Jorge Vidal Studio y Marcos Catalán & Marta Garcia Orte Studio usan las paredes existentes, planteando el acceso del patio orientado al sur. Se plantearon una serie de aberturas a través de unos grandes marcos de madera, que no sólo enmarcan el paisaje sino que iluminan y ventilan los amplios salones.
La vivienda está compuesta por pizarra y granito de una cantera cercana, se talaron y secaron los troncos de castaños que posteriormente servirían para las vigas, muebles y carpinterías, y diferentes elementos (hormigón de dinteles, arcos perimetrales, chimeneas, los fregaderos...) contienen áridos y arenas de la zona.
Casa Cortijo Jamonero por Jorge Vidal y Marcos Catalán. Fotografía por Eugeni Pons.
Casa Cortijo Jamonero por Jorge Vidal y Marcos Catalán. Fotografía por Eugeni Pons.
Descripción del proyecto por Jorge Vidal, Marcos Catalán
La Casa Cortijo Garciaz es el resultado de una intervención en una antigua masía existente, vinculada durante decenas de años a la explotación ganadera.
La vivienda planteada potencia y recupera la tipología local de cortijo, desgranando el programa en diversos cuerpos de geometría cambiante, favoreciendo la integración en el paisaje, como si de un pueblo rural se tratara.
Amalgamándose con las paredes existentes, la vivienda plantea un acceso a través del patio orientado a Sur, culminando una secuencia de espacios exteriores entre encinas y roquedales.
Casa Cortijo Jamonero por Jorge Vidal y Marcos Catalán. Fotografía por Eugeni Pons.
La construcción de todo el proyecto se ha ejecutado con un alto grado de artesanía: se seleccionó la piedra -pizarra y granitos- de una cantera cercana; se talaron y secaron los troncos de castaños que posteriormente servirían para las vigas, muebles y carpinterías; el hormigón de dinteles, arcos perimetrales, chimeneas y los fregaderos contiene áridos y arenas de la zona; y también se manipuló el cobre para fabricar in situ todos los grifos.
Con el objetivo de acercar la casa más al paisaje, de abrirla al exterior, se plantean una serie de aberturas a través de unos grandes marcos de madera, que no sólo enmarcan el paisaje sino que iluminan y ventilan los amplios salones. Estas cajas no dejan de ser ventanas habitadas: artefactos que contienen sofás, estantes, bancadas y que aportan la domesticidad que el interior de una casa pide. De este modo, las fachadas se convierten en el reflejo de esta vida interior, en lugar de responder a criterios puramente compositivos.