La propuesta ganadora resultó ser la presentada bajo el lema "Traza Oculta" presentada por los estudios de Norman Foster y Carlos Rubio. El concurso contó con la participación de un amplio y concurrido elenco de arquitectos, en un procedimiento de concurso, al que se presentaron 47 equipos de arquitectura, que se desarrolló en dos fases. La primera de ellas, abierta, finalizó en junio con la selección de ocho equipos.
Entre esta selección de finalistas se encontraba la propuesta del equipo holandés de Cruz y Ortiz Arquitectos, que participaron en el concurso sin necesidad de socios.
Descripción del proyecto por Cruz y Ortiz Arquitectos
EL SALÓN DE REINOS (Tablero 1)
El edificio objeto de este concurso mal puede ser denominado como Salón de Reinos ya que de su estado original sólo permanece el interior, no muy bien conservado aunque con posibilidad de ser completamente restaurado. Tampoco debiera ser entendido como un resto significativo del Palacio del Buen Retiro, dadas sus reducidas dimensiones en relación con el palacio original y por presentar muy alterados tanto su volumen como sus fachadas. En este caso, podríamos decir que la parte está dando nombre al todo.
Con mayor propiedad se podría afirmar que se interviene sobre lo que fue el Museo del Ejército. Adaptarlo como espacio expositivo para el Museo del Prado, con una especial atención a los interiores del salón de Reinos es la tarea que realmente ha de ocuparnos.
El edificio que ha llegado hasta nosotros es el resultado de sucesivas intervenciones a lo largo de varios siglos, desde su construcción a principios del siglo XVII hasta la segunda mitad del siglo XX.
Ante esta situación se ha optado en primer lugar por eliminar aquellos elementos que estimamos de menor valor para posteriormente introducir las modificaciones adecuadas a las nuevas necesidades.
Así, se propone eliminar las ampliaciones realizadas durante el siglo XX, entre otras razones, dada su baja calidad constructiva. Estas ampliaciones consisten en la elevación de una planta con cubierta en mansarda realizada en 1905 y la adición de una crujía de aproximadamente 60 por 7 metros, en la zona central de la cara sur. La citada planta amansardada es seguramente el elemento peor integrado con las plantas inferiores y entra en conflicto con las torres, reduciendo considerablemente su esbeltez. Esta eliminación contribuye a la claridad del edificio tanto desde el punto de vista formal como funcional. Esto conduce a adoptar el programa expositivo de 1600 m2, la menor de las superficies solicitadas.
En el caso de la crujía de la zona sur, proponemos sustituirla por una edificación de nueva planta que pueda albergar tanto la nueva entrada como los espacios de acogida, las circulaciones verticales y la cafetería y la tienda. Es decir, concentrar allí la intervención de mayor calado y resolver de una sola vez las funciones que con más dificultad pueden incluirse en el edificio existente. Esta intervención está especialmente ligada al hecho de cambiar el acceso principal del edificio de la fachada norte a la sur, buscando una mayor relación con las otras sedes del Museo del Prado. Como consecuencia adicional, se modifica el actual acceso norte, sustituyendo la escalinata y en general rebajando el énfasis compositivo de la actual entrada.
ENTORNO
La situación actual es consecuencia de la urbanización del barrio de Los Jerónimos iniciada en 1865 y de la explanación realizada alrededor del edificio en 1873.
Se propone mejorar el entorno urbano de acuerdo al nuevo destino del edificio, restringiendo el tráfico rodado en los lados norte, este y oeste y eliminándolo completamente en el lado sur donde se ha de abrir el nuevo acceso.
En la zona sur se propone modificar las rasantes a fin de facilitar el acceso. En el plano de situación se indican los nuevos niveles propuestos para las zonas próximas a la entrada que permitirían la aproximación al edificio sin tener que salvar peldaños, generando al mismo tiempo un generoso espacio ante el edificio.
Tanto los pavimentos de las aceras como los nuevos parterres, tanto en esta zona como sobre el plinto edificado al norte, serán similares a los ya existentes a lo largo de la calle Ruiz de Alarcón tras el edificio de Villanueva, estableciéndose así una relación de unidad entre ambas sedes del Museo del Prado.
(Tablero 2)
Existe una cierta escasez de metros cuadrados en la planta de semisótano, tan necesarios para instalaciones, logística u otros usos complementarios. Un contacto directo con el Museo haría posible decidir cuáles de estos usos podrían ser compartidos o asumidos por el Casón del Buen Retiro con el que se establece una conexión subterránea. Para acoger estos mismos fines se realzará una nueva edificación en el lado norte, en sustitución del plinto actual. Ampliar dicho plinto hacia el oeste permitiría un mejor funcionamiento de las zonas de carga y descarga.
RUTAS (Tablero 5)
A partir de la nueva intervención, que deja resueltas todas las zonas de uso abierto, se pueden organizar diversos sistemas de control de accesos y rutas de visita. A continuación se explican varias opciones dado que este aspecto podrá variar en función de las exposiciones que el edificio acoja.
Situar los controles de entrada y salida a las exposiciones en las cuatro puertas de las dos grandes salas, dos por planta, permite una gran flexibilidad que se resumirá así:
a) Una sola gran exposición (1.600 m2). La continuidad de la visita a ambas plantas incluiría en el recorrido principal la, así llamada, escalera de honor actual con las modificaciones necesarias en su aspecto.
b) Dos exposiciones (800+800). Una por planta.
c) Exposiciones de pequeña superficie (250-300 m2) posibles en ambas plantas. En planta Segunda, si así se decidiera, el Salón de Reinos podría funcionar como un elemento independiente, manteniendo su acceso siempre de manera axial.
OTRAS ALTERNATIVAS
A la dificultad que supone actuar sobre un edificio históricamente tan complejo, el sistema de concurso añade la imposibilidad de intercambiar propuestas e ideas con el usuario final. Además de la opción que aquí se ha desarrollado, se han analizado otras posibilidades que se describen a continuación someramente.
Si el Museo del Prado estimara imprescindible alcanzar el máximo de 2.400 m2 para superficie de exposiciones, sería preciso mantener la 2ª planta, si bien se eliminaría en ciertas zonas para disminuir el conflicto con las torres. En este caso, se debería modificar el aspecto exterior de esta cubierta, eliminando las ventanas y realizando un nuevo revestimiento que contribuyera a obtener una imagen más abstracta.
De otra parte, las grandes exposiciones temporales atraen cada día a un mayor número de visitantes. Estas grandes afluencias podrían hacer insuficientes los espacios de acogida solicitados en el programa. Para resolver ese problema, podría reorganizarse toda la planta baja, con la ventaja adicional de poner en uso la entrada norte al edificio.