Opera es un monumento a la contemplación a través del cual el lugar se define más a sí mismo. Tresoldi juega con la gramática de la arquitectura clásica, así como con la transparencia de la malla de alambre, para investigar nuevas poéticas visuales en diálogo con el entorno y el espectador. Los pilares, arquetipos fundacionales del patrimonio cultural occidental, componen un marco cortesano que permite una interpretación más profunda del parque.
Opera abre relaciones en varias direcciones dentro de un espacio ya materialmente abierto: los pasillos de perspectiva corren hacia el paisaje mientras que los pilares transparentes definen una estructura abierta que acomoda, acompaña y define la experiencia espacial y establece una relación directa entre la tierra y el cielo.
El juego entre pilares y árboles crea una relación de luces y sombras, un equilibrio aireado pero rítmico que evoca una conexión orgánica entre la transparencia y el espacio circundante. Los contornos de la obra pierden definición y se mimetizan con el entorno: es, citando a Arturo Martini, la imposibilidad de que la escultura "detenga la sombra que permanece, como el eco del sonido".
Opera es también el resultado físico de las reflexiones de Tresoldi sobre la composición y descomposición arquitectónica. El diálogo entre la instalación y su ubicación se puede ver a través de la distribución de la columnata, que intencionalmente no coincide con la del parque. Similar a una contra melodía musical, su superposición sugiere dos melodías diferentes tocadas al mismo tiempo. Caminando por el parque, el visitante encuentra armonías y contrastes entre los dos sistemas arquitectónicos.
Como instalación pública, Opera hace explícita la conciencia de la relación entre realidad y representación, y lo hace confiando a la transparencia de la Materia Ausente el papel principal de suspensión espacio-temporal. La instalación integra relaciones entre lo visible y lo invisible, lo individual y lo comunitario, ahondando en la estratificación de horizontes ancestrales y prácticas cotidianas, al borde de un terreno físico y mental y suspendido entre arte, arquitectura y paisaje.
Opera abre relaciones en varias direcciones dentro de un espacio ya materialmente abierto: los pasillos de perspectiva corren hacia el paisaje mientras que los pilares transparentes definen una estructura abierta que acomoda, acompaña y define la experiencia espacial y establece una relación directa entre la tierra y el cielo.
El juego entre pilares y árboles crea una relación de luces y sombras, un equilibrio aireado pero rítmico que evoca una conexión orgánica entre la transparencia y el espacio circundante. Los contornos de la obra pierden definición y se mimetizan con el entorno: es, citando a Arturo Martini, la imposibilidad de que la escultura "detenga la sombra que permanece, como el eco del sonido".
Opera es también el resultado físico de las reflexiones de Tresoldi sobre la composición y descomposición arquitectónica. El diálogo entre la instalación y su ubicación se puede ver a través de la distribución de la columnata, que intencionalmente no coincide con la del parque. Similar a una contra melodía musical, su superposición sugiere dos melodías diferentes tocadas al mismo tiempo. Caminando por el parque, el visitante encuentra armonías y contrastes entre los dos sistemas arquitectónicos.
Como instalación pública, Opera hace explícita la conciencia de la relación entre realidad y representación, y lo hace confiando a la transparencia de la Materia Ausente el papel principal de suspensión espacio-temporal. La instalación integra relaciones entre lo visible y lo invisible, lo individual y lo comunitario, ahondando en la estratificación de horizontes ancestrales y prácticas cotidianas, al borde de un terreno físico y mental y suspendido entre arte, arquitectura y paisaje.