Estas máquinas de diversión fueron las primeras en plantear un movimiento estático, se convirtieron rápidamente en los grandes atractores de las ferias y en éxitos indiscutibles de público. El cambio de perspectiva del paisaje observado desde diferentes posiciones verticales y horizontales provocaba la sensación de una experiencia inigualable transmitida de boca en boca.
El intento de trasladar a la arquitectura el movimiento tampoco es nada nuevo. Desde las Vanguardias de principios del siglo XX con algunas de las propuestas Constructivistas o Racionalistas, como las ciudades voladoras de Gueorgui Krútikov, o las Walking Cities vs Cities: Moving propuestas por Archigram en la década de 1960, pasando por propuestas más prosaicas como las diferentes torres mirador que como iconos muchas ciudades han desarrollado o han querido desarrollar (por ejemplo el estático Pirulí de Madrid o el proyecto de torre giratoria en Dubai o la noria de Londres) reflejaron parte de esa constante visión utópica para integrar máquina, arquitectura y movimiento en una misma componente, como reflejo de la inalcanzable libertad buscada por la arquitectura.
Los ejemplos sobre estas arquitecturas no se han circunscrito a las vanguardistas visiones dibujadas de algunos arquitectos o a infraestructuras, la cotidiana domesticidad de la arquitectura residencial también ha tenido su glorioso ejemplo visionario, ya hace casi un siglo, con la Casa Girasol. Se trata de una casa que giraba en torno a sí misma en una vuelta completa, realizada a lo largo de un solo día. La villa “Il Girasole” con una base circular fija y una estructura giratoria en forma de L se construyó entre 1930 y 1935 por Angelo Invernizzi y por el diseñador de interiores Ettore Fagiuoli con la ayuda de diferentes amigos.
Y qué relación tiene todo esto con los artículos pagados que actualmente se insertan en las publicaciones online y de papel, artículos que se presentan como “naturales” o lo “más naturales posibles”, artículos que en realidad son publicidad encubierta. Estos artículos nos presentan nuevas formas publicidad que intentan evitar o eludir las barreras, cada vez más comunes, desarrolladas por todos los navegadores, la última la de Firefox, para facilitar a sus usuarios una navegación más anónima que evite el constante bombardeo de mensajes y publicidad y a la vez elimine o reduzca la constante recopilación de datos que realizan las empresas de publicidad de los usuarios que navegan por la red. Para el desarrollo de esta publicidad encubierta se elige a cualquiera que quiera escribir y poner mensajes o enlaces a otras webs, gente que pueda escribir con un cierto conocimiento de causa pero que no suponga la costosa intervención de un profesional, ya sea ensayista, periodista o especialista. Por un módico precio, los publicistas se aseguran artículos de bajo perfil con gran impacto en sus productos y redes.
Así que cuando hace unos días se publicaba un artículo afirmando que se ponía a la venta la primera vivienda giratoria inteligente de Europa, uno primero se sorprende y después sonríe, no porque el artículo no esté bien documentado, (actualmente estar documentado ya no se reconoce como un valor necesario, lamentablemente es tan solo un valor complementario) o porque la propuesta tenga o no un valor arquitectónico, sino que la sonrisa surge por la ingenuidad con la que algunos piensan en el futuro como una constante noria estática. Una noria con memoria de pez, bastante naif y simple, vendiendo utopías de hace un siglo que se intentan reactualizar como novedades futuristas pagando artículos "naturales", "lo más naturales posibles". Nos encontramos ante una proliferación de pseudo-artículos que invaden todos los medios, desde los más irrelevantes a los más considerados.
Al menos la publicidad, que tanto se detesta por algunos, cuando aparece es obligatorio que sea explícita y no engañe. El debate sobre si es lícito o no realizar artículos donde se prima la venta del producto sobre el rigor de los contenidos es un debate que debería aflorar rápidamente.