Hace unos días se celebró el Congreso "Arquitectura Necesaria", en Pamplona, asistí como invitado el último día en que intervenía Álvaro Siza. Aunque los años no pasan en balde, el maestro portugués brilló en su exposición de manera lúcida y clara. Entre sus comentarios mencionó su opinión sobre la crisis actual, señalando que toda ella en realidad era un invento para retirar logros sociales y aumentar el control sobre la sociedad,… ya lo sabíamos pero está bien que lo recuerde un maestro… y continuó… en la arquitectura todo se está organizando para que la producción de nuevos arquitectos genere titulados preparados para ser operarios de empresas, eludiendo su capacidad reflexiva. Terminó incitando a los arquitectos jóvenes (yo creo que a todos) para que reaccionasen y no fueran conformistas ante el pésimo panorama actual.

Es cierto que lo dicho podría parecer algo obvio, pero si lo pensamos no lo es tanto si miramos lo que está ocurriendo a nuestro alrededor, por ejemplo los concursos y las instituciones que hasta ahora parecían promocionarlos y defenderlos, esos intermediarios necesarios entre arquitectura y sociedad.

Es evidente que las condiciones para que los concursos, las acciones y proyectos de arquitectura se realicen con la máxima calidad no están pasando por su mejor momento. Cualquiera pensaría que gracias a los concursos, a la libre competencia entre los mejores, daría el mejor resultado y por tanto con ello los ciudadanos de las ciudades ganarían teniendo la mejor arquitectura. Pero qué ocurre en Madrid, por qué los concursos siempre han sido el talón de Aquiles de esta ciudad. Oscurantismo, dudas, poca convicción, incluso a veces entendida caciquilmente, esta ha sido lo nota mayoritaria. Como nunca hubo una cultura clara, nítida y constante las zancadillas a los concursos en Madrid han sido una constante desde siempre. Parecería que no se pueden cambiar las cosas y que solo queda la resignación.

Hace cuatro años el equipo de gobierno saliente del ayuntamiento de Madrid prometía en su programa electoral una ampliación de su obra más exitosa, Madrid Río, con una estrategia de unión con la Gran Vía. La estrategia se centraba en la reforma de la Plaza de España y su vinculación con una de las arterias más importantes de la capital, en el año del centenario del inicio de la obras  de la Gran Vía parecía una propuesta interesante.

Estábamos en los primeros años de la crisis y tras invertir durante los ocho años anteriores miles de millones en infraestructuras, parecía lógico tranquilizar el afán infraestructural (Madrid había llegado a ser la segunda ciudad del mundo en km de autopistas por habitantes, tan solo por detrás de la ciudad del motor, Detroit, en Estados Unidos, según un estudio de la Universidad de Detroit). Tanta inversión en infraestructura había dejado agotadas las arcas del ayuntamiento y el entonces alcalde, cuando propuso el proyecto de rehabilitación para esa zona, ante la evidente falta de liquidez, relegó el inicio de las obras hasta la siguiente legislatura a partir del año 2015.

Mientras, el proyecto debía ir preparándose con la mejor propuesta para Madrid, ¿cómo? a través de la convocatoria de “un concurso internacional de ideas”.  Como todos recordaban lo que había ocurrido con el concurso de la Gran Vía y su reticencia incluso a ser fallado por el Ayuntamiento cuando tan solo quedaba su resolución, algunos creyeron que la nueva propuesta intentaba paliar los desatinos de aquella promesa sobre la Gran Vía nunca realizada.

Después vino el concurso de la Puerta del Sol. Nuevamente ilusión entre muchos arquitectos, y rápidamente se vió cómo tampoco llegaría a buen puerto, por mucho que el Colegio de Arquitectos de Madrid se empeñase en convencer de que ahora sí, ahora era de verdad... Pronto supimos que la propuesta no conllevaba el encargo de ningún proyecto, que tampoco vinculaba el resultado al Ayuntamiento y que incluso el Ayuntamiento como gran Gourmet vería qué partes de las ideas podía escoger de aquellas exquisiteces, si el paladar las aceptaba.  Así que cuando se anuncio el resultado del concurso, marcado por un proceso donde la cocina se había realizado dubitativamente, el plato resultante tampoco pareció  gustar a nadie, no había “toldos”,  ni “árboles”,… era la nada, un acto supremo de nada… cómo podía ser posible algo así, debieron preguntarse muchos.

Y como no hay dos sin tres, llegó la tercera, la promesa de un concurso internacional para “transformar la Plaza de España en un gran parque urbano, a modo de hall de la actividad lúdico-cultural de la Gran Vía”. También ha quedado en agua de borrajas y ha vuelto a demostrar lo mucho que aprovecha el Ayuntamiento la valía de una profesión, la de los arquitectos, y más cuando las condiciones de un concurso impiden imaginarios particulares.

Cuando en junio del año pasado se anunciaba, por la responsable del área de urbanismo, el cambio de planes y se decía que serían funcionarios municipales quienes redactarían el proyecto, bueno en plural, las propuestas, (pues se había anunciado que serían varias para someterlas posteriormente a los ciudadanos), muchos no se lo creyeron, ante las promesas por parte del Colegio defendiendo la viabilidad de los concursos como el de la Puerta del Sol.

Pues bien, ni arquitectos, ni ciudadanos. Hace unas semanas el Área Municipal de Urbanismo,  a través del periódico El Mundo, presentaba el proyecto realizado por los funcionarios del Ayuntamiento, que finalmente ha preferido ofrecer sólo una propuesta y no varias, y nuevamente afirman que con ello permiten que “particulares y entidades que puedan estar interesadas aporten sus ideas”, según daba a conocer a la agencia Efe el Director General de Planeamiento.

Tres días después del anuncio, ninguna reacción, eso sí el día 21 el Colegio de Arquitectos en un día lluvioso y frío de Mayo regalaba paraguas blancos para parar la futura LSCP en la Plaza Mayor de Madrid. Por cierto,  una paralización que ya había anunciado que se había hecho el año pasado por las mismas fechas, antes de las elecciones colegiales. Tengo la sensación de que el desconcierto de las instituciones colegiales es tan grande sobre lo que está ocurriendo con la arquitectura que ya da igual obuses de LSCP o fuegos de artificio de promesas de Concursos de Reformas que quedan en simple fogueo.

Ellos creen que no se puede hacer nada más, que es imposible. A pesar de todo, muchos arquitectos han demostrado que sí se pueden cambiar las cosas, que se pueden hacer las cosas de manera diferente, hacer arquitectura, proyectar arquitectura y relacionarse con la sociedad en la que viven y les ha formado, de manera diferente.

Así que a pesar de todo, con el tercer fiasco del concurso para el proyecto de Plaza de España, sigo pensando que si queremos,  se puede, … se pueden hacer concursos, es mejor, con ellos todos ganamos, o... ¿Nos tendremos que inventar nuevos intermediarios, nuevas instituciones, nuevas formas de hacer los concursos?  Ideas seguro que no faltan.

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Publicado en: 26 de Junio de 2014
Cita: "Los intermediarios. " METALOCUS. Accedido el
<http://www.metalocus.es/es/noticias/los-intermediarios> ISSN 1139-6415
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