Sumando los recursos limitados y el clima madrileño, nace la posibilidad de entender los 110m² del piso como una caja de zapatos vacía donde construir en su interior una caja de 60m² como Casa de Invierno, dejando los 50m² restantes como una terraza interior o Casa de Verano.
Descripción del proyecto por TAKK
«The Day After House» es la reforma de un piso de 110m² en Madrid con el ánimo de actualizar la vivienda hacia nuevos modelos de uso y conciencia medioambiental tras la emergencia del nuevo régimen climático y la crisis energética actual.
El encargo nace bajo dos condicionantes. El primero es que debe desarrollarse con un mínimo presupuesto. Y el segundo es que los intereses que la familia tiene por la sostenibilidad se vieran reflejados en la reforma.
El proyecto se desarrolla alrededor de tres ideas básicas:
Primero, trabajar con gradientes térmicos, para la configuración funcional y programática de la casa, en lugar de la más habitual a través de la combinación de estancias y pasillos. En la nueva propuesta se opta por una distribución donde la especificad climática y ambiental de cada espacio es diferente. Como si de las capas de una cebolla se tratara, los diferentes espacios de la casa se van anidando unos dentro de otros. Esto, además de posibilitar la eliminación de los pasillos, con el consiguiente ahorro de metros, funciona como método de ahorro energético pásivo. Conforme nos acercamos a los espacios centrales de la casa, estos cada vez se encuentran más aislados sin tener que aportar energía extra. Este tipo de distribución climáticamente diversa, en un contexto de escasez energética y un clima continental como el madrileño, con fuertes olas de calor en verano y periodos de frio intenso en invierno, permite unificar programa funcional, clima y eficiencia.
Segundo, el uso de materiales de baja emisión de CO2, básicamente madera y corcho natural, como materiales principales. El piso, orientado principalmente a norte, carece de aportación energética solar. Este hecho reducía considerablemente la paleta de materiales posibles; era necesario buscar un material que tuviera altas prestaciones como aislamiento para reducir perdidas, pero que a su vez tuviera poca inercia para que no tardara en calentarse.
Y tercero, construir, tanto por temas económicos como por temas energéticos, sólo la mitad de la superficie total de la casa y vaciar, incluidas las ventanas de fachada, la otra mitad, creando así una especie de terraza interior sin climatizar. Sumando los recursos limitados y el clima madrileño, de temperaturas altas gran parte del año, aparecía la posibilidad de entender los 110m² del piso como una caja de zapatos vacía donde ‘solamente’ se construía en su interior una caja de 60m² perfectamente aislada térmicamente (Casa de Invierno) dejando los 50m² restantes como una terraza interior (Casa de Verano). Lo que al principio parecía una restricción (un presupuesto muy bajo) con esta acción se convertía en un elemento multiplicador. Dos casas por el precio de una. La materialidad de esta “casa de verano” funciona a la inversa que la de invierno. Se eliminan aislantes de paredes, techo, y suelos, y se revisten con una capa de mortero con gran inercia que captura el calor del verano, robándoselo al aire interior. Finalmente la incorporación de una estufa de leña y un sistema de puertas plegables y cortinas térmicas alarga la habitabilidad de este espacio durante el resto del año.
Alrededor de estas tres ideas básicas, se van desplegando otras estrategias tanto programáticas como materiales que complementan el proyecto:
El espacio cocina se entiende como un espacio sin género asociado. Una configuración abierta de la cocina favorece el uso equitativo de su espacio por los diferentes miembros la familia. La materialidad de la cocina no es diferente a la del espacio de estar o comedor, y la encimera, colocada a 75cm de altura en vez de a los clásicos 90cm permite que esta forme parte indisoluble de la mesa de comedor o estudio conectando la cocina con el resto de la vivienda.
Las ventajas de dormir juntos son innumerables, tanto por razones climáticas y ahorro energético como de refuerzo de lazos afectivos. En el proyecto se opta por construir una única habitación “comunal”, independientemente del número de habitantes de la casa. Una habitación grande, alargada y compleja espacialmente, que incorpora diferentes estratos permitiendo diferentes formas de relación entre los convivientes.
Los espacios de baño también son repensados. El proyecto propone una visión hedonista y lúdica de estos espacios ocupando así las mejores partes de la casa junto a las fachadas. Bien iluminados y ventilados se entienden como espacios para ser usados incluso en multitud.
Finalmente otras consideraciones menores, pero igual de importantes, se han tenido en cuenta a la hora de pensar el proyecto. Por ejemplo la incorporación de un espacio adecuado para la vida vegetal en la vivienda. No sólo por razones estéticas o de bienestar emocional, sino climáticas, la incorporación de una buena cantidad de vida vegetal a la esfera doméstica ayudará a mantener un clima más fresco en verano.