En enero de 2018 comenzaron la obras, proyectadas por Carlos de Riaño, cuya primera fase recuperó el paseo hasta la Puerta del Rey, también conocida como Puerta de Carlos III. Esta intervención ha sido resuelta con bastante acierto, tanto en lo material como en la cuidada atención al diseño. El proyecto recupera la permeabilidad del paseo gracias a sus nuevos pavimentos, a un nivel inferior con respecto al del Paseo del Prado, un gesto de protección al jardín, que también agradece el paseante.
La parte final, hasta Cuesta de Moyano, está pidiendo a gritos la terminación que vuelva a poner en valor uno de los puntos más emblemáticos de esta zona de Madrid.
Descripción del proyecto por Carlos de Riaño
EL REAL JARDÍN BOTANICO Y SU CERRAMIENTO
Se ponía con este Jardín la primera piedra del programa de implantación de edificios destinados a las ciencias que, además, configurarán con sus fachadas el espacio público ante el palacio de los reyes españoles del Siglo de las Luces.
La historia del Jardín está ya escrita, baste decir que es trazado en torno a 1775 por Francisco Sabatini, arquitecto real y construido entre esa fecha y 1781, año en que se inaugura y se dedica su puerta del Prado a la mayor gloria de Carlos III, tras haber trabajado en él, tras Sabatini, los sucesivos arquitectos reales Juan de Villanueva e Ignacio Haan.
Menos conocido es el proceso de traza y construcción de su cerramiento, elemento este al que, por materializar la fluida relación que se pretende para el Jardín Botánico y el Paseo del Prado, se presta desde el principio una especial atención.
La zona de contacto entre el nuevo jardín y el Paseo, que pretendía dar servicio a la cada vez mayor afluencia de paseantes, presentaba múltiples problemas como lo eran el desorden de las distintas y numerosas propiedades o la complejidad de la topografía, con grandes desniveles y surcado su centro por un canal de aguas abierto, paralelo a la línea de cierre oriental del jardín y cruzado de puentes, problemas estos que se sumaban a la inexistencia de drenajes apropiados, de manera que todas las representaciones de estas zonas, que son bastantes, nos la figuran como un barrizal continuo.
El cerramiento al paseo del Prado se construye con las trazas de Sabatini entre 1781 y 1789 por Francisco Arrillaga y Pedro José de Muñoz, cerrajeros tolosanos.
Este cerramiento inicial tiene, como elemento singular un banco‐canapé longitudinal de sillería de granito sobre el que llamamos la atención porque la actividad humana en su entorno inmediato ha provocado su enterramiento dejándolo prácticamente oculto y generando la mayor de las agresiones al elemento artístico diseñado por José de Hermosilla en 1769.
Desde el punto de vista arquitectónico se pretende recuperar la relación del cerramiento con el recorrido peatonal que se desarrolla ante él a lo largo del Paseo del Prado, devolviendo a esta fachada del Jardín su proporción y su función estancial original.
Para ello se rebajará, hasta su cota de origen, todo el recorrido citado, eliminando también los deleznables ajardinamientos existentes ante la verja y pegados a ella por el exterior del Jardín Botánico, lo que permitirá además eliminar una de las aportaciones de agua más dañinas.
Retrazado el parterre –en sus bordes y sistemas constructivos– que, en la vía pública, limita nuestra intervención por el oeste, será plantado con una alineación compacta de especies arbóreas –castaños de Indias o plátanos– que, recortada en forma de setos de escala monumental, cumplan la función de pantalla frente al tráfico.
La actuación que se propone en el interior del RJB busca recuperar la idea de Sabatini, abriendo el RJB a la vista de los viandantes, actuando para eliminar al máximo la humedad y la vegetación que incida negativamente sobre la verja, y aumentando el atractivo visual mediante la plantación de elementos que acompasen su floración a lo largo de la mayor parte del año, de forma que el juego cromático y de formas embellezca el Paseo del Prado y atraiga a los viandantes a ver el resto del Jardín.
Finalizaremos esta exposición haciendo notar cómo la intervención propuesta se adapta al medio en que ha nacido de manera natural. Básicamente, y por ser la primera de las implantaciones de dimensión urbana que se realiza en el eje del Paseo del Prado, podemos afirmar que este paseo es el que el Real Jardín Botánico ha inspirado y lo ha hecho con tal calidad que todo él se encuentra hoy protegido con los máximos niveles que definen las leyes sectoriales vigentes.
El material dominante es el granito gris Quintana manejado con un criterio de atemporalidad en los nuevos diseños con la idea de que siempre estuvieran allí.