Al restaurane situado en la tercera planta se accede por ascensor, cuando se abren las puertas un gran monolito de granito recibe a los visitantes, inspirado en un horreo gallego donde solo se ilumina discretamente el nombre del restaurante. La textura rugosa de la piedra miracema se suaviza por medio del rayado artesanal que se realizó aleatoriamente en ella.
El resto es un conjunto elegante, realizado con mano artesanal muy cuidado, explorando la transformación de materiales económicos y locales. Un lugar al que apetece ir, cuando además sabes que después de la arquitectura vendrá también una excelente cocina.
Descripción del proyecto por Faci Leboreiro Arquitectura
NOSO es un proyecto que desafía la creatividad y capacidad de diseño, se proyectó un restaurante de cocina de autor en un espacio reducido: 70 comensales en 180 metros cuadrados, en un primer nivel y un presupuesto limitado. Creando un espacio que diera un gran impacto en el comensal y cumpliendo con las expectativas del cliente.
Diseñamos varios esquemas de distribución, maximizando las circulaciones y conteniendo el área de preparación en una sola isla de trabajo, con lo cual la cocina redujo su tamaño considerablemente, logrando la capacidad deseada.
Trabajamos únicamente con mano artesanal para lograr el efecto deseado, exploramos la transformación de materiales económicos y regionales a través de estos procesos artesanales, en elementos elegantes, sofisticados y nacionales. Cada rincón del restaurante se aprovechó de alguna manera para crear un espacio funcional y espacioso al mismo tiempo
Al abrirse las puertas del elevador, nos recibe un gran monolito de granito, inspirado en un horreo gallego donde solo se ilumina discretamente el nombre del restaurante. La textura rugosa de la piedra miracema se suaviza por medio del rayado artesanal que se realizó aleatoriamente en ella.
Al seguir el recorrido, un pasillo compuesto por esbeltas vigas de madera que bajan sobre el muro crean una escenográfica perspectiva y un ritmo que continúa hacia el salón, jugando con los reflejos del espejo y con franjas de tenue iluminación, guiando al comensal de la penumbra del acceso a la luz del salón.
La inclinación en los muros de piedra, en conjunto con la luz que sale de ellos, crea la sensación de que los pesados monolitos de granito flotan.
Una vez en el salón, la celosía de placa acero se apodera del espacio, creando filtros y juegos de luz, al mismo tiempo que dan un sentido de intimidad al salón.
La única pieza de arte que se encuentra en el restaurante es la escultura de Carlos García Noriega, que funge como remate visual del lambrin.
Al fondo se observa el trabajo de los chefs en su cocina abierta no sin antes pasar por uno de los espacios más especiales del restaurante: la cava.