Por puro azar, por casualidad diría Jordi Bernadó, a la hora de contar cómo ha realizado sus fotografías y cómo ha llegado a ser uno de los fotógrafos de referencia en arquitectura, con una brillante trayectoria también en las realizaciones de sus trabajos más personales. En realidad no es exactamente así, aunque un ojo agudo y la deriva de gran multitud de viajes por todo el mundo le han permitido encontrarse con el azar y por ende con su trabajo.
Algo de deriva tuvo su formación como arquitecto donde, como él ha mencionado en diferentes ocasiones, por casualidad encontró en la fotografía una herramienta mejor para definir y ver la ciudad, el urbanismo y la propia arquitectura, algo que es una constante en su trabajo y así lo expresa reiteradamente cuando dice que para él la práctica fotográfica es una vía de conocimiento, un instrumento de decodificación de su entorno que traduce de manera personal, intentando abarcar un amplio espectro de posibilidades.
Una idea compleja que puede parecer seria y darnos una imagen de Jordi Bernadó más introvertida de la que nos contarían quienes le conocen. Sus tomas están llenas de narrativas, pero también de ficciones y de una gran carga de ironía. En este sentido es muy recomendable el libro "Welcome to Espaiñ", de Actar, 2009, uno de sus libros más conocidos y donde la ironía, el humor mordaz y la puesta en cuestión de estereotipos pone al límite su búsqueda de contradicciones, absurdos y su encuentro con el azar. Es aquí donde nos atrapa su trabajo, el descubrimiento de narrativas que el ojo de del fotógrafo congela y que nos sugieren nuevas historias, muchas veces sobre espacios ya conocidos.
Las fotografías que hoy presentamos de Jordi Bernadó podrían encuadrarse dentro de un conjunto difícil, la interpretación del paisaje. Las imágenes de exteriores son más evidentes, realmente espectaculares como las de Atlanta, complejas como la de París o perturbadoras como la de Hong Kong, e igualmente lo son los paisajes interiores como la titulada Barcelona (BCN 34.4), un paisaje de rojo casi infinito, o lo contrario con Buenos Aires (ARG 13.1), un escalera interior. Sus paisajes nos hablan de los territorios más intensos, los que mejor definen a los ocupantes de esos lugares.
Sus imágenes fueron surgiendo al principio en paralelo a los encargos recibidos, creando imágenes dobles, que respondiesen a las espectativas del cliente y que permitiesen una segunda lectura más personal, como ocurre con la serie que publicamos recientemente sobre el proyecto de Ullastret de Josep Lluis Mateo. Sus clientes son arquitectos, asimismo su condición y formación de arquitecto empapa todo su trabajo constantemente, como se refleja en la reciente intervención en el pabellón de Mies van der Rohe de Barcelona, donde ha recuperado el espacio original proyectado por el arquitecto alemán tan solo con la retirada de las puertas, una acción casi minimalista, llena de dobles lectura y narrativas complejas, como lo son gran parte de sus imágenes.
Texto por.- José Juan Barba. Dr. Arquitecto.