A menudo los proyectos más bonitos surgen con muy poco. Este es el caso de 'La Casita', autoconstruida por Anna y Eugeni Bach en la onírica granja de los abuelos de los niños, un paisaje rural finlandés. Sólo con ver cómo empieza la memoria del proyecto ya nos dimos cuenta de que merecía la pena!
El proyecto se entiende a partir de su sección, a 'escala niño', con la que se pretende crear una variedad espacial que dé lugar a todo tipo de aventuras. Tres espacios configuran el interior, uno a doble altura, otro más bajo y un tercero al cual se accede a través de una escalera, algo con lo que seguro todo niño sueña. Todo ello a partir de dos módulos contrapuestos, realizados en madera y pintados con unas simpáticas bandas blancas.
Para su construcción sólo hicieron falta 15 días y 800€, la ayuda y colaboración de los niños y abuelos y mucha energía y alegría.
Por último recomendar el vídeo de construcción que acompaña al proyecto, tan alegre y con tanta energía como todo lo demás.
Descripción del proyecto por los arquitectos
Cuando una pareja de arquitectos tiene hijos pequeños, siempre llega el día en que éstos preguntan:
- Papá, mamá,… ¿Vosotros sois arquitectos, verdad?
- Sí…
- ¿Y hacéis casas a la gente?
- Si, claro…
Y entonces viene la pregunta trampa:
-¿Y por qué no nos hacéis una casita a nosotros?
Ante tal situación, existen dos posibilidades: buscar alguna excusa para esquivar el tema, o prometerles que les harás una casa para ellos.
En tal situación nos encontramos antes del verano, y les prometimos que les construiríamos su casa en la granja de sus abuelos en Finlandia y, claro está, ante la insistencia y perseverancia de éstos, cumplimos entusiasmados con nuestra promesa.
La casita se basa principalmente en una sección, que es la estructura, muy simple, que se repite en dos módulos iguales aunque orientados en direcciones opuestas. Uno de estos módulos es a doble altura (a la escala de los niños), lo que permite que un adulto pueda entrar en la casa sin tener que agacharse. El otro módulo tiene dos niveles, conectados por una sencilla escalera permitiendo un juego más complejo en el interior.
Este sencillo punto de partida permite que, desde el exterior, la casita adquiera la presencia de un elemento casi abstracto, sin referencias a la escala, mientras que en el interior, al cruzarse los dos módulos, se identifique la sección prototípica de una casa de niños, con sus dos cubiertas simétricas, como las que nosotros mismos dibujábamos de pequeños.
El interior se convierte así en la reducción esencial de lo que los niños entienden por una casa: un espacio mayor que podría ser el salón, un espacio a menor altura donde podría ir la cocina y el comedor, y un altillo arriba, donde podría haber las habitaciones. Una casa completa, reducida en 13,5 m2. Aunque la abstracción del interior también permite hacer volar la imaginación, y aquellos espacios que podrían identificarse a un interior doméstico, se convierten repentinamente en las mazmorras de un castillo medieval, y el altillo en la torre principal desde la que disparar flechas a los enemigos.
La construcción de la casita duró dos semanas. Se hizo completamente de manera autónoma entre dos personas (nosotros mismos, más dos pequeños ayudantes), y fue un proceso tan gratificante como educativo: los niños vieron y entendieron que las cosas se consiguen con esfuerzo, y que uno mismo puede fabricarse sus propios sueños.
Para la estructura y los suelos se utilizó madera de abeto de la propia granja, de árboles plantados en los bosques de ésta por el bisabuelo de los niños, y cortados por su abuelo. El resto de la madera se compró en la ferretería del pueblo, madera de pequeñas serrerías de la zona.
Toda la casa está hecha de madera; estructura, suelos, paredes y cubierta, utilizando sistemas tradicionales de construcción de graneros tales como dejar la distancia de un clavo entre listones para que la casa ventile, o un sistema de cubierta hecha a partir de una simple supersposición de tablones de madera ranurada para evitar la entrada de agua.
Sólo unos pequeños vierteaguas de chapa galvanizada ayudan a sacar el agua y proteger los cortes de la madera de fachada.
La casa se pintó con unas franjas blancas verticales, que continúan por la cubierta y ayudan a explicar la sección origen del proyecto. El resto de la madera se deja sin tratar, de manera que con el paso del tiempo ésta irá tomando un tono grisáceo que contrastará cada vez más con las partes pintadas, enseñando de una manera más obvia cómo pasa el tiempo, y con éste, cómo van creciendo los niños. Estas franjas dan un carácter festivo al volumen, asimilándolo a una casita de feria o una antigua casita para cambiarse en la playa, aunque en este caso, su emplazamiento, en un entorno totalmente rural, rodeada de manzanos, todavía le confiere un carácter más onírico.
Texto.- A&EB.
CRÉDITOS.-
Arquitectos.- Anna & Eugeni Bach, arquitectos.
Colaboradores.- Uma y Rufus Bach (promotores y propietarios).
Fecha.- Julio de 2011 (proyecto), 10-24 Agosto 2011 (construcción).
Superficie construida.- 13,50 m².
Presupuesto.- 800€.
Construcción.- Autoconstruido por Anna & Eugeni Bach.