Por su parte, la trayectoria y trabajo de los arquitectos Cruz y Ortiz han sido notablemente reconocidos, habiendo sido distinguidos como Caballeros de la Real Orden del León Neerlandés, la orden civil más prestigiosa en los Países Bajos, o el Premio Arquitectura Española Internacional, el mayor galardón que concede el CSCAE a obras realizadas fuera de España. (Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España).
Esta reforma, ampliación y transformación es considerada como una de las intervenciones patrimoniales más complejas del siglo XXI, por las dificultades técnicas, a las que se añadieron los complejas condicionantes orográficos, y sobre todo por el carácter del edificio y la institución que alberga, que se define a si misma como la «memoria física de la nación».
La intervención de Cruz y Ortiz sobre el edificio consistió, por un lado, en abrir una nueva y única entrada al museo ocupando para ello la nave central del pasaje. Por otro, en liberar los patios y los espacios expositivos, recuperando hasta cierto punto su estado original y sus dimensiones.
El trabajo durante esos trece años fue ingente y de una tremenda dedicación, que permanece latente pero oculto a los ojos del visitante que perciben la intervención desde elementos que han caracterizado la imagen del proyecto. La piedra caliza fue uno de los materiales que definió la intervención en los nuevos espacios creado para el acceso, patios, con suelo levemente inclinado que se conectan bajo el pasaje, y sobre cada uno de ellos se ha suspendido una estructura con misiones acústicas y de iluminación, bautizada por los arquitectos como los «chandeliers».
El Rijksmuseum por Cruz y Ortiz Arquitectos. Fotografía por Duccio Malagamba.
El Rijksmuseum por Cruz y Ortiz Arquitectos. Fotografía por Duccio Malagamba.
Descripción del proyecto por Cruz y Ortiz
El edificio del Rijksmuseum de Ámsterdam fue proyectado a finales del XIX por el arquitecto holandés Pieter Cuypers. El programa del edificio era doble, de una parte museo nacional, de otra, puerta de entrada hacia el sur de Ámsterdam.
El uso museístico ha tenido que pagar un precio extraordinariamente alto por el papel urbano del edificio como elemento de conexión entre la entonces ciudad existente –al norte- y los nuevos desarrollos hacia el sur. Un pasaje, prácticamente una calle, atraviesa el edificio de norte a sur dividiéndolo en dos partes, obligando al museo a tener dos entradas – ambas hacia el norte- y dos escaleras principales, y ocasionando que sólo en planta principal se encuentren conectadas las zonas este y oeste en que el edificio queda dividido por el pasaje en sus dos plantas inferiores.
Las necesidades de espacio expositivo habían llevado a edificar en los patios del edificio original, lo que había provocado una carencia total de luz natural y convertido el recorrido del museo en una experiencia laberíntica en la que el visitante carecía de cualquier dato sobre su posición en el edificio.
El Rijksmuseum por Cruz y Ortiz Arquitectos. Fotografía por Duccio Malagamba.
La intervención sobre el edificio consistía, por un lado, en abrir una nueva y única entrada al museo ocupando para ello la nave central del pasaje y por otro, en liberar los patios y los espacios expositivos, recuperando hasta cierto punto su estado original o al menos sus dimensiones.
El gran espacio que se genera al abrir y conectar los patios alberga todos los usos imprescindibles para recibir a los visitantes, y constituye un digno espacio a la escala que la grandiosidad del edificio merece. Desde el pasaje se accede a este hall y desde él, se inician los recorridos hacia las zonas expositivas, enlazando con las grandes escaleras originales.
En el nuevo espacio creado, se ha empleado la piedra caliza. Los patios, con suelo levemente inclinado se conectan bajo el pasaje, y sobre cada uno de ellos se ha suspendido una estructura con misiones acústicas y de iluminación: los «chandeliers».