Esta reforma fue la primera fase de un proyecto más ambicioso para generar unas instalaciones de mayores dimensiones y complejidad, compuestas de otros dos edificios que también era necesario restaurar, y que creaban un complejo mayor formado tres edificios edificios.
Descripción del proyecto por José Juan Barba
El proyecto es una reforma integral del interior de un antiguo edificio neoclásico de mediados del siglo XIX. Del edificio tan sólo se conserva el cascarón exterior, una estructura de fachada y pórtico en estilo neotoscano, ya que en los años 70 se realizaron reformas que destruyeron por completo todo el interior. Después de algunos años sin uso se recupera su función como Casa Consistorial.
La intervención se articula en torno a muy pocos materiales y a dos piezas propuestas en el proyecto: una cortina roja y la nueva escalera. Con estas dos piezas se marcan las pautas de la intervención, el espacio se define por el flujo de visiones y movimientos cambiantes que posteriormente producirán sus visitantes y no como respuesta a la formalización de los muros, que tan sólo es circunstancial. La percepción de ambas piezas depende del movimiento: en el caso de la escalera su percepción sólo es entendible recorriéndola, subiéndola, bajándola y penetrándola desde el ascensor, sus flujos varían no sólo en función del programa al que responde sino también por su evidente exposición a la luz cambiante del este y del oeste; y en el caso de la cortina porque su posición depende de su tránsito por los carriles, manteniéndola abierta o cerrada, las visiones hacia el interior o el exterior permiten un percepción diferente.
La cortina se diseña mediante dos recuerdos, el más evidente es una traslación de una de las piezas más desconocidas del pabellón de Barcelona de Mies van der Rohe, su cortina roja, siempre corrida sobre el muro del acceso, con una altura de 3,00 m. Su actual ubicación en el pabellón de Barcelona ha hecho que desaparezca su función inicial, se encuentra al inicio de todos los recorridos lo que hace que el visitante ignore las sombras del muro donde la cortina se protege y se lance hacia la claridad del patio-estanque en el que se encuentra la escultura de Georg Kolbe. Una referencia construida también gracias a la obra de Narelle Jubelin, «And Hence Re-Written».
El segundo recuerdo, y el que le da significado, hace referencia a la mítica Penélope que tejía y destejía su tela como metáfora de las narrativas cambiantes de la historia. La cortina envuelve un espacio de reunión, de toma de decisiones de la Junta de Gobierno Local, un espacio de contradicciones y de intentos imposibles por conseguir un sentido coherente de la vida de la ciudad. Con la cortina se consigue que el espacio se convierta en lugar.
La movilidad de la cortina la hace opaca y transparente, convirtiéndose en imagen de las decisiones que allí se toman. El lugar que abraza se reviste de solemnidad cuando es impermeable y de amabilidad cuando, tras ser recogida, permite la visión entre las dos fachadas del edificio.
La segunda de las piezas que articulan el proyecto es la escalera. No es una escalera de trazado continuo, los huecos por los que se desarrolla van cambiando en función de los tránsitos que realizan sus visitantes y que intencionadamente se pretenden activar. Los muros, o la ausencia de ellos, la rodean en su tránsito ascendente o descendente a la vez que van reflejando los lugares que se intentan conectar.
En la actualidad, hasta que se produzca el desarrollo del resto del proyecto, la toma de contacto con la escalera se produce por la planta de acceso, en este punto la escalera se rodea de gruesos muros blancos y ofrece dos posibilidades: el descenso por la izquierda o el ascenso por la derecha.
Descendiendo unos 5 metros se accede a la nueva planta excavada donde se encuentran los pasillos de conexión con el edificio de la Encomienda y con el edificio de las actuales oficinas. El espacio desnuda los originales muros de carga, en piedra, que se articulan con la barandilla de la escalera, en vidrio y acero, y con su pavimento en madera. El pavimento de la escalera, realizado en piezas de madera a testa para reducir su erosión, da continuidad a este camino que desde esta planta es sinuosamente ascendente.
El ascenso permite desplazarse y pegarse al muro para introducirse en el resto de la reforma, primero a la planta principal totalmente acristalada en la que se encuentra la sala de la cortina roja y el resto de las principales estancias (alcaldía, secretaría, oficinas, oficina-paisaje…). En esta planta el suelo se ha unificado con un pavimento continuo ejecutado en un micro-terrazo con color amarillo-verdoso. En la última planta, zona del archivo histórico y área de investigación, la caja de escalera se encuentra cerrada por su derecha en el ascenso y es permeable por su izquierda a través de unos balcones interiores que se vuelcan hacia ella.
Esta reforma es la primera actuación o fase de un proyecto más ambicioso para generar unas instalaciones mayores y más complejas, compuestas de otros dos edificios que también hay que restaurar, unidos todos mediante un túnel, pasillo, patio y pasarela que salvan los diferentes desniveles del conjunto, y que dan acceso a los ya mencionados edificios de la Encomienda y de las oficinas actuales.
