
La vivienda propuesta por Bojaus Arquitectura se asienta en su entorno como un elemento más que perdurará en el paisaje. Con referencias, según sus arquitectos a la casa Ugalde de Coderch y con una materialidad que en ciertos aspectos recuerda a Can Lis en Mallorca de Jørn Utzon, el uso de hormigón fabricado in situ con áridos del lugar y la adaptación de la forma entre árboles y rocas plantean un edificio de extensa vida útil que convive con la naturaleza como una solución alternativa a la sostenibilidad.
Los gruesos muros de hormigón, formados por sillares de 50 cm de espesor y colocados en tongadas de 60 cm de altura, conforman el aislamiento entre el interior y el exterior. La fuerza del hormigón contrasta tanto en el exterior, con la vegetación y el granito, como en el interior, con los suelos y detalles en madera.

Casa X por Bojaus Arquitectura. Fotografía por Luis Asín.
Descripción del proyecto por Bojaus Arquitectura
La casa equis surge del conflicto entre un bello paraje y la voluntad de habitarlo. El conflicto se afronta con la decidida voluntad de construir un nuevo elemento «del» paisaje, no «en» el paisaje. Como las antiguas fortalezas o las casas de Monsanto en Portugal, la casa aspira a integrarse de la forma más radical posible con el entorno que la acoge.
El berrocal en el que se asienta la casa se caracteriza por una suave topografía y por la imponente presencia de un roble centenario rodeado de encinas y carrascas que crecen entre grandes bolos graníticos. Entre todos estos elementos pétreos y vegetales y aprendiendo de la casa Ugalde de Coderch, la casa consigue encontrar su sitio con una planta en forma de X que acomoda el programa en el accidentado paisaje, al tiempo que encuadra las vistas de dichos accidentes desde su interior.

Construida íntegramente en hormigón fabricado en la propia obra con los áridos del lugar, se propone la permanencia y la vida útil de la propia casa como alternativas a una sostenibilidad frecuentemente sintetizada en imágenes inmediatas. Los muros de 50 cm de espesor se construyen artesanalmente mediante tongadas de 60 cm de altura que integran el aislamiento entre la hoja interior y la exterior. El resultado es un muro de grandes sillares aislados que quedan vistos dentro y fuera de la casa. Frente a una media de 50 años de vida útil, se construye una casa que dure generaciones, una casa arraigada profundamente en el paisaje como los bolos graníticos y los árboles que la rodean.