Mediante la suma de capas, añadidas cuidadosamente, con delicadeza, se va construyendo la narrativa figurada de la obra. A las nuevas obras se suman también elementos presentes en sus proyectos anteriores, como la muestra «Shumak», presentada en Jerusalén en 2002. De ahí la referencia a la Franja de Gaza, y en concreto a la disposición espacial de uno de los refugiados campamentos, antes y después del bombardeo del 25 de julio de 2014.
Intervención caligráfica sobre ventana (2022) de Narelle Jubelin, en la exposición «Nalgures». Tinta blanca sobre vidrio.
Un recorrido por la memoria de situaciones y lugares que nos hacen reflexionar y redescubrir nuestro tiempo. Una narración apoyada en referentes objetuales, literarios y cartografías de la obra de Jubelin que se hibridan en un dialogo con piezas del contexto gallego, como ocurre con la intervención caligráfica sobre el cristal de una de las ventanas del museo utilizando el texto de «A desvértebra», de la poeta Ana Romaní (Noia, A Coruña, 1962). Una narración que enriquece con las fotografías que Anna Turbau (Barcelona, 1949) realizó en Galicia a mediados de los años setenta en referencia a situaciones que Narelle recupera medio siglo después, como memorias que resuenan en nuestra contemporaneidad.
Fotografías de 1977 de Anna Turbau y las consecuencias de las obras de la autopista «AP9» junto a tuberías de cemento. Nalgures por Narelle Jubelin. Fotografía por Manu Suárez.
Descripción del proyecto por CGAC
Nalgures nos sitúa en una indeterminación que está por definir, en el interior de unas geografías fragmentarias: lugares, vestigios, modos de ocupación. Narelle Jubelin (Sídney, 1960) se detiene en las memorias de unos espacios, de unos referentes objetuales y literarios concretos dentro del contexto gallego, que vincula con otras cartografías y con referencias a su propia biografía y a su trayectoria artística. Esto ocurre, por ejemplo, en una intervención caligráfica donde Jubelin interpreta A desvértebra, un texto de la poeta Ana Romaní (Noia, A Coruña, 1962). Además, con ocasión de este proyecto, Jubelin incorpora por primera vez a su semántica otras creaciones artísticas contemporáneas; tal es el caso de las fotografías que Anna Turbau (Barcelona, 1949) realizó en Galicia a mediados de los años setenta y que señalan elementos a los que la artista australiana acude décadas después.
Nalgures ahonda en la memoria del paisaje y de las construcciones humanas habitacionales pero también en los modos de ocupación espacial y redefinición formal de las distintas producciones culturales. A las nuevas obras, realizadas específicamente para esta exposición, se unen elementos presentes en proyectos anteriores como Soft Shoulder (Art Gallery of Western Australia, Perth, 1997), Shumakom (Artists’ House, Jerusalén, 2002), Afterimage (La Casa Encendida, Madrid, 2012), Plantas e Plantas (Fundação Calouste Gulbenkian, Lisboa, 2013), Suelo y pared (ABM, Madrid, 2018), Camiño Primitivo (Nordés, Santiago de Compostela, 2018) o The Housing Question (Penrith Regional Gallery, Sídney, 2019).
Como punto de partida, el propio CGAC, insertado en una extremidad del parque de Bonaval donde la presencia del agua vertebra este antiguo solar conventual que a su vez está unido a la intensidad de la arquitectura de un cementerio extinto. La proximidad del camino principal de peregrinación a Compostela, el Camino Francés, enlaza con la localización de unas arquitecturas de agua que atraen la atención de Narelle Jubelin. Una de ellas es el lavadero de Pinisqueira (Aguiño, Ribeira, A Coruña), situado junto al mar en un lugar próximo al camino A Orixe, la última de las rutas de peregrinación articuladas en torno a la traslatio del cuerpo del Apóstol desde Jerusalén. Precisamente en esta ciudad, durante la segunda intifada en 2002, Jubelin expuso Shumakom, un proyecto en el que profundizaba sobre el conflicto y la ocupación. De ahí surge la referencia presente en Nalgures a la franja de Gaza, en concreto, a la organización espacial de uno de los campamentos de refugiados, antes y después del bombardeo que tuvo lugar un 25 de julio, en el contexto de la ofensiva israelí del verano de 2014.
En Shumakom encontrábamos la fusión de dos voces de diferente origen —hebreo y árabe—, un encuentro que se podría traducir como “ningún lugar”. De esa indeterminación, de esa ausencia de lugar tomamos posición en nalgures, en algún lugar. Continuamos, así, en la indeterminación, ahora, practicable y transitable. “Tomar posición es desear, es exigir algo, es situarse en el presente y aspirar a un futuro”, escribía Georges Didi-Huberman.