del material, que plasma la gradación existente entre el mar y la ciudad. Convirtiendo el interior, en una especie de “dispositivo” que conecta ambos focos.
Tres planos verticales autónomos, cada una resuelto con un tipo de material diferente, ordenan el espacio: un tabique de DM barnizado separa la habitación principal de la zona de estar. El ámbito de la cocina queda separado de los dormitorios secundarios gracias una partición de chapa de aluminio minionda. Un plano construido a partir de piezas de u-glass, con aislamiento de fibra de vidrio en su interior, limita el espacio del baño, facilitando la entrada de luz y generando, a su vez, un colchón térmico al oeste.
Dichos “dispositivos” no se tocan, se presentan en el espacio como unidades autónomas, cohabitan en el interior potenciando la diferenciación de cada uno de los espacios que generan, produciéndose fricciones, contrastes y rupturas, que entendidas como provocaciones dialécticas dan lugar a imágenes eclécticas entre lo sintético y lo natural, lo banal y lo sofisticado, lo cálido y lo frío, del espacio doméstico y de la arquitectura industrial respectivamente. El plano del suelo, por su parte, potencia dicha transición, se reviste con microcemento de color arena, en los ámbitos que dan al mar y color gris en el resto.
Se trata de un sistema simple en su planteamiento, en el cual la abstracción formal y sencillez organizativa contrasta con un interior cambiante resultado de la yuxtaposición de materiales de naturaleza distinta generándose diferentes texturas y colores, que actúan como contrapunto a la claridad organizativa de la casa.
El interior define la estrategia de transición entre el mar y la ciudad, Potenciando ciertas cualidades del material y liberándolo de otras previamente establecidas, la casa impulsa la “promenade simbólica” entre los dos focos mencionados. La distancia a los mismos dicta la posición relativa de cada uno de los dispositivos.