El proyecto se compone de dos plantas, las cuales en una primera fase comprenderían en su interior dos apartamentos, y más tarde una vivienda o una oficina, por lo que necesita de una conexión y a la vez separación de la forma en la que se perciben sus distintos usos habitacionales.
Descripción del proyecto por Merooficina
Casa da beiramar está ubicada en uno de los antiguos barrios de pescadores de Aveiro, beira-mar, un paisaje céntrico de casas de pescadores largas y estrechas construidas en adobe, revestidas con coloridos azulejos de la industria local y llenas de macetas de cerámica verde.
Esta parte de la ciudad ha sido testigo de una interesante fusión entre los antiguos habitantes y los habitantes recientes. Uno de los nuevos habitantes pretendió restaurar esta antigua casa de adobe, previendo un programa evolutivo: en una fase inicial, servir como dos departamentos y luego como casa, con o sin oficina independiente, en un futuro próximo.
Entendemos la flexibilidad como una forma de enriquecer el uso y el envejecimiento de los edificios, una cuestión de agregar y superponer posibilidades en un lugar específico, para que la nueva ocupación pueda ser múltiple y transformadora.
Utilizando las dos entradas existentes pudimos promover esta flexibilidad, ya que las puertas con espejos se volvieron esenciales para habilitar y separar los nuevos usos: desde dos departamentos, hasta una casa o la nueva oficina de práctica del psicólogo del propietario.
La rehabilitación se realizó aferrándose y adaptando los métodos constructivos tradicionales: recuperando y reforzando los muros de madera y adobe existentes, dotando a los pisos y muros existentes de un mejor comportamiento térmico y acústico, manteniendo ventanas, puertas y demás elementos estructurales y ornamentales.
La principal intervención consistió en la limpieza de los elementos constructivos recientemente y mal colocados, y en la introducción de dos nuevos materiales: la estructura de acero, que aprovecha los antiguos muros de adobe para soportar la estructura de madera, permitiendo abrir la fachada trasera; y los azulejos de colores, algunos nuevos, otros viejos, que señalan la nueva vida de esta antigua construcción.
En la fachada sureste, varias construcciones, construidas durante las últimas décadas, habían ocupado y distorsionado el espacio de lo que debería ser un antiguo patio. Para retirar este espacio, se derribaron las construcciones informales y se construyó la nueva ventana pivotante, que permite una apertura total al nuevo patio. Este nuevo espacio entre el interior y el exterior tenía como objetivo servir distintos rituales de la vida diaria, como comidas de verano y noches de invierno alrededor de una chimenea al aire libre.
En el primer piso, en conexión directa con el nuevo patio, se construyó un balcón acristalado, que se utilizó como lugar de baño. Colocada en medio del espacio, una cortina blanca que envuelve una vieja bañera, crea un filtro entre la intimidad del momento del baño y la vista abierta a la abarrotada Calle Bartomoleu. Esta nueva intervención tuvo como objetivo investigar los límites entre uno de los momentos más privados de la rutina cotidiana y la vida pública al aire libre.
Al final, la mezcla entre la nueva intervención y los rasgos recuperados existentes es una mezcla líquida entre dos formas de edificar, una más universal, relacionada con los nuevos hábitos y exigencias de confort del nuevo habitante y otra más vernácula, relacionada con el lugar, el edificio existente y la cultura local.