Fernando Alda es un fotógrafo de referencia en el panorama actual de la fotografía de arquitectura, cuyo trabajo venimos presentando sistematicamente en relación con los proyectos de arquitectos en Eurpoa y America, y a cuyo trabajo hemos prestado especial atención en Fernando Alda. Fotógrafo de Arquitectura y en Una estética de la desaparición, el nuevo trabajo personal de Fernando Alda .
Blanco sobre Blanco
“Es múltiple la imagen siempre, aunque sea sola”.
María Zambrano
Es una exposición enmarcada en el proyecto CAL. Cultura/Arquitectura/Lugar, que promueve la Fundación Arquitectura Contemporánea con el objetivo de acercar la arquitectura contemporánea al ámbito rural, poniendo en valor su vinculación a los paisajes culturales, surge la exposición Blanco sobre Blanco.
Realizada por Fernando Alda, dedicado habitualmente a fotografiar arquitectura contemporánea, el proyecto ha constituido un reto dada la visión tradicional que popularmente se tiene de la cal y sus usos.
El trabajo se presenta como parejas de imágenes de arquitectura, contemporánea y tradicional, blancas y en Andalucía, que buscan un diálogo entre sí, a veces claro y a veces escondido, buscando la complicidad del observador y una narrativa donde se evidencia el infinito del blanco contra el azul del cielo, con ligeros matices que, a modo de heridas en la piel, dejan constancia del paso del tiempo.
Se han fotografiado edificios o elementos arquitectónicos, tradicionales y encalados, bajo la mirada más contemporánea y personal posible, y se han rescatado proyectos contemporáneos que dormían en el archivo para hacerlos convivir y dialogar buscando mezclar los valores que en cada uno de ellos exista y sin dejar clara las prioridades, sin afán de denuncia, con serenidad y alejándose del lenguaje documental para acercarse más al calificativo de arte aplicado a la fotografía. Una búsqueda de potenciar el valor fotográfico y artístico del modelo lejos de su propia concepción técnico-estética, a manos de un arquitecto, para tomar una vida nueva en manos de un fotógrafo.
Ha existido un esfuerzo en llevar las imágenes a un identitario común lejos del eco tradicional de unas y de la rigidez de la técnica en otras o simplemente extrayéndolas de su contexto, buscando el lado más emocional y poético que pueda surgir de la unión. En definitiva, crear una representación conjunta a partir del sueño de unas y la realidad de otras sin dejar claro cuál es el papel de cada una.
Fundamentos
La cal es un material de uso inmemorial, seguramente surgido de forma casual tras la hidratación de las piedras calizas calcinadas que arroparon un primitivo fuego.
Pero más allá de su materialidad y de su uso ancestral como conglomerante y revestimiento en multitud de procesos constructivos, es por encima de ello, un importante eslabón de nuestra identidad territorial que nos une a sociedades próximas como la portuguesa en nuestro flanco de poniente y la marroquí en nuestro flanco sur, por comentar solo las más cercanas.
La Cal como hilo conductor de un conjunto de arquitecturas vernáculas de volúmenes blancos y azulados, purificados bajo nuestra intensa luz meridional y desprovistos en sus formas de cualquier alarde o gesto innecesario.
La Cal como artífice fundamental de un conjunto de edificaciones dispersas y pueblos blancos que salpican nuestro territorio y que han configurado parte de nuestra identidad cultural, y que siglo tras siglo, se han ido depositando en nuestra memoria colectiva, social y arquitectónica.
Consideramos que, si hacemos un pequeño esfuerzo, podemos reconocer a nuestro alrededor más cercano un numeroso conjunto de arquitectos coetáneos que, de una manera u otra, han hecho gravitar gran parte de su producción arquitectónica alrededor de una manera similar de entender la arquitectura y la materialidad de la misma.
Quizás arrastrados a través de un proceso contemporáneo de reinterpretación y abstracción proyectual fundamentado en el uso esencialista del espacio, de los volúmenes y de los medios materiales, de las texturas y del color.
