La morfología planteada permite la conexión visual entre las partes, facilita su integración con la pendiente del terreno y su disposición el paisaje de la ladera. A cada uno de estos elementos se le asignó una función específica: el área de recepción y servicios, zona de exposiciones y el área restringida.
Su posición en la ladera y la necesidad de reducir el impacto visual de un gran volumen hicieron que se insertase en la ladera por lo que constructivamente queda caracterizado por, una parte en contacto con el terreno realizada con muros de hormigón, abriéndose con grandes acristalamientos en la cota de rasante natural del terreno, cubriéndose todo el conjunto con una piel de piedra caliza que da unidad cromática y de texturas al conjunto.
Centro del Arte Ruprestre de Cantabria por Sukunfuku studio. Fotografía por Adrià Goula.
Descripción del proyecto por Sukunfuku studio
El Centro se sitúa en la ladera del Monte Castillo, rodeado por la carretera serpenteante de acceso a las cuevas que llevan su nombre. El programa requería un volumen relativamente grande, en una parcela de orografía compleja e inmerso en un paisaje de gran belleza.
Se agrupan los espacios en tres bloques diferenciados: área de recepción y servicios, zona de exhibiciones y área restringida. Los tres volúmenes se articulan y organizan en torno a un patio central, que distribuye y conecta las diferentes estancias. El volumen resultante, en forma de «C» se enfrenta a la pendiente natural de la parcela, que cierra el edificio creando un “graderío verde”. La montaña pasa así a formar parte del programa, se convierte en protagonista y elemento articulador del edificio, invitando al visitante a salir al exterior y actuando como una extensión al aire libre de las actividades del centro.
Centro del Arte Ruprestre de Cantabria por Sukunfuku studio. Fotografía por Adrià Goula.
Centro del Arte Ruprestre de Cantabria por Sukunfuku studio. Fotografía por Adrià Goula.
Constructivamente el edificio se divide en dos bloques. La parte baja se soluciona con muros de hormigón en las zonas que contienen el terreno, mientras que las fachadas que dan al patio y zona de acceso son principalmente acristaladas. Sobre esta base se apoya la cubierta de piedra caliza, que cose los tres volúmenes entre sí, se pliega transformándose en parte de la fachada y genera en el alzado un contraste cromático, de escala y textura. El edificio se integra y dialoga con el entorno natural que lo rodea, entablando una relación con la topografía, disgregando sus volúmenes para adaptarse al entorno.