Ubicada en un antiguo jardín privado abandonado, esta escuela diseñada por Eduard Balcells Arquitectura + Urbanismo + Paisaje, Ignasi Rius Arquitectura y Tigges Architekt se articula a lo largo de un camino, como una típica "rambla" catalana.
Como una "expresión espacial contemporánea" del método pedagógico Waldorf-Steiner de la escuela y adaptada al clima mediterráneo, los edificios no tienen pasillos cerrados, alentando a los estudiantes a explorar sus alrededores naturales libremente.
A medida que los niños crecen y se desarrollan, su lugar avanza a lo largo de la rambla desde las secciones de jardín de infantes, primaria y secundaria. Al final del camino, una plaza se abre al paisaje circundante.
Description of project by Eduard Balcells + Ignasi Rius + Tigges Architekt
Reciclar cinco edificios y un jardín
La Escuela El Til·ler se instala cuidadosamente en un antiguo jardín privado abandonado, en la urbanización de Bellaterra, cerca de Barcelona. El conjunto se articula a lo largo del camino principal existente, que se convierte en una rambla que desemboca en una plaza abierta al paisaje del valle del Vallès y la Sierra de Collserola.
Cinco de los seis edificios que conforman la escuela son pabellones modulares de madera y acero que provienen de otros dos solares ocupados anteriormente por la escuela. Estos edificios se desmontan, transportan y reconfiguran en el nuevo emplazamiento, adaptándose a la topografía, la vegetación existente, la orientación solar y las vistas. El conjunto se completa con el nuevo edificio de educación infantil y espacios comunes, que se presenta aquí.
Secuencias, horizontes, luz. El urbanismo como expresión pedagógica
La escuela propone una expresión espacial contemporánea de la ya centenaria pedagogía Waldorf-Steiner adaptada a un clima mediterráneo, que resultó de un continuo diálogo con el equipo de profesores y padres. Así, no hay pasillos interiores, y el acceso al aula sigue una secuencia espacial gradual: rambla-patio-porche-recibidor-aula.
Los horizontes -las visuales- se amplían a medida que el niño crece, y la rotación relativa de las aulas sobre la topografía les proporciona intensidades y colores de luz cambiantes. Secuencias, horizontes y luz personalizan cada aula, enfatizando y acompañando la experiencia del crecimiento y el aprendizaje.
Alcobas y marcos. La arquitectura como expresión pedagógica
El nuevo edificio de educación infantil y espacios comunes concentra los pilares en las fachadas en forma de contrafuertes, liberando así las plantas de pilares interiores y haciendo posible colocar las aulas sobre la sala polivalente, que necesariamente tiene que ser diáfana. Entre estos contrafuertes aparecen alcobas que responden a las necesidades pedagógicas y funcionales de cada espacio.
Exteriormente, las alcobas están contenidas dentro de unos marcos que reducen visualmente la escala del edificio, acercándola a la de los niños.
La Mesa de Estación, el elemento espacial más singular de la pedagogía Waldorf -un pequeño "altar" donde se explican los ciclos de la naturaleza- organiza el aula de educación infantil y se dispone focalmente, en una alcoba con una luz natural específica -lateral, reflejada y difusa.
Fachadas enteramente de madera
Las fachadas son enteramente de madera y están formadas por elementos prefabricados de gran formato -de dos plantas de altura- compuestos por dos hojas entre las cuales hay una cámara de aire ventilada. La hoja interior está formada por un entramado sándwich de madera que incluye el aislamiento térmico de fibras de madera. La hoja exterior forma la cámara de aire ventilada, que incluye las cajas de las persianas venecianas exteriores de aluminio. Esta hoja exterior consta de lamas de madera de pino termotratadas, que se clavan sobre un rastrillado de madera de pino al autoclave.
La madera termotratada se calienta a alta temperatura -unos 200ºC-, de manera que ésta se “mineraliza” al máximo, eliminando los compuestos de los que se alimentan los insectos xilófagos, y proporcionando así protección a la madera, que ya no requerirá de ningún mantenimiento posterior -ni pintado ni barnizado periódico-. El termotratado tiene además la ventaja que no requiere de productos químicos nocivos, sino sólo de la aplicación de temperatura. La madera resultante es más ligera que la original, ya que se ha “secado”, y adquiere asimismo un tono tostado y un brillo característicos. Con el tiempo, el color café original se transformará, por efecto de la radiación solar, en un gris plateado brillante.
Confort climático pasivo. Una escuela sin calefacción
La masiva estructura de hormigón, formada por pilares y zunchos perimetrales in situ y placas alveolares prefabricadas, aporta una gran inercia térmica, almacenando el calor generado por la alta ocupación de las aulas y, al mismo tiempo, evitando recalentamientos excesivos en verano.
Así, la combinación del aislamiento térmico de fibras de madera y la eliminación de puentes térmicos, junto con la gran inercia térmica de la estructura de hormigón, garantizan un gran confort pasivo, casi eliminando la necesidad de calefacción en invierno, donde sólo se utiliza un pequeño radiador eléctrico para cada aula en momentos de puntas de frío. El confort durante el resto del año se logra mediante la ventilación cruzada, las fachadas ventiladas y las persianas venecianas exteriores.
Optimización del presupuesto
La compacidad volumétrica, la semiprefabricación de la estructura y las fachadas, así como la expresión directa de los materiales al natural, sin revestimientos, han permitido realizar esta escuela para una cooperativa de padres y profesores por un presupuesto inferior al habitual en la escuela pública para un equipamiento de características equivalentes.
La fachada deja de ser un plano para transformarse en un espacio habitado. El aula se convierte en una casa, y la escuela un pequeño pueblo a lo largo de una rambla.