Proyectos como una vivienda de recreo en Zahora, un pequeño proyecto de rehabilitación de una vivienda en Alenquer o un conjunto de viviendas sociales en Los Palacios tantas veces estudiados y recreados, nos han servido en más de una ocasión como guía y referencia de una forma cualificada de entender la producción arquitectónica contemporánea.
Una producción arquitectónica donde la estrategia intelectual parece fundamentarse en una intencionada simplicidad de gestos, contundente materialidad y el intenso uso del color blanco bajo los efectos de la luz.
Una producción arquitectónica que ante el origen territorial de sus autores, nos hace sospechar que quizás, ya sea de una forma consciente o inconsciente, se han embebido de toda una serie de referencias plásticas arraigadas en nuestra propia identidad cultural donde la cal ha sido un actor fundamental.
Quizás sea producto o quizás no, de un intenso y fructífero discurso contemporáneo entre el Arquitecto armado de su memoria y de su capacidad para manipular la materialidad, y la Luz que inunda todo nuestro territorio del Sur.
Actualmente la Cal es objeto de un proceso continuado, quizás lento pero loable de puesta en valor, no solo como símbolo de identidad cultural, sino por sus valores históricos, culturales y etnológicos. Sobre todo desde que en Noviembre del año 2011, la Cal de Morón fue declarada por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Esta puesta en valor se ha centrado en los procesos de fabricación, así como la recuperación de los oficios asociados y la recuperación de hornos y de espacios divulgativos y de interpretación. Todo ello implementado con cursos destinados a profesionales y las posibilidades de nuevas aplicaciones de la Cal como conglomerante.
Por otro lado no es desdeñable ni residual la incidencia de aspectos de género en el uso de la Cal en las construcciones heredadas, pues si bien el duro oficio de calero estaba reservado a los hombres, el mantenimiento y ornato de las viviendas, la dignificación y encalado de los paramentos que hoy ponemos en valor, ha sido de forma generalizada una actividad reservada a las mujeres que, cada primavera y año tras año, iniciaban las labores previas de apagado de la cal y preparación del material para seguidamente proceder al encalado de la vivienda.
Y con ello, no solo mantenían y mantienen unas labores de ornato que perseguía el mantenimiento e impermeabilización de los paramentos, sino que en muchas ocasiones perseguía la dignificación de la familia a través de la imagen impoluta que la cal ofrecía, legándonos con su esfuerzo individual pero de efectos colectivos, todo de conjunto de pueblos blancos que definen todo un territorio.
Realizada por Fernando Alda, dedicado habitualmente a fotografiar arquitectura contemporánea, el proyecto ha constituido un reto dada la visión tradicional que popularmente se tiene de la cal y sus usos.
El trabajo se presenta como parejas de imágenes de arquitectura, contemporánea y tradicional, blancas y en Andalucía, que buscan un diálogo entre sí, a veces claro y a veces escondido, buscando la complicidad del observador y una narrativa donde se evidencia el infinito del blanco contra el azul del cielo, con ligeros matices que, a modo de heridas en la piel, dejan constancia del paso del tiempo.
Se han fotografiado edificios o elementos arquitectónicos, tradicionales y encalados, bajo la mirada más contemporánea y personal posible, y se han rescatado proyectos contemporáneos que dormían en el archivo para hacerlos convivir y dialogar buscando mezclar los valores que en cada uno de ellos exista y sin dejar clara las prioridades, sin afán de denuncia, con serenidad y alejándose del lenguaje documental para acercarse más al calificativo de arte aplicado a la fotografía. Una búsqueda de potenciar el valor fotográfico y artístico del modelo lejos de su propia concepción técnico-estética, a manos de un arquitecto, para tomar una vida nueva en manos de un fotógrafo.
Ha existido un esfuerzo en llevar las imágenes a un identitario común lejos del eco tradicional de unas y de la rigidez de la técnica en otras o simplemente extrayéndolas de su contexto, buscando el lado más emocional y poético que pueda surgir de la unión. En definitiva, crear una representación conjunta a partir del sueño de unas y la realidad de otras sin dejar claro cuál es el papel de cada una.
