La plaza se divide en dos plataformas separadas por una gran escalinata que da acceso a la iglesia del pueblo, a lo largo del espacio encontramos unos bancos diseñados con patrones de vegetación producidos por una industria local. Se conecta visualmente con las piezas que rodean la plaza y consiguen darle importancia a la parroquia y monumentos.
Descripción del proyecto por Moneo Brock
El proyecto se sitúa en la plaza de la Villa del pequeño municipio mallorquín de Sencelles, un solar importante en el pueblo al concentrar en un solo lugar la iglesia, el Ayuntamiento, la oficina de correos, la parada del autobús y el bar de la esquina, “Café Ca’n Paris”.
Al igual que ocurre en tantos otros pueblos de la geografía española, la plaza había perdido totalmente su uso como espacio público. Durante las últimas décadas, está plaza, en la que confluyen varias calles estrechas, se ha utilizado como estacionamiento para los vecinos. El concurso planteado por el Ayuntamiento contemplaba la necesidad de estudiar la movilidad vehicular de todo el pueblo y cambiarla, de manera que se pudiera recuperar este espacio para la ciudadanía y para poder acoger eventos como mercados, bailes, procesiones, etc. La importante participación ciudadana ha sido fundamental para entender mejor las necesidades del pueblo.
La plaza estaba dividida en dos plataformas separados por una gran escalinata enfilada a la entrada a la iglesia. Uno de los objetivos era el poder conseguir la accesibilidad universal. Una nueva rampa peatonal y un conjunto de gradas conectan los dos distintos niveles, y permiten que todo el mundo pueda acceder a la parte alta del pueblo y a la parroquia de San Pere, cuyos orígenes se remontan al año 1236.
Plaza de la villa de Sencelles por Moneo Brock. Fotografía por Michael Moran.
El nuevo espacio público, es ahora una zona amplia de encuentro y disfrute, un lugar de integración social. Al eliminar las aceras, los bordillos y el asfalto, la nueva pavimentación continua unifica y agranda la plaza, borrando los límites existentes y las barreras arquitectónicas, aunque se mantiene un paso vehicular unidireccional de coexistencia, compartido con peatones y ciclistas, delimitado por bolardos.
Esta redistribución de la plaza permite un uso flexible; es sitio cotidiano de reposo y encuentro, el mercado semanal de los sábados encuentra apoyo para los puestos y las festividades tradicionales como verbenas, o teatrillos, ven ampliado su aforo.
El diseño se adecua a un contexto climático concreto, protegiendo la plaza del calor mediante cuatro pérgolas y abundante vegetación. Bajo las pérgolas hemos diseñado unos bancos de hormigón producidos por la industria local Huguet. Estos recintos actuarán fomentando el encuentro de distintos grupos y de diversas edades. Todos los materiales y especies vegetales que se han usado son locales, y dan lo mejor de sí en el clima mediterráneo. Además, la riqueza artesana y técnicas de construcción de la isla han sido decisivas en el proyecto, y su uso nos permite hablar de una producción local y un carácter mallorquín. Por ejemplo, las pérgolas se componen de bovedillas cerámicas cuya textura y color terroso se mimetiza con el de los edificios del entorno.
Plaza de la villa de Sencelles por Moneo Brock. Fotografía por Michael Moran.
Finalmente, el diseño se apoya en varios conceptos que nos permiten hablar de un proyecto sostenible: reducción del espacio vehicular, mejora de la movilidad activa, diseño de un espacio público de calidad para el encuentro de la ciudadanía, renaturalización del espacio público, reducción de residuos mediante la reutilización de materiales, uso de materiales locales y medidas pasivas para el control del sol, de la temperatura y la mejora del confort.