Además de ser la primera mujer arquitecta en España -y la primera en ganar el Premio Nacional de Arquitectura, en 2004-, Matilde Ucelay fue una de las pocas arquitectas que tuvieron un estudio en solitario: «Hasta el año 2000, aproximadamente, muy pocas mujeres lo tuvieron en España. Durante muchas décadas han trabajado como funcionarias, o con sus maridos, o en grandes estudios… pero muy pocas consiguieron lo que consiguió ella: hacer sus propios proyectos para su propia clientela», destaca Sánchez de Madariaga.
Hasta 1975 fueron muy pocas las mujeres que se licenciaron en Arquitectura. «Hasta los años 40 o 50, solo unas cinco. Desde esa época hasta el inicio de la democracia, no llegaron a 30. Durante muchas décadas no había prácticamente mujeres en la arquitectura. Era una profesión absolutamente masculinizada. Por eso, cuando ella estudió en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Madrid, no fue muy bien recibida por muchos de sus compañeros ni de sus profesores», relata Sánchez de Madariaga.
Ucelay terminó los estudios en 1936 tras realizar dos cursos en uno, pero no sin dificultades. La autora del libro destaca la inhabilitación temporal para ejercer la profesión y la definitiva para tener cargos públicos y directivos a las que fue sometida por la dictadura: «Aún así, trabajó enseguida. Cuando no podía firmar proyectos por las represalias, se los firmaban amigos suyos. Desde entonces, no dejó de trabajar nunca en su vida», remarca.
El libro «Matilde Ucelay. La primera arquitecta española», recoge toda esta trayectoria vital y profesional y pone en valor una historia que su autora califica de “excepcional”: «Primero, estudiar arquitectura en su época era ir en contra de las expectativas que se tenían para las mujeres. Segundo, ejercer su profesión durante el franquismo suponía hacerlo en una época en la que las mujeres no tenían derechos civiles. No podían tener una cuenta bancaria a su nombre, no podían viajar, no podían comprar ni una lavadora sin permiso del marido o del padre… Ejercer una profesión liberal como la arquitectura, con todas las responsabilidades legales, económicas y civiles que tiene, y hacerlo ella sola, es realmente una trayectoria muy extraordinaria».