Para la implantación del museo, Francisco Mangado acepta las fachadas pre-existentes y su alineación a calle como un elemento condicionante y estructurante de la propuesta. Será a través de sus huecos, desnudos y desprovistos de carpinterías, como se podrá entrever desde la calle el espacio interior, luminoso y muy bien articulado.
Este espacio interior girará en torno a un gran patio central, cubierto y con diferentes lucernarios que aportarán toda la iluminación que un programa museístico requiere.
Descripción del proyecto por Francisco Mangado
La propuesta que se presenta parte de considerar todo el conjunto del proyecto, incluyendo también el futuro del Palacio de Velarde y de la Casa Oviedo-Portal. Solo así, desde esta visión global, se puede garantizar un futuro funcional óptimo para una institución de la importancia que nos ocupa.
A partir de esta idea se propone el proyecto como la construcción de un nuevo edificio en el interior de este conjunto urbano. Dicho de otro modo, aceptando la secuencia de fachadas como un condicionante contextual, las mismas adquieren en el nuevo proyecto dimensión de “telón” urbano, indiscutible y aceptado, dentro del cual se construye un nuevo edificio que, incluso, posee su propia fachada. Fachada que se descubre, se adivina, a través de los huecos desnudos, desposeídos de cualquier carpintería, que constituyen el tributo ciudadano. Desde el exterior se podrá completar una gran construcción luminosa, vítrea, llena de reflejos, que se proyectará al exterior superpuesta a la historia urbana elaborándose así una imagen fuerte pero compleja para el nuevo Museo de Bellas Artes de Asturias.
El otro elemento fundamental para explicar la relación con el contexto lo constituye el patio de manzana. La propuesta transforma este patio, mediante pasarelas luminosas de vidrio, en un lugar de encuentro, de fusión de los distintos edificios que van a constituir el conjunto del Museo.
La lectura de la nueva planta resultante permite adivinar la importancia de los patios, de los vacíos, como configuradora del conjunto. Tanto el patio de manzana, al que nos hemos referido anteriormente, adecuadamente revalorizado e incorporado a la estructura del conjunto, como el patio cubierto de la nueva construcción principal, gran lucernario que articula y estructura los accesos y elementos de comunicación convirtiéndose en un espacio de referencia en el conjunto, configuran una propuesta que viene a prolongar conceptual y físicamente el conjunto existente representado por el Palacio de los Velarde y la Casa de Oviedo-Portal.
Si en la arquitectura la luz siempre es importante, en el caso de un museo es especialmente significativa. Y naturalmente no nos estamos refiriendo a la iluminación artificial que por supuesto ha de ser objeto de un proyecto específico, sino a la natural. Lo mejor que puede ocurrir, es que su presencia sea “exquisitamente sutil”. Y ello se ha pretendido recurriendo a la lógica de los vacíos, bien sean los patios de manzana o el núcleo central, y a la de los lucernarios que inciden directamente en las salas más elevadas.
Dos elementos singulares aparecen en la nueva construcción. Por un lado, la nueva fachada que se ubica detrás de la fachada histórica que se mantiene hacia la calle de la Rúa y la esquina de ésta con la plaza de Alfonso II. Más que de una fachada, se trata de un elemento de gran intensidad formal, visual y funcional. Por un lado va a ser la nueva imagen del museo, siempre tamizado por la realidad de la historia. Conforma también la escalera pública que permite el acceso a todos los niveles del museo y los espacios de doble y triple altura de la entrada. Espacios en diálogo con las fachadas históricas en la medida que se acercan y alejan de las mismas siempre en el interior. Concentrando en esta fachada gruesa las dos épocas y permitiendo una visión oblicua de la ciudad prexistente desde el interior a través de estas fachadas.
Y finalmente, la nueva fachada vítrea con un acabado labrado del vidrio, produce entre ella y el lienzo de fachada existente reflejos cruzados en su interior, una interacción entre las dos fachadas, originando un espacio de gran intensidad y riqueza.
El otro elemento singular, desde el punto de vista formal, lo constituyen los lucernarios de cubierta. Su posición, retranqueada de la fachada, hace que su impacto sobre el exterior quede visualmente muy disminuido, dotando sin embargo al interior de una gran calidad.
CRÉDITOS. FICHA TÉCNICA.-
Arquitecto.- Francisco Mangado.
Dirección.- Francisco Mangado
Colaboradores.- Idoia Alonso, Luís Alves, Ricardo Ventura, Sergio Rio Tinto, Abraham Piñate, Hugo Pereira, André Guerreiro, Diogo Lacerda, Justo López García arqs. (arquitectura), IDOM (ingeniería estructural, instalaciones, iluminación), Luis Pahisssa, Fernando Pahissa, Alberto López Diez, Angel Garcia Garcia (arquitectos técnicos).
Situación.- Santa Ana 1-3, 33003 Oviedo. Asturias, España.
Fechas.- 2006 (primer premio concurso), 2007 (projecto), 2009-2014 (construcción)
Área total.- 2.463 m² (bajo rasante) + 8679 m² (sobre rasante) = 11.142 m²
Coste.- 16.800.000 €
Cliente.- Principado de Asturias - Consejería de Cultura y Turismo.
Contratista.- SEDES S.A.