A pesar de que en sus obras anteriores Ando no había alcanzado ese grado de monumentalidad que si alcanzaría en el Museo de los Niños, en este proyecto se pueden ver muchas referencias a su obra previa. Uno de los mejores ejemplos se encuentra en el muro que une las tres zonas principales del complejo, y que recuerda al largo muro que había que recorrer para llegar a su Iglesia sobre el Agua, cuya construcción terminó mientras Ando trabajaba en el proyecto del Museo de los Niños.
Si en su Iglesia sobre el Agua el muro era colocado con intención de bloquear las vistas del estanque sobre el que se colocaba el templo, haciendo que el visitante tuviera que recorrerlo escuchando únicamente el fluir del agua, en el caso del Museo de los Niños el longitudinal muro se extiende conteniendo la ladera en uno de sus laterales, y abriéndose completamente en el lateral opuesto a las vistas del lago, las cuales el visitante puede intuir tras la frondosa vegetación que se encuentra en un primer plano.
Ese muro es el que se encarga de unir e hilar los tres espacios que conforman el complejo del Museo de los Niños. De esos tres espacios, dos son edificios, siendo el principal y el más grande el ubicado al sur del conjunto, y el más pequeño, con las funciones de taller para los niños, el ubicado al norte. Entre esos dos edificios, además del largo muro que los une se encuentra el tercer espacio, una plaza amurallada que contiene una cuadricula de pilares y ejerce la función de nexo organizador del complejo.
Además de las labores de ser el centro ordenador del complejo, la plaza amurallada que se sitúa en la zona intermedia del conjunto sirve también como espacio de descanso al aire libre. En el interior del muro de contención de hormigón armado que da forma a esta plaza se disponen un total de dieciséis columnas de nueve metros de altura también de hormigón que se encargan de redefinir las vistas del lago y del paisaje continuamente.
Pasando ya al análisis de los edificios, el principal o el más grande acoge las funciones de biblioteca, restaurante, sala de usos múltiples y teatros, uno al aire libre y otro en el interior. El edificio está compuesto por dos volúmenes escalonados de hormigón armado que se disponen de forma paralela entre sí, lo cual recuerda a la Casa Koshino que el propio Ando había proyectado y concluido en el año 1981. Esos dos volúmenes quedan separados por su lado más corto por un estanque y conectados únicamente por una pasarela elevada.
En su interior, el edificio posee una gran cantidad de variados encuadres del exterior que hacen que la forma de percibir el paisaje del usuario cambie constantemente. Alrededor de estos dos volúmenes de hormigón se crea un gran estanque que se dispone de manera escalonada, recordando a una cascada, y que consigue reflejar el gran edificio de hormigón en sus distintas terrazas de agua.
Por contra, el otro edificio, ubicado en el extremo norte del complejo, se compone de un único volumen con una planta cuadrada de dieciséis metros de lado. El edificio cuenta con dos plantas, y en su interior alberga las funciones de un taller de artesanía para niños, donde estos pueden hacer uso libremente de todas las herramientas con el objetivo de desarrollar sus capacidades artísticas. La segunda planta cuenta con una azotea al aire libre a la que se accede por una rampa y que sirve como taller exterior y como observatorio del impresionante paisaje natural.
En cuanto a los materiales empleados por Ando en este proyecto, de nuevo vuelve a destacar el uso del hormigón armado, en el cual su tan habitual poesía de luces y sombras queda reflejada constantemente. También se introduce el vidrio, que permite crear un constante diálogo entre el interior y el exterior que ayuda a que el visitante pueda comprender mejor el entorno natural en el que se ubica el edificio. Además de esto, Ando reconoce al agua y la naturaleza como elementos arquitectónicos que ayudan a configurar el espacio.
El edificio del Museo de los Niños supuso un hito en la carrera del arquitecto japonés Tadao Ando, que hasta ese momento estaba acostumbrado a trabajar en constreñidos y estrechos espacios urbanos. Esta fue una de las primeras veces que pudo trabajar en un inmenso entorno rural, lo que le permitió crear un edificio con un aspecto de monumentalidad nunca antes visto en su obra.
NOTAS.-
BIBLIOGRAFÍA.-
- Ando, Tadao. (2000). «Tadao Ando: 1983-2000». Madrid: El Croquis Editorial, pp. 248-265.
- Ando, Tadao. (2019). «Tadao Ando 0 Process and Idea: Expanded and Revised Edition». Tokio: TOTO, pp. 168-171.