La selección presentada aquí suma diez collages realizados entre 1922 y 1947 y casi un centenar de impresos, todos ellos procedentes de colecciones particulares españolas e internacionales, que se bastan para presentar la obra de Schwitters como un cuerpo artístico tan pleno de contraste como de sentido. Pues, por una parte, encontramos el tipo de trabajo que podría calificarse de «artísticamente puro»: los collages y, en general, todo ese mundo de obras que Schwitters denominó –con un peculiar giro del lenguaje– "Merz", un mundo creado y recreado por él a lo largo de los años. Y, por otra, la exposición da buena cuenta de su trabajo como publicista y diseñador gráfico, una tarea que, con una evidente función utilitaria, estaba al servicio de determinados productos y firmas comerciales y cubría la necesidad del artista de ganarse la vida. Además –y para hacer su caso aún más interesante–, Schwitters no sólo se empleó como diseñador y grafista. Como es sabido, a lo largo de su carrera, para conseguir ingresos regulares, pintó también paisajes y bodegones de estilo tradicional –es decir, "arte" en un sentido premoderno–. De modo que puede decirse que su producción, tanto formal como económicamente, estuvo perfectamente bifurcada en dos actividades: aquellas con las que no ganaba dinero (collages, objetos y construcciones escultóricas de vanguardia) y aquellas con las que sí obtenía ingresos (óleos y diseño gráfico).
Esta dualidad formal y económica, tan fundamental, ha sido el punto de partida de Kurt Schwitters. Vanguardia y publicidad; pero ha sido un punto de partida elegido precisamente para cuestionar un hecho: el de que esa diferenciación, aparentemente tan clara, entre arte y diseño gráfico, haya establecido con alguna frecuencia una división demasiado estricta entre ambos, presentando la obra de Schwitters como si el diseño gráfico fuera un aspecto meramente secundario respecto a su trabajo "principal", sus extraordinarios y novedosos experimentos formales.
Por eso, Kurt Schwitters. Vanguardia y publicidad presenta ambos aspectos de su trabajo, el del artista y el del diseñador, mezclándolos para ahondar en sus raíces comunes. Pues ese modelo «económico» o «empresarial» del trabajo de Schwitters como diseñador gráfico no fue en absoluto ajeno a su conciencia de artista. Un índice de hasta qué punto arte y diseño –en definitiva, la vanguardia y la publicidad– estuvieron imbricados en su obra es, por ejemplo, que la expresión inventada por él para denominar su obra, la palabra «Merz» (surgida, según explica el propio Schwitters, a raíz de haberse topado con un impreso bancario roto en pedazos, en el que la palabra «Kommerz» [comercio] aparecía rasgada por la mitad) fue aplicada por el artista indiscriminadamente tanto a sus cuadros (los Merzbilder), construcciones (las Merzbauten) y objetos escultóricos (los Merzobjekte) y exposiciones (las Merzausstellungen) como a su peculiar Agencia Publicitaria Merz (la Merz-Werbezentrale). El caso es que la dualidad presente en la obra de Kurt Schwitters entre el orden y la eficacia comunicativa que deben reinar en el diseño gráfico y la sorpresiva, confusa y espontánea práctica del collage no sólo no es irreductible, sino que resulta tan consistente como el equilibrio que el propio Schwitters consiguió en su obra entre su actividad como artista y como poeta. Conviene añadir que resulta muy significativo que la enorme sensibilidad poética de Schwitters, muy presente en sus collages, aparezca también en su trabajo como diseñador publicitario, en el que con frecuencia aplicó un ingenio poco común para crear frases y eslóganes muy eficaces, algunos de los cuales acabarían haciéndose muy populares.
Kurt Schwitters. Vanguardia y publicidad quiere mostrar visualmente el trabajo artístico, poético y publicitario de Schwitters como un todo comprensible, regido por una peculiar lógica interna: el collage permitió a Schwitters restablecer y recomponer un orden –el orden del arte y la poesía– para aquellas "cosas" de la vida cotidiana –entradas de teatro, envoltorios usados y rotos, papeles de periódico, trozos de tela, alambres, clavos; pero también textos, palabras inconexas, expresiones, poemas, frases y sílabas– a las que el paso del tiempo y el uso habían despojado de su función y, por tanto, de todo su sentido. Es el ensamblaje y el trabajo del collagiste con esos fragmentos el que los dota de un nuevo sentido: el de la creación artística, que recompone con el orden del arte el orden de los acontecimientos (y del lenguaje) cuando a estos les sobreviene el desuso o la obsolescencia. Esta creación, que supone una cierta resurrección, una especie de segunda oportunidad en el arte para las cosas y los objetos de la vida, era también, para Schwitters, una actividad inseparable de cierta tensión y sufrimiento (en su "Merz" se oyen también ecos de la palabra alemana Schmerz [sufrimiento], cuyas tres primeras letras remiten a su vez a las del apellido del artista).
En Kurt Schwitters, en suma, la novedad de los experimentos formales del artista de vanguardia encajan con el trabajo del diseñador gráfico, de modo que su obra puede presentarse como una verdadera simbiosis, mutuamente productiva, entre dos realidades tan aparentemente contrapuestas como íntimamente ligadas en el arte de la modernidad: la vanguardia y la publicidad.
Cuándo.- 22 de octubre de 2014 al 15 de febrero de 2015.
Dónde.- Museo de Arte Abstracto Español (Fundación Juan March), Casas Colgadas, Cuenca, España.