Anselm Kiefer. Rectospectiva como testimonio del poder regenerativo del arte

La exposición sobre el artista alemán se podrá visitar en el Centro Pompidou hasta el 18 de abril de 2016. Anselm Kiefer (Donaueschingen, 1945) pertenece a la generación de artistas (entre los que se encuentran Georg Baselitz, Gerhard Richter, Sigmar Polke y Jorg Immendorff) que en la década de 1970 promueve el renacimiento de la pintura alemana con un estilo neoexpresionista. En esta época, Kiefer se especializó en la representación de mitos de la cultura germánica. Esta visión de la historia responde al gran dilema respecto a la naturaleza del arte en un contexto post-nazi: "¿Cómo crear una obra después de Hitler?"

Kiefer nació en 1945 y creció en un ambiente marcado por los escombros de una Alemania derrotada, donde el nazismo seguía siendo un gran tabú y el arte parecía una actividad inútil e irrelevante. Mientras otros artistas optaban por la abstracción o el minimalismo venido del otro lado del Atlántico, como instrumento que les permitía expresar el desconcierto que vivían, Kiefer prefirió una figuración expresionista y turbulenta, plasmada en una obra teñida de oscuridad y melancolía.

La exposición del Centro Pompidou, de París, indaga en los efectos que ese traumático contexto provocaría en la obra de este titán del arte contemporáneo, a través de una revisión cronológica de 150 de sus obras.

En los años de la década de 1980, Kiefer inserta en su pintura histórica el sentimiento de melancolía y luto por la pérdida de la cultura yiddish a causa del holocausto en el colectivo cultural germánico. Es a partir de este momento cuando el artista estudia y se inspira en elementos de la tradición judía, lo que lleva a una mayor complejidad en sus obras, cada vez más alejadas de la figuración occidental convencional. Otra de las influencias en la composición kieferiana es el poliedro del grabado "Melancolía" (1514) de Alberto Durero. Sin embargo, su melancolía es más sensorial, matérica, empleando la ruina como principio compositivo.

La retrospectiva que el Pompidou dedica a Anselm Kiefer se completa con una segunda exposición en la Biblioteca Nacional de Francia, centrada en los libros que el alemán empezó a crear en 1968, cuando estudiaba Bellas Artes en Karlsruhe. La muestra revisa un centenar de esos volúmenes, auténticas obras de arte realizadas con pintura, argila, ceniza, paja, arena, yeso, tela y plomo, expuestas con una escenografía ideada por el propio Kiefer, que reproduce el almacén de libros de su taller en las afueras de París.