El proyecto desarrollado por Ignacio G.Galán, Arantza Ozaeta y Alvaro M. Fidalgo cuenta con 800 m² de superficie, materializa el diálogo entre el concepto propuesto de las comisarias y 24 obras de arte pertenecientes a 19 galerías, incluyendo un foro para eventos y ponencias en el programa de este espacio arquitectónico. La configuración de estos espacios, posibilita conversaciones entre las obras y define espacios envolventes para las proyecciones y el foro, a la vez que conectan el interior con el resto del espacio ferial mediante aperturas en todo su perímetro.
«El Caribe no es un mar, es oceánico. Abordar el Caribe como un océano implica refutar su condición insular, fragmentada y desconectada para acercarse a su dimensión continental y reticular. Sus corrientes marítimas abren hacia el Atlántico y otras brechas generadas por nuestra especie lo conectaron indisolublemente al Pacífico. Esta condición continental del Caribe pone en relieve las relaciones coloniales que los archipiélagos tienen con los continentes, los vientos alisios que facilitaron la expansión colonial, y las corrientes terrestres y subterráneas que facilitan el movimiento humano y no humano».
Carla Acevedo-Yates y Sara Hermann Morera, comisarias de la exposición.
La orilla, la marea, la corriente.- un caribe oceánico. ARCO 2024 por Ignacio G. Galán, Alvaro M. Fidalgo y Arantza Ozaeta. Fotografía por Imagen Subliminal.
La propuesta arquitectónica moviliza de manera decisiva la materialidad del espacio expositivo, que se configura a través de muros panelados en madera y parcialmente forrados de moqueta ferial, mediante superficies que se cortan, pliegan, y retuercen. Lejos de definir una representación estable y una lectura unitaria, estas superficies construyen espacios que las comisarias describen como «inasibles, mostrando la vulnerabilidad y la precariedad». Los colores rosados de la moquetas y una familia de muebles forrados de aislamiento reciclado esponjoso, que extrañamente tiene apariencia pétrea, cuestionan las clichés diseminados en la representación de el Caribe y contribuyen al cuestionamiento sobre este territorio que la exposición plantea.
Superpuesta a las geometrías cambiantes que formadas por los muros, una suerte de carta nautica constituida mediante trusses reticulares proporciona líneas de luz que guían al visitante a través de la secuencia narrativa de la exposición, marcan visiones cruzadas y acompañan circulaciones diagonales que enfatizan la visión relacional del espacio propuesto por las comisarias.