La clave del proyecto de David Estal y Arturo Sanz, de acuerdo con la nueva visión de los propietarios, reside en el espacio común: cuatro viviendas conviven en la parcela de 7,5 x 26 m, donde se ha dejado un amplio patio central enladrillado en torno a una palmera washingtonia, reminiscencia de las históricas palmeras de la calle de la Barraca.
En la intervención se han restaurado partes y elementos recuperados de la antigua casa, combinándose respetuosamente con materiales nuevos cerámicos o galvanizados, como en la escalera que sube por el patio.
Descripción del proyecto por David Estal y Arturo Sanz
El Cabanyal. Un barrio histórico que no necesita presentación. Nació como un humilde pueblo de pescadores, quienes construyeron unas alargadas barracas, una junto a la otra, en paralelo al mar, aprovechando los vientos predominantes de levante. Independiente de Valencia hasta finales del siglo XIX, entonces se denominaba Pueblo Nuevo de la Mar. Han pasado tres siglos, pero El Cabanyal continúa siendo como un pueblo.
En su constante transformación, las parcelas rectangulares han permitido una gran variabilidad de combinaciones dando lugar a edificaciones modernistas entre una y tres alturas, y más adelante, incluso, esbeltas torres de seis plantas o más. A pesar de los incendios, los bombardeos de la Guerra Civil, la Riuà, o el empecinamiento de una alcaldesa que lo intentó derribar, aquí estamos, en un nuevo Cabanyal en obras.
En particular, la historia de este edificio comienza con Pepa y Ernesto. Ella, del Cabanyal de toda la vida. Él, de un pueblo de Teruel. En medio de la popular calle de la Reina, en el número 125, la antigua y popular papelería Gadea los estaba esperando.
Con decisión, la gran casa de tres plantas, que atraviesa de levante a poniente hasta la calle de la Barraca 128, se fue llenando de alegres estudiantes erasmus durante quince años mientras, lamentablemente, su entorno pasaba a despreciarse como zona cero ante la amenaza de derribo.
Resistiendo orgullosamente, aquello que durante tantos años parecía no tener valor, actualmente es un edificio catalogado. Esta ha sido una condición de partida importante la intervención de rehabilitación de la parte delantera y renovación del fondo de parcela, dando forma a una nueva visión de sus propietarios: cuatro viviendas donde el espacio común fuera la clave. Es decir, un edificio residencial para vivir en vecindad. Y ha sido posible gracias a que en la parcela de 7,5 x 26 m se ha dejado un amplio patio central enladrillado donde todo gira alrededor de una palmera washingtonia en conciliación a las históricas palmeras de la calle de la Barraca.
En Reina 125, encontraréis un lugar de acogida, abierto en la calle, que ha tratado de ser respetuoso con su pasado, restaurando partes y elementos recuperados de la antigua casa, en armonía con todo aquello que es nuevo, bien de materiales cerámicos o galvanizados como la escalera que sube por el patio.
Ante todo, se ha buscado naturalidad y confort, tanto en el ambiente, como en los detalles constructivos con la idea de verter modernidad en un edificio tradicional, pero sin perder de vista la calidez mediterránea.
Ahora es el turno de sus nuevos habitantes, quienes se apropiarán de sus rincones dándole una nueva vida a estas paredes del barrio consolidando un nuevo pueblo del Cabanyal.