The Dark Line no es simplemente una infraestructura de movilidad: es un espacio suspendido entre lo natural y lo construido, entre la memoria de una línea férrea en desuso y la posibilidad de una nueva narrativa territorial. Su proyecto, sobrio y preciso, propone una forma de recorrer el lugar que intensifica la relación con el entorno, ofreciendo una experiencia inmersiva que transforma la percepción del paisaje.
Los artículos reunidos en este volumen no solo analizan sus valores arquitectónicos y urbanos, sino que también lo sitúan en una constelación de referencias contemporáneas sobre proyectos de reutilización infraestructural, paisajismo activo y activación cultural del territorio. A través de análisis críticos y una entrevista, se recogen las múltiples voces que explican por qué The Dark Line mereció este reconocimiento.
Esta recopilación busca también dejar constancia del papel que juega el Premio de METALOCUS y su crítica arquitectónica como espacio de difusión, interpretación y construcción de una visión de la arquitectura actual. En un tiempo en que las obras circulan velozmente a través de las imágenes, este libro apuesta por la permanencia de la palabra escrita como forma de detenerse de manera excepcional, comprender y valorar en profundidad los proyectos que configuran nuestro entorno.
A continuación el prólogo del libro:

Índice del libro, «The Dark Line, michele&miquel, dA Vision Design» por José Juan Barba.
Azar y necesidad a través de la repetición y la geometría
Modernidad primitiva, arcaica, como vanguardia
«Todo lo que existe en el universo es fruto del azar y la necesidad», con esta cita de Demócrito comienza el ensayo «El azar y la necesidad», escrito por el biólogo Jacques Monod quien consiguió el Premio Nobel de Fisiología y Medicina cinco años antes. El libro fue publicado por primera vez en Francia en 1970 y su inicio estaba inspirado en la cita atribuida al filósofo griego. Es una referencia elegida con mucho cuidado pues resume una visión mecanicista con la que se ratifica la idea de que los fenómenos naturales, como los que se generan en los procesos biológicos, no obedecen a un proyecto divino o a una finalidad concreta, sino que son el resultado de la combinación de causas necesarias y eventos aleatorios.
Apropiándome de la cita de Monod, utilizaré esta interesante idea como base para desarrollar los fundamentos sobre los que la arquitectura de esta intervención, The Dark Line (proyectada por los arquitectos hispano-francés Miquel Batlle y Michèle Orliac, del estudio mICHELE&mIQUEL, en colaboración con el arquitecto taiwanés Chung-Hsun Wu del estudio dA VISION DESIGN), ubicada en un paisaje tan antropizado y natural como el taiwanés puede ser objetivada, experimentada, explicada y comprendida desde una perspectiva abstracta, subrayando la importancia de la aleatoriedad por su capacidad de adaptación e hibridación con el entorno y también como base de las acciones necesarias de transformación del proyecto en su proceso de construcción.
El proyecto se asienta en un lugar situado en las entrañas de la región montañosa que se encuentra entre las ciudades de Taipéi y Ylan, al este de la isla de Taiwán. Es una región que a lo largo de la historia ha sido cruzada y transformada por diferentes vías, entre ellas las de ferrocarril, utilizadas para conectarse con los atractivos yacimientos de la industria del carbón durante el siglo XX. La pérdida de valor de las energías fósiles hizo que las minas fueran cerradas a finales del siglo pasado, provocando que el ferrocarril y toda la infraestructura que se había utilizado para permitir el transporte tanto de mercancías como de personas fuese igualmente abandonado.

«The Dark Line, michele&miquel, dA Vision Design» por José Juan Barba.
Se unen los antiguos lugares e infraestructuras que salpican y conectan los pasados recorridos de esta zona que habían sido olvidados. Es creando el proyecto como resultado de la suma de elementos que se constituyen como conjunto mediante la suma de muchas pequeñas formas, es decir la creación de una unidad, desde la fragmentación y el orden de un caos menor.
El proyecto, desplegado por el territorio, se identifica como un conjunto de entidades con características tanto naturales como artificiales. La vegetación, los árboles y bosques, así como las laderas, montañas y rocas, dialogan con el agua de los ríos, con sus escorrentías y la humedad que rodea el ambiente caracterizando el paisaje y representan el concepto mediante el que se moldean y miden los elementos, su repetición y por ende las superficies que generan, estableciendo una relación simbiótica naturaleza-artificio.
La violencia de la arquitectura sobre el entorno (en el sentido que comentaba Ignasi de Solà-Morales en AnyWay en 19931), es decir, su capacidad de violentar, transformar y colonizar se reduce. Obviamente no evita la antropización que supone todo acto fundante en la arquitectura, pero se hace más sensible, más atenta y dialogante con nuestro medio. Se convierte en una arquitectura verdaderamente funcional y a la vez más natural2.
Esta belleza arcaica del proyecto, su primitivismo, su vanguardia y su extraordinario interés se explican en los textos que a continuación se presentan en este libro. Invitados excepcionales nos muestran un recorrido poliédrico, recogiendo una acción singular en nuestra forma de construir el proyecto moderno, el proyecto contemporáneo en el que se establece y propone un diálogo más íntimo con la naturaleza, con el clima, con el paso del tiempo, con nuestra memoria generada a partir de la interacción de los individuos con los espacios, permitiéndonos construir «ma», en una nueva cultura de «lugares» llena de nuevas oportunidades para crear arquitecturas con una interpretación alejada del discurso de la forma y más cercana a los individuos.
1. Barba, José Juan. «CONGRESO ANYWAY. La ciudad de las ciudades». Barcelona: Fundación Arquia, 2019.
2. Una arquitectura funcional y a la vez orgánica comentarían Juan Antonio Cortés y María Teresa Muñoz en: «La repetición en la arquitectura moderna». Arquitectura n° 229. Madrid: COAM, marzo-abril 1981, pp. 57-59.