Su trabajo siempre ha estado vinculado a los encargos. Desde que se lanzó profesionalmente a la fotografía hace hincapié en que nunca trabaja por iniciativa propia y todos son resultado de una petición.
Hemos visto, en anteriores presentaciones, fotógrafos que trabajan la composición, el encuadre de la imagen, incluso escenografías mentales antes de realizar la fotografía. Jesús Granada comienza sus trabajos dedicando tiempo a hablar, creando una narración, la visión mental de la arquitectura que tiene delante, la narración que va a fotografiar construyendo un imaginario propio con los retazos de intenciones que el arquitecto le ofrece. A estas conversaciones iniciales les dedica tiempo e intenta descubrir intenciones, pistas, sueños y a veces también alguna pesadilla que el arquitecto ofrece como referencia.
Cuando la imagen final de un edificio es puesta en manos ajenas suele ocurrir que, tras esta apuesta de confianza, crece también una buena relación de amistad entre fotógrafo y arquitecto. En el caso de Jesús Granada parece algo casi obligatorio. Pasar por su diván, por lo que él llama etapa “extractiva”, de construcción de una narrativa especial para el trabajo, donde se cuentan las cuestiones más íntimas del proyecto, un tiempo donde Jesús también busca la expresión corporal de sus invitados y en algunas ocasiones les invita a completar este preámbulo con la realización de dibujos, donde la forma en que se realizan los trazos también supone una información complementaria, no es una etapa de mera conversación tomándose un café, es un proceso que él llama de "sociología microscópica", de diálogo como arquitectos, "te hablan incluso del dolor", muchas veces los clientes hablan más de las cosas que no han conseguido, “una manía bastante extendida”.
Jesús me cuenta que en realidad este proceso intenta desnudar la arquitectura que tiene que fotografiar, intentando encontrarla entre el imaginario que el arquitecto tiene en la cabeza y la realidad. Me recalca que su fotografía no son instantáneas sino lapsos de tiempo por lo que él no habla de momentos congelados sino de imágenes en movimiento. Como él comenta, la fotografía no es nunca una visión objetiva sino tan solo una una invención más con la que construir la memoria del edificio, o cómo acentua una narrativa con la que presentar un edificio.
Una vez creado el vademécum personal con el que construir sus imágenes llega el trabajo de campo, de calle, de ciudad…. un proceso en el que se toma su tiempo, un tiempo tranquilo, una semana para cada trabajo. Gracias a la tecnología actual se permite dedicarle un rato más al proceso de tomas, dedicar tiempo al acto fotográfico puro y duro como él menciona, así que cuando nos cuenta que trabaja con banco óptico intentando desplegar la mejor técnica posible no me sorprende. No quiere invertir más tiempo del necesario en su elaboración posterior. Hasta 2007 trabajó con Sinar f2 - 10x12 y después sobre una Linhof 679cs sobre CF39 de Hasselblad y gama óptica de 9 objetivos de focales desde 24mm hasta 250mm, fabricados por Rodenstock y Schneider.
Jesús Granada piensa que lo más importante en una fotografía, dónde pone el acento de sus invenciones, no es en el color, la composición, la luz, las texturas, el objeto en sí, o en los habitantes ni en sus usos futuros, sino que es, según responde de manera rápida y súbita, "en el lapso, en ese tiempo donde el ojo se queda varios segundos. Trabajar por secuencias, por eventos espaciales, el tiempo a través de capítulos."
Los procesos de post-producción están a cargo de sus colaboradores, quienes se encargan de los procesos digitales y de la gestión de la oficina.
Texto por.- José Juan Barba. Dr. Arquitecto.