La vivienda proyectada por José Manuel Martínez Rodríguez plantea un giro sobre la solución habitual de vivienda unifamiliar en pequeñas parcelas, de manera que lo general y lo particular tengan la misma importancia, siguiendo una única idea espacial que condiciona la organización funcional, formal y constructiva: el patio.
El proyecto se desarrolla mediante una estructura prefabricada de madera de pino y entramados de madera, minimizando el impacto ambiental de la construcción y aprovechando las cualidades de la madera como material sostenible, al mismo tiempo que se adapta a su entorno.
Casa-cortijo urbano por José Manuel Martínez Rodríguez. Fotografía por Juan Carlos Lagares.
Descripción del proyecto por José Manuel Martínez Rodríguez
Chiclana de la Frontera es una población situada al sur de la bahía de Cádiz. Durante los años 50 y 60 se mantuvo al margen del boom de la construcción turística, y sostuvo un cierto equilibrio entre paisaje y edificación, con urbanizaciones de pequeñas viviendas unifamiliares que crecen en la costa ubicadas entre los pinares de la Barrosa y Sancti Petri.
Situada en la urbanización Los Gallos- Cerromolino, próxima a la marisma de Sancti Petri, la casa ocupa una pequeña parcela de 500 m². Tiene una geometría rectangular con una suave pendiente hacia el sur. Presenta una exuberante alineación de pinos de gran porte en sus lados norte y oeste que definen el carácter del lugar. El acceso se realiza a través de una estrecha calle flanqueada por parcelas delimitadas por muros de cerramiento de fábrica encalados en blanco, con una edificación en su interior.
El emplazamiento se beneficia de un clima oceánico suave, con una temperatura media anual de 18 grados. La atmósfera vacacional de la zona, sumada a la saturación ambiental provocada por el calor, la cercanía del humedal y los vientos característicos de Levante y Poniente, definen las condiciones físicas.
El programa de la vivienda solicitado por la propietaria, se desarrolla principalmente en una sola planta y responde a las necesidades de vivir y trabajar, integrando espacios de relación, descanso y estudio.
La estrategia del proyecto plantea un giro sobre la solución habitual de la vivienda unifamiliar en pequeñas parcelas, característica en las construcciones vecinas, de acumulación de pabellones o casas en el centro de sus parcelas. Donde hay lleno se propone vacío, las vistas/luces de fachada sobre las tapias de cierre se transforman en vistas abiertas a un espacio interior, garantizando a la vez la conservación de todos los pinos, negociando sin concesiones el espacio de una parcela pequeña y resolviendo las necesidades requeridas por la propietaria.
La arquitectura tradicional de la zona ya sea en alquerías y cortijos como en los cascos históricos de Chiclana, Vejer o Jerez de la Frontera, ofrece tanto la tipología como la atmósfera adecuadas, afines a los pueblos blancos de Cádiz y a los materiales autóctonos.
Se trata de concretar en una idea totalizadora todos los condicionantes de tal forma que lo general y lo particular tengan la misma importancia. El proyecto se resume así en una única idea espacial que condiciona la organización funcional, formal y constructiva.
La casa con patio forma parte de la tradición occidental, mediterránea principalmente. La casa romana, las casas andaluzas y los claustros son espacios de privacidad y control. En la arquitectura tradicional de la zona el patio es el espacio central de la casa al que se vuelcan todas las dependencias. En el patio pasa todo. Hay parras con uvas de Jerez, naranjos de Córdoba, estanques con agua y fuentes. Por ello planteamos la idea de un Hortus Conclusus, un espacio encerrado por un muro habitado.
Este patio introvertido evocaba a los antiguos patios que visitamos de las casas de Chiclana, con mucha luz, vegetación, y el ruido de un chorro de agua cayendo del grifo de un pozo.
La casa es un anillo estrecho desarrollada entre tres muros concéntricos alrededor de un patio, con un torreón en la esquina que abre vistas a la marisma y los pinares de Sancti Petri.
La fachada exterior de ese anillo es muy cerrada, con varios pequeños huecos, y dos o tres más grandes que se corresponden con el zaguán de entrada y un porche abierto al sur que enmarca y pone en valor los pinos del fondo de la parcela.
Toda la vida de la casa se vuelca hacia el interior del patio. Todo pasa por el patio. El clima permite pasar de unas zonas a otras por el exterior. Una escalera comunica el patio con un pequeño estudio y una azotea desde la que se divisa el mar de pinos de la bahía de Sancti Petri.
La edificación se separa lo justo de las parcelas vecinas el mínimo que exige la normativa municipal de separación a linderos y queda ocupado por los pinos en el lateral norte y oeste y una nueva alineación de árboles frutales característicos en la zona; un naranjo, un limonero, un pomelo y un granado.
La construcción de la vivienda se ejecuta mediante una estructura prefabricada de madera de pino, con muros de carga formados por entramados de madera y forjados de viguetas transversales. Este sistema constructivo, de carácter ligero y eficiente, se adapta perfectamente al entorno, minimizando el impacto ambiental y aprovechando las cualidades de la madera como material sostenible. La construcción prefabricada también permite una mayor rapidez en la ejecución y un control preciso de la calidad.