La vivienda unifamiliar propuesta por los estudios Módica Ledezma y JJRR consiste en un volumen que destaca más por la sensación de amplitud que acoge que por su gran tamaño, lo que se consigue mediante estructuras que permiten abrir sus espacios al pacífico, aportando una sensación espacial de gran conexión con el paisaje.
El programa del proyecto surge como consecuencia secundaria de jugar con una estructura de contención que se acaba convirtiendo en un puente habitable cubierto, lo que minimiza el impacto visual y da lugar a estancias acogedoras y diversas que responden a la limitada huella disponible mediante una experiencia única.
IYARI por Módica Ledezma + JJRR. Fotografía por Zaickz Moz.
Descripción del proyecto por Módica Ledezma + JJRR
Iyari es un proyecto de vivienda unifamiliar de 564 m² ubicado en Punta Mita, Nayarit (México), diseñado por la oficina Módica Ledezma en colaboración con JJRR para responder a una peculiar topografía y atender los distintos sentidos que conforman su vivencia. Visualmente, busca aprovechar al máximo la privilegiada vista al mar, por lo que el proceso de diseño se enfocó en generar una estructura que interviniera lo menos posible con esta relación sensorial.
Se encuentra en un terreno con una pendiente muy pronunciada, por lo que se optó por desarrollarlo en tres niveles que se despliegan como un abanico en sección, respondiendo a los desniveles naturales y generando una estructura de claros habitables. Este enfoque resultó en un proyecto muy conciso en cuanto a sus intenciones, estructura y materialidad, desplegando un programa arquitectónico legible donde se separan las distintas áreas mediante niveles que se abren al océano.
El proyecto busca la adaptabilidad, y aunque es innegable el factor escultórico que lo compone, su intención es fundirse lo más posible con la montaña que lo alberga.
La huella permitida para la construcción era muy limitada en relación con los objetivos del programa arquitectónico. Sin embargo, se logró incorporar una lista extensa de espacios que atienden las necesidades básicas de sus habitantes, además de crear jardines que rematan visualmente en distintos puntos, buscando la democracia espacial y proporcionando a cada habitación una experiencia única. Una escalera conecta con el área social, donde se procura ampliar la huella de lo construido hacia una terraza con un gran claro, conteniendo por un costado los servicios agrupados en cocina, lavandería, baños, etc., que se ventilan e iluminan de forma natural mediante un patio.
Hacia el exterior, tenemos una plataforma con una terraza, una alberca y un espacio de terraza a cielo abierto. La relación entre el claro corto de la casa y el último punto de la terraza es muy cercana. Esta morfología de cueva maximiza la sensación espacial entre el interior y el exterior, un aspecto constante en nuestras búsquedas, aunque no es el resultado final.
Se trata de un proyecto muy práctico que destaca más por la sensación de amplitud que por su gran tamaño, lograda mediante estructuras que permiten abrir un visor hacia el Pacífico. La sensación espacial es de gran libertad, a pesar de la pesadez del concreto aparente y las formas de líneas muy marcadas. Lo que se roba el espectáculo es la sensación de apertura hacia las vistas, presente en prácticamente todos los espacios habitables del proyecto.Esto es lo que se buscaba con la democracia espacial: aunque el programa privilegia la recámara principal por su escala, todos los espacios tienen igualdad de circunstancias. El tamaño de cada uno de los cuartos es una consecuencia secundaria de la posibilidad de jugar con una estructura de contención, formada por los tres niveles. Esta estructura de contención se convierte en un puente habitable, cubierto y con terraza en el siguiente nivel. Es una ecuación muy simple que, con acciones muy concretas permite alcanzar el objetivo:la vivencia de una casa de playa.
El desarrollo en el área incentiva el bajo impacto, delimitado por una poligonal, lo que significa que las restricciones están muy definidas. La lógica es minimizar el impacto y evitar volúmenes muy prominentes cuando hay desniveles.
Al entrar, te recibe la escultura de los volúmenes de concreto, invitándote a la vista final: al abrir la puerta, se abre el mar. A la izquierda, está el volumen de habitaciones y, al bajar, se encuentra el área social completa, con sus servicios un poco más atrás.
La estructura de la trabe con el techo inclinado se diseñó para salvar un claro importante. Los volúmenes sin acceso directo a ventanas tienen un patio para ventilación e iluminación, evitando el efecto de cueva. Desde la cocina, hay vista al mar. Las habitaciones son volúmenes discretos y sencillos, una respuesta a la limitada huella disponible. La habitación principal, en un nivel inferior, tiene una escala mayor y vive dentro de estas estructuras diagonales. El muro que se convierte en trabe evita el efecto túnel de visión, ofreciendo una apertura de 180 grados. Este gesto técnico se diseñó para imitar a la vegetación, evitando que los cuartos se sintieran cerrados. La casa se va enterrando, invitando a la vegetación lateral y a la ladera descendente.
Los gestos escultóricos no fueron el objetivo, sino la resultante de la adaptación a la topografía. La casa es clara en su diagrama: estructuras de contención que se convirtieron en bocas habitables para aprovechar la topografía descendente. No hay laberintos, ya que la casa se comprime en este acordeón topográfico.