Tanto el cliente como el arquitecto han realizado una propuesta innovadora que se integrara armoniosamente en el entorno tradicional de este pueblo de montaña, sin que se percibiera como un elemento extraño.
El edificio asume como protagonista la piedra de la cantera local dialogando con con otros materiales como la madera, el metal y el vidrio.
Haus Balma por Kengo Kuma Architects. Fotografía por Naaro.
Haus Balma por Kengo Kuma Architects. Fotografía por Naaro.
El proyecto ha supuesto un laboratorio de investigación de materiales constante. Como envolvente se desarrolló un muro cortina especial realizado por «piedras flotantes»: una estructura a modo de persiana de piedras y tablas de madera que es soportada por cables de acero inoxidable de 8 mm, que es permeable a la luz y las vistas. Una piel compuesta por 882 piezas de piedra (las finas losas de piedra de 25 mm se dividieron primero horizontalmente, luego se reforzaron con tela en el medio y luego se volvieron a pegar) y 501 de madera, donde las losas de piedra pesan un total 24 toneladas y cada cable tuvo que pretensarse con 500 kilogramos.
En el interior el elemento protagonista es la escalera de un solo tramo que cruza el edifico en diagonal generando un corte vertical y estrecho a modo de «desfiladero», como comenta Pia Truffer, representante de la empresa. Las paredes de este espacio se han acabado con trozos de roca en bruto. Kengo Kuma determinó exactamente dónde debía colocarse cada uno de los casi 1.000 piezas a nueve alturas diferentes en las paredes de la escalera. Dos artesanos dedicaron más de un año a montar los paneles.
«Nuestra intención deliberada era no crear un proyecto espacial jerárquico. En cambio, queríamos crear un espacio central y unificador. Ésta daba paso a la escalera, que iba desde la planta baja hasta la superior. Al proyectar una habitación alta, estrecha y de proporciones únicas, insinuamos que estamos dentro de una cantera».
Haus Balma por Kengo Kuma Architects. Fotografía por Naaro.
La escalera es además el espacio diferenciador de los usos residencial y comercial del edifico, dejando un triángulo más grande y otro más pequeño respectivamente. En el segundo piso hay dos apartamentos, el más grande lo utiliza la familia Truffer y el loft más pequeño se alquila. En el primer piso hay una oficina con 10 puestos de trabajo, una sala de reuniones y, en el triángulo más pequeño, la cafetería. La planta baja es zona de recepción, lugar de trabajo, sala de reuniones y punto de venta. En el sótano se encuentra el «El mundo de piedra» como sala de presentaciones, ventas, eventos y reuniones, incluido un jardín de muestras hundido.
Todo el conjunto interior sigue una ciertas leyes: en los pisos inferiores (especialmente en el sótano) los materiales son más oscuros y pesados predominando las superficies rugosas. A medida que subimos los colores se vuelven más claros y brillantes. Los dos apartamentos tienen pisos de roble claro o frentes de cocina de fresno blanco.
El proyecto recibió el premio Proyecto de Arquitectura del Año en los Premios BLT Built Design de 2023.