Los arquitectos plantean una interesante dualidad en la elección de los materiales combinando los que ellos llaman materiales muertos y materiales vivos, como por ejemplo troncos y raíces. Además es importante el empleo del crecimiento de elementos vivos como plantas ya que aporta una dinámica que evoca al ciclo intrínseco de la vida para de esta manera generar mediante el empleo de los materiales un encuentro entre las personas y sus antepasados.
Ampliación del Cementerio Metropolitano de Roques Blanques por Batlleiroig Arquitectura. Fotografía por Jordi Surroca.
Ampliación del Cementerio Metropolitano de Roques Blanques por Batlleiroig Arquitectura. Fotografía por Jordi Surroca.
Descripción del proyecto por Batlle i Roig Arquitectura
El proyecto está situado en el cementerio regional de Roques Blanques, en el municipio de El Papiol, en Barcelona. La instalación cuenta con una parcela de 50 ha, integrada dentro del parque natural de Collserola, y actualmente ocupa el 30% de la superficie disponible. La actuación corresponde a la urbanización del grupo 6, con una superficie de 2.000 m2, y consiste en la generación de una gran terraza verde muy alargada con un camino, el «Camino del Bosque», preparado para albergar un total de 1.100 nuevas sepulturas. Esta intervención, basada en el respeto y la conservación del entorno en el marco natural del Parque de Collserola, forma parte de la última ampliación del cementerio, inaugurada en 1985, con la recuperación de la masía de Can Tintorer y el primer grupo, el 1, correspondiente a uno de los primeros proyectos realizados por el equipo de Batlle y Roig.
El cementerio Roques Blanques, con 30 años de historia, ha sabido adaptarse a los cambios en la demanda de los clientes, proponiendo nuevos paradigmas de enterramiento, para facilitar el recuerdo y la relación de las familias con sus difuntos. Por otro lado, la estrecha relación profesional con el cliente, Altima, promotora y gestora del cementerio, y el interés común por el respeto al medio ambiente y a la naturaleza, han hecho posible una propuesta vanguardista en las nuevas formas de sepultura, ecológicas y 100% biodegradables.
En los últimos años, las tumbas tradicionales basadas en el enterramiento, tumbas, panteones, nichos, osarios y columbarios, han ido perdiendo demanda en favor de un creciente interés por la cremación, y las nuevas formas de despedida familiar de las cenizas. Aunque los enterramientos tradicionales requieren construcciones duras, que ocupan gran parte del terreno, y que exigen complejos sistemas de drenaje que eviten la contaminación por filtraciones, los lixiviados tóxicos que emanan de los cuerpos en descomposición, los enterramientos desde las cenizas, permiten nuevas tumbas con menor impacto ambiental, como el «bosque de la calma», los «árboles de la familia», o «la fuente del descanso». En este caso, se propone el muro Krainer, un sistema innovador basado en la bioingeniería aplicada al paisaje, para crear «el camino del bosque y el jardín de las mariposas».
El muro Krainer tiene muchas ventajas: es el sistema de contención natural que genera la gran terraza verde situada en la ladera norte de la sierra de Collserola, permitiendo un espacio adecuado y accesible para las nuevas tumbas, e incorporando la vegetación arbórea existente además de nuevas plantaciones con especies locales. Su diseño está pensado para ser construido rápidamente y con materiales naturales del entorno.
Es una tecnología que combina materiales muertos y vivos, a menudo llamados materiales vivos, a menudo llamados entramado vivo 'doble, que evoluciona, vinculando la degradación de los elementos muertos (troncos) con las raíces y el crecimiento de los elementos vivos ( plantas), en una dinámica natural que evoca el ciclo intrínsito de la vida en la idiosincrasia de un cementerio, como punto de encuentro entre las personas y sus antepasados, a través del tiempo. El «Cami dels bosc» tiene una longitud de 95,5 ml, una altura de muro de 1,5 m en 7 vertientes, y una anchura de 2 m de muro y 1 m de camino, situado en la vertiente interior de la terraza ajardinada de anchura variable en torno a los 8,10 m. Aprendiendo de los castores, que construyen sus refugios con troncos, ramas y tierra, generando verdaderas construcciones de ingeniería ecológica y biodegradable en forma de tomas de agua en las riberas de los ríos, el muro Krainer propuesto consiste en un doble entramado de troncos de Ø20 / 25 cm de castaño del Montseny fijados con estacas, formando una estructura celular con el interior relleno de tierra y piedras, y un biorrollo de fibra de coco de alta densidad O30 cm estructurado con una red de coco de 45 mm que confina las nuevas plantaciones de arbustos.
Durante los primeros años, el bloqueo del talud se consigue gracias a la estructura de madera, y a medida que ésta se descompone, las plantas enraizadas toman el relevo y se hacen suficientes para sostener el terreno y consolidar definitivamente el talud natural. Con este método, además, se mejora el control de las aguas de escorrentía, la calidad de la atmósfera circundante y se crean refugios y alimentos para la fauna del lugar, como reptiles y pequeños roedores.
Por otro lado, las urnas orgánicas para las cenizas de las tumbas son de madera de castaño y se ubican en los espacios del entramado, formando una construcción con materiales del lugar que pasa a formar parte de la biodinámica natural del bosque donde se ubica.
Esta técnica ha sido seleccionada para conseguir la inhumación adecuada y controlada de las cenizas en un espacio atractivo.