El proyecto de gran complejidad constructiva, se da a partir de la excavación de pozos de 7 metros de profundidad para cimentar los nuevos apoyos, con el fin de vaciar toda la parcela hasta la cota de la nueva cimentación situada a menos cuatro metros por debajo del nivel actual de la calle.
Este nuevo espacio permite la generación de un interesante volumen lleno de patios de luz, donde la vegetación y el espacio abierto desvanecen los límites entre interior y exterior.
Descripción del proyecto por Blanca Lleó
La casa M surge de dos peculiaridades: un clan familiar y un conjunto de viviendas que constituye una oportunidad única en la densa ciudad de Madrid.
Se trata de una casa muy deteriorada construida en los años 40 de 300m² de superficie y situada en el barrio madrileño de Ciudad Jardín. Constituye una dificultad de partida al estar sujeta a una protección ambiental y por tanto es imprescindible mantenerla. A cambio, el sitio ofrece una ventaja: la construcción está asentada a 3 metros sobre el nivel de calle. De este modo, el desnivel convierte el lugar en algo semejante a un solar. Aplicando la normativa vigente, descubrimos la posibilidad de ampliar la arquitectura existente excavando el terreno para alojar una nueva construcción en los niveles inferiores.
Para ello habrá que sujetar la ruina y despejar al completo la propiedad. El proyecto logra multiplicar por tres los metros cuadrados originales. La primera etapa consiste en abrazar los cimientos en zanja corrida de la edificación existente, al tiempo que se abren pozos de 7 metros de profundidad para cimentar los nuevos apoyos para finalmente vaciar de tierra toda la parcela hasta la cota de la nueva cimentación situada a 4 metros por debajo del nivel de calle.
Ésta singular operación ingenieril abrirá el espacio para la creación de la nueva casa horizontal; ésta sólo será factible gracias a la inserción de patios de luz, donde hoy abunda la vegetación. Con ésta intervención se desvanecen los límites entre interior y exterior; el paso de las estaciones es el telón de fondo de la casa. Así los propios patios, situados estratégicamente en éste espacio diáfano crean diferentes ambientes y estancias y con su situación y geometría, sin necesidad de compartimentar, generan un continuo fluido.
Con esta estrategia, conviven dos ámbitos familiares en un único conjunto. Por un lado la casa introvertida se nutre de pequeños jardines interiores y reductos vegetales. Por otro, la casa vertical se relaciona con el mundo exterior y se eleva hacia lo alto. Al mismo tiempo se establecen sutiles vínculos visuales y perspectivas. Dos casas muy distintas, dos modos de vida muy diferentes. Juntos pero no revueltos.