A solo unos cuantos kilómetros de las bellas playas de la costa Pacífica guanacasteca, el resultado final es un colorido y vibrante conjunto conformado por una combinación de sistemas constructivos livianos que permiten al edificio responder a los elementos con una baja huella de carbono.
Descripción del proyecto por Norte Sur Arquitectos
Norte Sur Arquitectos nos presenta una vibrante estructura bioclimática que es sede de la Agencia Costarricense de Investigaciones Biomédicas, una organización sin fines de lucro dedicada a realizar investigaciones biomédicas y de secuenciación genómica para la prevención y tratamiento del cáncer. Se ubica en la provincia de Guanacaste, Costa Rica y su diseño ha sido realizado bajo altos estándares de sustentabilidad para la reducción de la huella de carbono, a partir de cuatro ejes: uso de energías limpias, manejo de aguas, transformación de residuos y calidad ambiental del espacio interior.
Con el propósito de crear una estructura resiliente y adaptable al clima tropical seco de la zona, Norte Sur se propuso replantear y reinventar la imagen rígida y monótona asociada a las condiciones altamente controladas que exige un laboratorio biomédico. A solo unos cuantos kilómetros de las bellas playas de la costa Pacífica guanacasteca, el resultado final es un colorido y vibrante conjunto conformado por una combinación de sistemas constructivos livianos que permiten al edificio responder a los elementos con una baja huella de carbono.
El concepto
La investigación previa al diseño incluyó un extenso análisis para ir más allá de las necesidades programáticas y entender la cultura e idiosincrasia del equipo humano. Por medio de múltiples entrevistas con sus colaboradores se identificaron las dinámicas internas y flujos operacionales dentro y entre departamentos, con el propósito de realizar un diseño adaptado a sus procesos. Surge así una dicotomía que debe resolverse espacialmente, entre el carácter estático de las funciones iterativas dentro de los laboratorios y la necesidad de cambio de los flujos operativos con cada nuevo proyecto de investigación.
Con el fin de encontrar una narrativa conceptual que guiara al equipo de diseño en la búsqueda de soluciones, el edificio fue diseñado a partir de la metáfora de la célula, debido a las grandes similitudes entre ésta y las necesidades funcionales y relacionales de la ACIB. Siendo en sí misma la unidad de vida más pequeña que existe, la célula tiene una membrana permeable exterior que protege a su interior de los elementos del entorno, filtrando el ingreso de agentes externos (visitantes, usuarios y pacientes) según sus necesidades. A su vez, bloquea el ingreso de amenazas externas con el fin de proveer la seguridad necesaria para resguardar su núcleo, donde guarda la información contenida en el material genético (acervo de la información y muestras biológicas). Además, la célula posee una gran capacidad de reorganización de sus componentes internos para adaptarse a las demandas de su entono con el fin de asegurar su supervivencia.
El programa
A partir de esta conceptualización, se utilizó la topografía existente y otras condicionantes, como la conservación de árboles existentes de especies nativas, para resolver el emplazamiento del edificio en el terreno. Se organizaron los diferentes espacios en tres bloques según las diferentes funciones: administración y recepción externa, laboratorios clínico- biológicos y acervo de datos y muestras, y por último, un bloque para cafetería y servicios complementarios. En su interior, cada bloque está organizado en una planta libre que permite su futura reconfiguración espacial sin afectar a los demás sectores, lo que da la flexibilidad al las diferentes áreas de modificar su organización espacial para adaptarse a nuevas demandas, dotando de flexibilidad y adaptabilidad a todo el centro de investigación.
El edificio
El equipo de diseño se propuso convertir esta separación funcional en una oportunidad para la creación de espacios comunes que dieran fluidez a las relaciones entre los bloques gracias al uso de una plaza cuya cubierta integra y conecta entre sí a todos los espacios, lo que permite tener control de acceso y seguridad al interior del conjunto, en un gran espacio de tránsito flexible y adaptable para múltiples actividades como charlas, ferias, actos protocolarios o simplemente ampliar las áreas de estar. La cubierta de esta plaza protege de las altas temperaturas durante el día y responde al clima por medio de estrategias pasivas de control climático.
Entre ellas se destaca el diseño de una membrana que actúa como una segunda envolvente muy ligera compuesta por módulos hexagonales que mezclan materiales livianos y resistentes que aportan diversos grados de translucidez. Cenitalmente, esta membrana tamiza y ayuda a regular pasivamente la temperatura interna de los espacios, lo que evita el uso de aires acondicionados en áreas comunes. Su diseño permite el ingreso de luz natural excluyendo la penetración directa de la luz solar.
En el exterior, la membrana envuelve al edificio como una segunda piel, separada de la envolvente primaria de cada bloques para cumplir la doble función de alero y parasol: es capaz de mitigar el efecto del sol, el calor, el viento, el ruido y la humedad ambiental, a la vez que crea una bolsa de aire externo que promueve la circulación mecánica pasiva de un flujo de aire, retardando el efecto de calentamiento del espacio interno debido a la radiación directa en la fachada sur durante la mañana y en la fachada oeste por las tardes, sobre la que recibe los rayos horizontales de las puestas del sol sobre el océano Pacifico.
El resultado final es un espacio colorido y dinámico gracias al juego de sombras que va cambiando a lo largo del día. El uso de madera laminada como estructura principal de las cubiertas brinda calidez y un agradable contraste visual y tectónico en combinación con los sistemas constructivos livianos no estructurales utilizados para lograr una significativa reducción de peso de la edificación y reducir el impacto en el sitio y minimizar la huella de carbono de los materiales de la estructura principal. Con cuidado, se utilizaron también materiales de construcción con un costo energético alto pero un ciclo de vida útil prolongado, tales como el vidrio y el acero, para permitir un eficiente diseño antisísmico y maximizar el ingreso de iluminación natural. Estos materiales a su vez son fáciles de desmantelar y reciclar, lo que al final de su vida útil propician la disminución de residuos no valorizables, aportan flexibilidad para su reutilización en el futuro y sustentabilidad a la inversión en el largo plazo.