A su vez se trata con un concepto de gimnasio diferente, entendido como un equilibrio entre cuerpo y mente. Para ello se parte de una estructura geométrica preestablecida en los que fluyen los espacios públicos y privados. Por otro lado, una única gama cromatica junto con una agradable materialidad invaden todo el gimnasio dando una imágen de sencillez ayudando a la concentración de los usuarios.
Descripción del proyecto por Horma Estudio
El proyecto nace con la premisa de reinterpretar el espacio para el cuidado personal a través del ejercicio. Un concepto de gimnasio entendido más como una atención y un control exhaustivo del cuerpo en su conjunto que como un ejercicio meramente deportivo. Por tanto, el espacio debe permitir desarrollar un tipo de entrenamiento no basado únicamente en lo físico, sino también acompañado por un desarrollo mental y sensorial, que permitirá al cuerpo alcanzar el equilibrio deseado.
Sobre este concepto de partida, el lugar donde comenzar a trabajar ofrece unas condiciones aparentemente contradictorias y restrictivas, con una estructura muy marcada, una geometría dura y simétrica y una profundidad enfatizada por la proporción del local hacia un fondo carente de iluminación. La estructura que invade la parte central del espacio se presenta como un condicionante agresivo puesto que su rigidez inicialmente coarta cualquier tipo de planteamiento más fluido. Por otro lado, el uso previsto del espacio requiere alta privacidad de sus usuarios, que deben poder entrenar con una percepción individual y exclusiva, en una atmósfera de tranquilidad, silencio y concentración, alejado de cualquier público circundante.
Con estas premisas de partida, la geometría se convierte en la herramienta principal del proyecto. Un cuadrado en el centro del espacio, girado 45 grados sobre los ejes medianeros consigue librar la estructura, dejándola incluida en los espacios destinados a usos de servicio y excluida del espacio de circulación. Este cambio de dirección permite durante todo el espacio un constante diálogo geométrico que esconde unos espacios de otros garantizando la privacidad requerida, a la vez que insinúa constantemente la siguiente secuencia a descubrir. El espacio de movimiento, por tanto, se convierte en el verdadero artífice de los objetivos pretendidos y finalmente conseguidos.
Una única gama de color recorre todo el proyecto silenciando la vista y permite guiar al usuario únicamente mediante la sucesión de planos que van definiendo cada ámbito de uso. Compresión y descompresión van indicando dónde procede parar para acceder a los distintos espacios.
La plaza central, el cuadrado origen de la estrategia de proyecto, es el lugar donde confluyen los usos públicos y funciona como intercambiador en constante actividad. Materialmente, la moqueta sobre la que recorre el espacio de circulación ayuda a cambiar la percepción del usuario desde el acceso, trabajando como primer paso en el proceso de desconexión que éste debe experimentar. Conforme avanza por el espacio, cada vez la vida diaria va quedando más lejos y el cuerpo y la mente se van preparando para su momento. Junto con la sucesión de materiales monocromos que visten el espacio, un estudiado juego de reflexiones permiten ampliar la percepción de luz natural desde los distintos puntos del proyecto.
Sencillez, luz, geometría y materialidad trabajan solidariamente para impedir que nadie más pueda alterar la concentración del cuerpo.