Fundamentos
La cal es un material de uso inmemorial, seguramente surgido de forma casual tras la hidratación de las piedras calizas calcinadas que arroparon un primitivo fuego.
Pero más allá de su materialidad y de su uso ancestral como conglomerante y revestimiento en multitud de procesos constructivos, es por encima de ello, un importante eslabón de nuestra identidad territorial que nos une a sociedades próximas como la portuguesa en nuestro flanco de poniente y la marroquí en nuestro flanco sur, por comentar solo las más cercanas.
La Cal como hilo conductor de un conjunto de arquitecturas vernáculas de volúmenes blancos y azulados, purificados bajo nuestra intensa luz meridional y desprovistos en sus formas de cualquier alarde o gesto innecesario.
La Cal como artífice fundamental de un conjunto de edificaciones dispersas y pueblos blancos que salpican nuestro territorio y que han configurado parte de nuestra identidad cultural, y que siglo tras siglo, se han ido depositando en nuestra memoria colectiva, social y arquitectónica.
Consideramos que, si hacemos un pequeño esfuerzo, podemos reconocer a nuestro alrededor más cercano un numeroso conjunto de arquitectos coetáneos que, de una manera u otra, han hecho gravitar gran parte de su producción arquitectónica alrededor de una manera similar de entender la arquitectura y la materialidad de la misma.
Quizás arrastrados a través de un proceso contemporáneo de reinterpretación y abstracción proyectual fundamentado en el uso esencialista del espacio, de los volúmenes y de los medios materiales, de las texturas y del color.
Proyectos como una vivienda de recreo en Zahora, un pequeño proyecto de rehabilitación de una vivienda en Alenquer o un conjunto de viviendas sociales en Los Palacios tantas veces estudiados y recreados, nos han servido en más de una ocasión como guía y referencia de una forma cualificada de entender la producción arquitectónica contemporánea.
Una producción arquitectónica donde la estrategia intelectual parece fundamentarse en una intencionada simplicidad de gestos, contundente materialidad y el intenso uso del color blanco bajo los efectos de la luz.
Una producción arquitectónica que ante el origen territorial de sus autores, nos hace sospechar que quizás, ya sea de una forma consciente o inconsciente, se han embebido de toda una serie de referencias plásticas arraigadas en nuestra propia identidad cultural donde la cal ha sido un actor fundamental.
Quizás sea producto o quizás no, de un intenso y fructífero discurso contemporáneo entre el Arquitecto armado de su memoria y de su capacidad para manipular la materialidad, y la Luz que inunda todo nuestro territorio del Sur.
Actualmente la Cal es objeto de un proceso continuado, quizás lento pero loable de puesta en valor, no solo como símbolo de identidad cultural, sino por sus valores históricos, culturales y etnológicos. Sobre todo desde que en Noviembre del año 2011, la Cal de Morón fue declarada por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Esta puesta en valor se ha centrado en los procesos de fabricación, así como la recuperación de los oficios asociados y la recuperación de hornos y de espacios divulgativos y de interpretación. Todo ello implementado con cursos destinados a profesionales y las posibilidades de nuevas aplicaciones de la Cal como conglomerante.
Por otro lado no es desdeñable ni residual la incidencia de aspectos de género en el uso de la Cal en las construcciones heredadas, pues si bien el duro oficio de calero estaba reservado a los hombres, el mantenimiento y ornato de las viviendas, la dignificación y encalado de los paramentos que hoy ponemos en valor, ha sido de forma generalizada una actividad reservada a las mujeres que, cada primavera y año tras año, iniciaban las labores previas de apagado de la cal y preparación del material para seguidamente proceder al encalado de la vivienda.
Y con ello, no solo mantenían y mantienen unas labores de ornato que perseguía el mantenimiento e impermeabilización de los paramentos, sino que en muchas ocasiones perseguía la dignificación de la familia a través de la imagen impoluta que la cal ofrecía, legándonos con su esfuerzo individual pero de efectos colectivos, todo de conjunto de pueblos blancos que definen todo un territorio.